“Buscar en la propia biografía un deseo pendiente, un recuerdo particular, una experiencia vivida suele dar buenos frutos.”

SILVIA ADELA KOHAN

Hasta ahora, la agenda de las conferencias de prensa de Claudia Sheinbaum y los eventos que se difunden en los que ella participa están mayormente ligados a la transición política, lo que dado los momentos de la realidad nacional es absolutamente obvio y natural. Destacan particularmente las giras a las que ella acompaña a López Obrador, así como lo que la presidenta electa llama, con algo de giribilla y hasta de sorna, sus “jueves de gabinete”. Esto último —llevar los anuncios a cuentagotas— a mí en lo personal me parece una genialidad, pues despierta el interés de muchos y mantiene a otros a la expectativa de lo que se irá presentando (muy independientemente de que los designados pinten para ser unos buenazos o unas basofias como funcionarios).

Las siguientes semanas continuarán estando marcadas por estos asuntos, pero también por la gira del “adiós de Andrés Manuel”. ¿Qué tanto el presidente la haga participe a ella de este road-show? es algo que no sé.

Lo que sí sé es que esos temas y esos motivos tienen una temporalidad corta y esa está por llegar pronto a su fin.

¿Qué viene después para Claudia en materia de comunicación? es, entonces, la pregunta obligada a plantearse. Obligada para su propio equipo, como para los medios de comunicación —después de todo llevan casi seis años alimentándose de lo que el presidente les regala de interés en sus mañaneras—, pero también para analistas y población informada.

¿Qué tipo de esquema manejará Claudia para comunicar lo que hace, quiere hacer o ha hecho?, ¿qué deseará comunicar, en qué estilo y con qué fin? Y luego, ¿de qué vehículo o vehículos de comunicación con la gente y los distintos públicos estamos hablando? ¿Continuará con las mañaneras y con la impronta de López Obrador?

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Me aventuro a decir que la futura presidenta no lo tiene claro, pues del todo claro tampoco tiene los objetivos que perseguirá con ello.

Cuestión no menor es definir si querrá y necesitará ser una presidenta a ras de suelo, abierta al diálogo, con todos, con algunos o no. Para cada una de estas preguntas hay una respuesta para AMLO, pero ella no es él y por lo mismo las respuestas que él otorga no tienen por ser las mismas en el caso de Sheinbaum.

De bote pronto suena natural que Claudia Sheinbaum opte por continuar con una suerte de conferencias mañaneras —ya lo está haciendo— pero vivir en la costumbre, por cómodo, no necesariamente es lo adecuado.

¿Hay algún otro esquema que la proyecte y fortalezca más a ella? ¿Un mecanismo más ágil —número, duración, horario, invitados— , más serio, más cercano a la gente, más acorde a ella? Si no los considera, si no los prueba, no podrá saberlo.

¿Intervenciones con prensa presente o cápsulas grabadas a cuadro para ser trasmitidas en tele, en plazas y en redes sociales? ¿Qué le servirá más, pero sobre todo, que nos servirá más a nosotros ciudadanos comunes y corrientes?

Supongo reflexionará también —si es que no lo ha hecho ya— el que espacio que ella deje libre será ocupado por alguien más. ¿Y cuál sería el lenguaraz de la 4t que aprovecharía ese hueco? ¿López Obrador?

Veamos: fuera de los temas ligados a la conformación de su gabinete, lo que ha reverberado de las conferencias de Claudia Sheinbaum son los asuntos de López Obrador (lo de su hijo Gonzalo por ejemplo y su la posición de AMLO sobre la reforma al Poder Judicial opacó la importante reunión que sostuvo ella con Rosa Icela y con Harfuch en materia de seguridad). Para muestra un botón: de la conferencia de ayer, trascendió lo de Gonzalo (“hay mucho cariño entre nosotros”), lo de Caty Monreal (¡qué necesidad de defender a los junior-cachorros de la 4t y la unidad de los Morenistas)…

Fuera de los días jueves ¿se atienden sus conferencias?, ¿qué tanto se escuchan?, ¿impactan las mismas? Y si lo hacen ¿qué tanto impactan en diversos sectores de la población?

El fuerte de López Obrador fue y ha sido su estrategia de comunicación, desde aquel lejano “lo que diga mi dedito” (que sigue diciendo) hasta los sempiternos soliloquios en Palacio Nacional, que no son diálogos circulares, tan solo yoyos eternos.

¿Cuál será la estrategia de Claudia? Porque no tiene que ser ni lo mismo, ni en el mismo ámbito, ¿o sí? Y en el mismo sentido, la fortaleza de Claudia ¿será de corte democrática o autoritaria?

Ojalá que lo de Claudia sea un verdadero diálogo, con o sin mañaneras, y no el laberinto de la soledad de Octavio Paz. Pronto lo sabremos.