Es muy fuerte el mito —neoliberal, diría el presidente AMLO— de que no pueden ser eficientes las empresas controladas por Estados nacionales. Pero al menos dos enormes petroleras, que están entre las empresas más grandes y exitosas del mundo, refutan esa tesis: Saudi Aramco, que controlan el gobierno de Arabia Saudí y su fondo soberano estatal, y Equinor —antes llamada Statoil—, controlada por el Reino de Noruega.

Saudi Aramco y Equinor, lo mismo que otras compañías estatales consideradas paradigmas de productividad y rentabilidad, comparten muchas características: la principal, que me interesa subrayar aquí, consiste en que forman sus propios cuadros directivos.

Las dos, Saudi Aramco y Equinor, las dirigen expertos en ingeniería petrolera, desde luego calificados en administración y finanzas, que han pasado prácticamente todas su vidas profesionales en las distintas divisiones o gerencias de las corporaciones.

El presidente y director ejecutivo de la noruega Equinor, Anders Opedal, trabaja en esta gigantesca empresa petrolera desde hace 27 años. Ha sido todo en la compañía:

  • Vicepresidente ejecutivo de Tecnología, Proyectos y Perforación.
  • Vicepresidente ejecutivo de Desarrollo y Producción en su sede de Brasil.
  • Director de Operaciones.
  • Director de Adquisiciones.
  • Además ha ocupado otros puestos técnicos y operativos en la empresa.
  • El director de la petrolera propiedad del reino de Noruega se formó como ingeniero petrolero y tuvo estudios de maestría en administración de negocios.

El noruego Anders Opedal logró llegar a la dirección de una de las petroleras más grandes y exitosas del mundo en gran medida porque estuvo muchos años en no pocas de las áreas de la compañía.

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Es el caso del director de la gigante Saudi Aramco, Amin Hassan Ali Nasser. Como el noruego, Nasser también es especialista en ingeniería petrolera y empezó su carrera en Saudi Aramco hace unos 40 años. Ha ocupado numerosas puestos en la compañía: en perforación, gestión de yacimientos, producción, ingeniería, etcétera.

Pemex jamás ha tenido un director general formado desde abajo en la empresa petrolera mexicana. La han dirigido muchos políticos, algún contador, demasiados abogados, bastantes economistas, dos agrónomos, un productor de whisky y un solo ingeniero petrolero, Luis Ramírez Corzo, en el sexenio de Vicente Fox, quien estudió en el extranjero becado por Pemex y el Instituto Mexicano del Petróleo, pero que solo trabajó en Petróleos Mexicanos un breve periodo y con un solo cargo: el de principal ejecutivo; es decir, únicamente fue jefe de jefes y nunca conoció la empresa desde dentro, por lo tanto, no le tuvo ni cariño ni respeto. Quizá por tal motivo, al terminar su gestión se contrató con la empresa Oro Negro, que como sabemos —justa o injustamente, no es el punto a discutir— ha sido uno de los sinónimos de corrupción en el sector petrolero mexicano.

La Comisión Federal de Electricidad, la otra gran empresa estatal mexicana, tampoco ha tenido un director formado en la compañía. Tendrá, a partir de octubre, por decisión de la presidenta Claudia Sheinbaum, una directora general hecha en la CFE, con trayectoria de más de 20 años, Emilia Esther Calleja Alor, ingeniera experta en generación eléctrica que ha demostrado saber administrar.

Por nombramientos como el de Emilia Esther la gente ha evaluado tan positivamente el gabinete de Sheinbaum en el tracking diario ClaudiaMetrics, elaborado por la casa encuestadora MetricsMx y que se difunde en SDPNoticias y en un noticiero líder, el conducido por Sergio Sarmiento y Guadalupe Juárez en El Heraldo Radio.

Ojalá Claudia Sheinbaum resista las presiones de la política que a veces todo lo daña y haga con Pemex lo mismo que hizo con la CFE: entregar Petróleos Mexicanos a alguien especialista, precisamente en petróleo, que conozca todas sus áreas, que ame la empresa por haberse formado en la misma y que posea sólidas habilidades operativas y financieras. En una compañía tan grande habrá gente con tales características.

Será decisión de la presidenta, y solo de ella, y se le apoyará. Pero si algo pudiera pedirle a Claudia sería eso: un director o una directora de Pemex especialista en petróleo, por supuesto con la camiseta de la empresa bien puesta y que haya probado eficiencia en cargos técnicos y administrativos. Reitero, nada más y nada menos que lo que hizo en la CFE.