Claudia Sheinbaum sigue arriba en las encuestas. Supera y por mucho, a Marcelo Ebrard; quien por desesperación hizo uso de sus mañas priistas; de nada le sirvió ordeñar la vaca, bailar sin ritmo, tampoco le sirvió usar el sombrero campesino, esfuerzos falsos y vanos…

Sus auténticos desplantes machistas, le restaron puntos. Un hombre sesentón, quejándose como niño, de esos mal portados que acusan de todo y que son los primeros en romper con las reglas; que les arde cuando una mujer le lleva ventaja.

Ebrard exigió “piso parejo” y lo tuvo, pero no quiso caminarlo. Rompió con las reglas, se brincó las trancas con su sombrero “bronco”, Marcelo se estancó en el lodazal y se quedó en el atolladero, en realidad, aunque lo niegue, Ebrard exuda ideas neoliberales.

Claudia Sheinbaum cumplió con las reglas durante la campaña; sin traiciones, sin lamentos. Después de que Ebrard la acusara de acarreos, ella, educada, prudente y sobre todo con la inteligencia emocional que la caracteriza, respondió que “jamás hablaría mal de sus compañeros”. Y lo cumplió.

Sheinbaum tiene ventaja. La convicción de Claudia es genuina, sincera; ella siempre ha estado apoyando, siempre se ha manifestado contra las injusticias, contra el abuso de poder, ha peleado para que el pueblo tenga voz, para que todos, y sobre todo las mujeres, tengamos una vida digna. Recorrió el país, transmitiéndole a los mexicanos que la Transformación continuará.

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La desesperación se apoderó de Marcelo Ebrard. ¿Lo hará despojarse de la camiseta guinda para ponerse cualquier otra, con tal de ser el presidente de México? ¿Se vestirá de naranja? Por más que lo quiera ocultar, a Ebrad lo traiciona ese machismo político, ¿cómo es posible que una mujer le gane?

Siguió violando las reglas. Ebrard, desesperado, no respetó la cláusula, el acuerdo de Morena para evitar dar entrevistas a los medios conservadores y reaccionarios. Los que durante todo el sexenio no se han cansado de publicar noticias falsas. Olvidando que ya no son los dueños absolutos de la información, furiosos están porque han perdido el control.

La ira les embota el cerebro, no entienden que los mexicanos estamos informados y que ya no tienen el poder de manipular. Hace cinco años no se cansaban de repetir que López Obrador era un “peligro para México”, que el país sería otra Venezuela, que los soldados entrarían a tus casas para despojarte de tus pertenencias, que el dólar se devaluaría y alcanzaría los 35 pesos, duro y dale… Con esos fue Marcelo Ebrard, con estos medios que a lo único que se han dedicado es calumniar al presidente y al partido al cual pertenece Ebrard.

Dijo Claudia Sheinbaum, “es tiempo de mujeres”; hasta la terca y machista oposición lo entendió. No le quedó de otra más que postular a una mujer. Bajar a los hombres corruptos como Miguel Ángel Mancera, Silvano Aureoles, Miguel de la Madrid.

Decidieron, porque no les quedaba de otra, que una mujer era la que debía enfrentarse con Claudia, y como lo pronosticó el presidente Andrés Manuel, la elegida fue Xóchitl Gálvez. Poderosos empresarios y políticos opositores le dieron el empujón a Gálvez. Su “destape” tuvo un efecto explosivo, estridente, solo que las detonaciones se convirtieron muy pronto en tan solo ecos. Esos empresarios y políticos poderosos, que no dan la cara, se equivocaron, jamás pensaron que la simpatía de Xóchitl se desvanecería tan pronto.

No tomaron en cuenta la inexperiencia política de Gálvez, la falta de inteligencia emocional, la desfachatez con la que se expresa esa que fue descosiendo hilo por hilo sus coloridos huipiles… Dejándola al descubierto con el traje de empresaria millonaria.

Xóchitl en sus discursos apasionada, renegó y dijo no estar de acuerdo que se otorguen apoyos sociales. Sus palabras, sus actos fueron destiñendo los coloridos huipiles, dejando de manifiesto que ella no representa al pueblo, sino a la élite empresarial que quiere recuperar sus privilegios.

Xóchitl menospreció las finas manos que bordan los trajes y que son la mayoría del sureste del país; a aquellas artesanas que para elaborar una prenda tardan semanas enteras, en los que en cada punto nos regalan el amor a sus culturas, a sus orígenes. Artesanas a quienes Xóchitl subestimó porque aseguró que ellas no están acostumbradas a trabajar ocho horas. No, en efecto, mucha gente del sureste y de todo el país trabaja mucho más que ocho horas. Gálvez es ajena a las necesidades del pueblo, no lo conoce. Ella se codea con expresidentes, con empresarios… ¿Cuántas horas está la senadora panista en el recinto?

Claudia jamás se expresaría así de los mexicanos del sureste ni de ninguna región. Ella los enaltece, los respeta. Sheinbaum no necesita de dramas de vida para conmover a la gente como si de telenovela se tratara. Claudia tiene una rival débil, a Xóchitl Gálvez.

Sheinbaum no utilizó ningún artilugio dramático, no lo necesitó. Ella está convencida. Seguirá sin desvío el mismo sendero que con tanto esfuerzo trazó el presidente López Obrador. Un camino que millones de mexicanos queremos que se siga consolidando.

Sheinbaum le lleva muchos puntos de ventaja a Ebrard y Xóchitl Gálvez, a quien opaca por su autenticidad, por su preparación profesional y política. Atrás en la contienda está otra mujer, Beatriz Paredes quien ha sido mesurada y ha mostrado en los eventos su amplia experiencia y larga trayectoria, otra, que también porta colorido huipil, ocultando de manera más discreta, esas lastimosas siglas, que tanto daño hicieron al país, esas letras tricolores que representan al traicionero Partido Revolucionario Institucional.

Sí, es tiempo de mujeres… Sí, el de Claudia Sheinbaum.