Ayer leí la columna de Jorge Fernández Menéndez, publicada en Excélsior, y me doy cuenta de que el de la pluma erróneamente asume que la primera mandataria del país, Claudia Sheinbaum Pardo, estuvo “desconectada” por viajar en un vuelo comercial. Así que vamos a entrar al tema de fondo, para que todos tengamos la misma información.

Vamos al pasado, a aquellas épocas donde los mandatarios viajaban en aviones “especiales”, con todo un séquito a bordo. Cuando yo entré a volar en la antigua Mexicana de Aviación, en el cada vez más lejano 1998, conocí a una compañera de mí grupo que había sido sobrecargo del avión presidencial.

En efecto, en esos años todavía estaba Ernesto Zedillo en la presidencia, y el avión que se utilizaba era uno de la familia Boeing, modelo 757-200, en el que además de viajar el presidente y su familia, se hacía acompañar de su círculo más cercano; evidentemente viajaba con su cuerpo de seguridad, y sí, con un montón de medios de comunicación que viajaban gratis cubriendo la fuente de presidencia.

Mi compañera nos contó muchas y variadas anécdotas que acumuló viajando como sobrecargo del avión presidencial y que tan largos eran los vuelos que le tocó hacer, como en 1996, por ejemplo, cuando Zedillo viajó a varios países del continente asiático; 10 días en total, incluyendo el tramo de México a Pekín, de aproximadamente 15 o 16 horas de vuelo.

Ahí sí tuvimos al jefe de nación mexicana Ernesto Zedillo “desconectado” por más de 16 horas. Una verdadera “tragedia”, si usamos la misma lógica del escritor, periodista y analista político de origen argentino naturalizado mexicano, Jorge Fernández Menéndez, quien dice:

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“Ahora que veía las imágenes de la presidenta Claudia Sheinbaum abordando un vuelo comercial, y con escalas, rumbo a Río de Janeiro, no deja de asombrarme la negligencia y tontería de haber vendido el avión presidencial, además a un precio ridículo a un dictador de Asia Central: un mandatario no puede ni debe hacer viajes de 12 horas en vuelos comerciales donde, además, en la mayor parte del trayecto no hay ni siquiera wifi.”

Jorge Fernández Menéndez, periodista

Quiero aclarar que la hiperconectividad de una persona es reciente. Se tiene la peregrina idea de que se debe estar conectado 24/7, porque “cualquier cosa puede suceder”. Más bien pareciera que estamos hablando de FOMO (siglas en inglés de Fear of missing out), que en buen español sería “miedo a perderse algo”.

Pero la verdad es que no sucede, para eso hay un gran aparato dentro del gobierno que se encarga de trabajar, para cualquier tipo de “contingencia” que se presente; por eso dentro del gabinete presidencial se tiene un “Secretario de Gobernación”, cuyas funciones son principalmente las de un vicepresidente, sobre todo cuando se queda al frente del país, como es en este caso en que Claudia viajó a Brasil a la reunión del G20.

“El sabio puede cambiar de opinión, el necio nunca” es una frase atribuida a Emanuel Kant, y en este caso concreto me gustaría resolver la paradoja: se critica y se cuestiona por qué y para qué acude Claudia a dicha reunión en Brasil, si en cualquier momento “algo” puede pasar en México. Curiosamente son esas mismas voces que criticaban acremente la actitud “pueblerina” de Andrés Manuel López Obrador de no salir de México, y atender las reuniones por video conferencias, o de plano por llamada telefónica.

El argumento de la pérdida de conectividad por viajar en una aeronave comercial queda bastante endeble, sobre todo cuando sabemos en qué línea aérea viajó la jefa del Estado Mexicano.

Claudia Sheinbaum viajó por la aerolínea Copa, de bandera panameña; hizo escala en Panamá, para proseguir a su viaje a Brasil. Y tanto en el avión como en el aeropuerto hay Wi-Fi, esto es, nunca estuvo “desconectada”.

