Los mercados se han encargado en erguirse como el gran contrapeso frente a la inminente instauración de un gobierno hegemónico. El arranque negativo del peso y la Bolsa Mexicana de Valores empañaron el triunfo colosal del oficialismo en los pasados comicios federales. Se podría decir que incluso le agüitaron un poco la fiesta a la virtual presidente electa, Claudia Sheinbaum Pardo.
El cacareo del denominado Plan C, que consiste en una serie de reformas encausadas en dinamitar cualquier tipo de contrapeso frente al poder del ejecutivo federal, ha provocado turbulencias financieras. Los protagonistas de este vergonzoso fanfarroneo ya fueron silenciados. Sin embargo, el presidente de la república, el día de hoy, retomó el tema. Lo que volvió a afectar gravemente al peso.
Es evidente que Claudia Sheinbaum Pardo no quiere iniciar su gobierno con problemas económicos. La complicación se presenta en quien será su predecesor, que es el que le está minando el camino a la presidencia con su labia destructiva e irresponsable.
Para sortear este inconveniente, Sheinbaum tendría que emprender una labor titánica: callar a López Obrador.
Ahora bien, Claudia y su equipo tienen un as bajo la manga: Mario Delgado Carrillo.
Es un hecho que todos los diputados y senadores del bloque oficialista que rendirán protesta cuando se instale la LXVI Legislatura este primero de septiembre le deben el curul, el escaño, al presidente nacional de Morena.
Así las cosas, Mario Delgado podría operar en nombre de quien entonces será la presidente electa para evitar que el paquete de reformas que comprende el Plan C se apruebe sin modificaciones ni análisis ni debate. Bien podrían alegar que no tendrían por qué precipitarse en sacar en un mes lo que pueden sacar de mejor manera en seis años. Alegarían responsabilidad legislativa y, sobre todo, apoyo a la presidenta de México.
Esto sin duda le lograría a Mario Delgado la confianza absoluta de Claudia Sheinbaum; y. por supuesto, que le sumaría puntos para ser electo como el próximo secretario de gobernación y operador político de la presidencia de la república.
Porque para el próximo sexenio se requerirá de un operador de esta naturaleza. La de Sheinbaum en lo político no será una presidencia como la de López Obrador. Nadie podría igualarlo en ese aspecto. Si el del tabasqueño fue un gobierno vertical, el de la doctora debe ser forzosamente horizontal.
El Plan C puede ser la primera prueba para la que será la siguiente administración.
Serán tiempos de definiciones: o están con el presidente saliente o estarán con la presidente entrante.
Se vienen meses de angustias; pero muy interesantes.