Y es que Copa Airlines desde el 23 de junio del 2021 ofrece en sus vuelos el servicio de “Copa Showpass”, y así lo anunció a través de sus redes sociales:

“¿Ya conoces nuestro sistema inalámbrico de entretenimiento a bordo, Copa Showpass? Durante tu viaje puedes conectarte a la red Copa Showpass desde tu dispositivo personal. Al ingresar a http://copa.com podrás disfrutar de películas, series, revista Panorama digital y más.”

Copa Airlines

Además indican cómo pueden conectarse sus pasajeros:

“¿Cómo Conectarse al Wi-Fi de Copa Airlines?

Para acceder al Wi-Fi gratuito de Copa Airlines, los pasajeros deben seguir estos sencillos pasos:

Encienda su dispositivo y asegúrese de que el Wi-Fi esté activado.

Busque la red Wi-Fi de Copa Airlines en la lista de redes disponibles.

Conéctese a la red y abra un navegador web.

Acceda al portal de Copa Airlines para iniciar sesión y disfrutar de la conexión gratuita”.

Copa Airlines

Entonces, tal y como lo podemos comprobar, Claudia jamás estuvo desconectada viajando en una aerolínea comercial, porque tanto en las terminales aéreas como en el avión hay Wi-Fi, por lo que el argumento del columnista es “incompleto” por decir lo menos, y le es aplicable el sustantivo de “falso”.

Dice también que se trata de que “…se esté más descansado y preparado para asumir agendas complejas que requieren estar física y mentalmente en forma. Es una exigencia, más que una muestra de sencillez que, por cierto, en esos niveles nadie valora...”.

Y yo comento: relativamente cierto. Porque la presidenta se hubiera agotado más haciendo un vuelo directo. Además, viajar en un avión presidencial no es “en automático” más sencillo.

Brasil está siendo anfitrión de más de 40 países que participan en la Cumbre del G20. Cualquier logística que implemente el gobierno carioca, debe observar y concordar con todas y cada una de las resoluciones del Grupo Regional de Planificación y Ejecución del Caribe y Sudamérica (GREPACAS) de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).

Viajar en aerolínea comercial en lugar de usar la Fuerza Aérea Mexicana, ¿no le deja más tiempo y libertad a la presidenta Sheinbaum para tener la mente más despejada y así atender las agendas complejas que tiene enfrente?

Nuestra presidenta no llegó “agotada” a Brasil, y no va a llegar fulminada a su regreso. Usar un avión presidencial no marcaría una enorme diferencia, porque la presurización (proceso de bombear aire comprimido en la cabina para mantener una presión interna segura y cómoda para los pasajeros) es exactamente la misma.

Claudia Sheinbaum es una persona sana, y en su viaje a Río de Janeiro y al regreso no cruza tantos husos horarios como para argumentar que usar una aeronave comercial es el resultado de “una negligencia y una tontería”.

No coincido con que el dicho de que Sheinbaum viaje de esa manera solo para demostrar “sencillez” y que además en esos noveles “nadie valora”. Como egresada del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente, a la mandataria le importa mucho no incrementar la huella de carbono que dejaría un vuelo privado.

Y esto no es ninguna novedad, cada vez es más común que mandatarios en funciones del cargo, tomen vuelos comerciales, como el caso de David Cameron, quien voló incluso en una bajo costera como EasyJet.

A la lista podemos sumar al uruguayo José Mujica, al argentino Macri, al guatemalteco Jimmy Morales, y mencionar el caso de Angela Merkel viajando por Iberia para poder llegar en a la cumbre del G20 del 2018 en Argentina, derivado a que su avión oficial falló.

En resumen, la forma en que acaba de viajar Claudia Sheinbaum no la deja desconectada del mundo exterior, ni puede considerarse una extravagancia. Al contrario, se tiene un ahorro considerable en combustible, los salarios del personal de tierra, los tripulantes, el catering a bordo y el costo de cada pasajero, si es que incluimos a la prensa que sigue la fuente de presidencia.

Al país anfitrión se le aligera cualquier gestión de su espacio aéreo, y se contamina menos al planeta. ¿Dónde está la negligencia? ¿Dónde está la tontería?

X: @xime_garmendia