Primero desecharon a Lilly Téllez. La experiodista se había ensuciado en exceso por haber aceptado el rol de encabezar las campañas de desprestigio contra Andrés Manuel López Obrador, a quien ella ofendió en exceso e inclusive amenazó sin entender que enfrentaba a alguien infinitamente más fuerte.
Pero a la derecha empresarial, que es la dueña del frente PRI, PAN, PRD, le convenía que alguien encabezara las campañas de desprestigio contra el presidente López Obrador, y Lilly con imprudencia y una dosis de ingenuidad se prestó a desempeñar el papel de la heroína que era capaz de pelear con el hombre más poderoso de México. Así le fue a la querida senadora Téllez.
Lilly fue usada por los jefes de jefes, a quienes representa en el terreno de la política el señor Claudio X. González, de la familia que controla la empresa Kimberly-Clark de México, en efecto, la productora de los pañuelos desechables marca Kleenex.
Y así, como un Kleenex, cuando Lilly Téllez ya no era útil al proyecto de la derecha, simple y sencillamente fue arrojada al vertedero de la política.
No es que Lilly no tuviera la popularidad y la personalidad que se necesitaba para encabezar a la oposición en las elecciones presidenciales de 2024. En ninguna encuesta Xóchitl Gálvez la superaba, pero la decisión estaba tomada: la candidata tenía que ser Xóchitl y, como la senadora Téllez estorbaba dado que podía ganar la contienda interna, sin pensarlo demasiado la desecharon.
¿Por qué Lilly no y Xóchitl sí? Supongo que vieron a Lilly demasiado identificada con su jefe de toda la vida en TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, un magnate tan de derecha como cualquiera de los promotores de la senadora Gálvez, pero que no va a retar a AMLO más allá de autorizar propaganda barata en su televisora contra los libros de texto comunistas, algo que es más show que auténtica rebeldía.
Cuando pensaban que Xóchitl iba a arrasar en la contienda interna del frente PRI, PAN, PRD, permitieron la participación de otro panista, Santiago Creel, prestigiado abogado, con el propósito de acicalar la victoria de Gálvez.
Hace todavía un par de semanas la derecha empresarial creía que no había nadie en el PRI o en el PRD con capacidad para competir con Xóchitl Gálvez.
Pronto se dieron cuenta de que se habían equivocado, ya que el perredista Miguel Ángel Mancera, por haber sido jefe de gobierno de la CDMX durante el pasado sexenio, tenía un nivel de conocimiento muy superior al de Xóchitl. Entonces, a la mala descalificaron a Mancera, a quien nadie en el PRD apoyó porque los líderes de este minipartido dependen para sobrevivir de las aportaciones que reciban de la gente del dinero.
¿Y el PRI? Los empresarios que dominan el Frente Amplio por México pensaron que no había priistas con suficiente popularidad para siquiera acercarse a Xóchitl en las primeras encuestas.
Así se fueron a las mediciones demoscópicas en las que se iba a eliminar alguien entre Xóchitl Gálvez y Santiago Creel, del PAN, y Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid, del PRI.
El que dejó la contienda fue De la Madrid. Pero esto no fue lo relevante, sino el resultado de Beatriz en la encuesta de vivienda: empataba con Xóchitl.
Beatriz no solo era más popular de lo que había pronosticado la derecha empresarial, sino mucho más competente en el debate que Xóchitl. En tres foros, la priista arrasó por estar mejor preparada, mientras la panista hizo el ridículo con propuestas como la de combatir a las mafias prohibiendo las micheladas o con diagnósticos absolutamente clasistas como decir que en Chiapas la gente, porque es su cultura, no trabaja ocho horas diarias.
Habrá más debates. El martes 22 de agosto en Léon, Guanajuato, después en Guadalajara y alguno más. Ya no hay duda: Beatriz va a seguir aplastando a Xóchitl, dialécticamente hablando desde luego.
Entonces, para evitar la catástrofe en la última encuesta y, sobre todo, en una votación que el PRI podría ganar fácilmente si moviliza a sus bases, la derecha empresarial presionó a Santiago Creel para abandonar la contienda, con la esperanza de que sus votos y sus números de preferencias en los estudios demoscópicos se sumen a los de Xóchitl Gálvez, lo que podría ocurrir, pero no es seguro.
No merecía Creel semejante humillación. Era su derecho, ya en la última etapa de su carrera política, llegar hasta el final de la contienda interna opositora. No lo dejaron. Los patrones del frente PRI, PAN, PRD usaron a Santiago como Kleenex: medio limpiaron con ese panista el rostro de Xóchitl, y al basurero fue a dar un hombre que jamás pensó iba a ver su dignidad pisoteada de esa manera. A los jefes de jefes les valió gorro el curriculum de Santiago Creel: su pasado como secretario de Gobernación y su reputación de abogado de primer orden se fueron con él al estercolero al que van a dar los políticos cuando dejan de ser útiles.
Ahora a ver si Xóchitl Gálvez puede con Beatriz Paredes. El pronóstico mañana es otra goleada a favor de la mucho más experimentada y preparada priista, brillante en la oratoria y poseedora de una cultura bastante amplia. Ya se verá en la encuesta y en la votación del Frente Amplio por México si tuvo sentido humillar a Santiago Creel, porque los siempre mañosos priistas no van a dejarse vencer sin dar batalla en terrenos que dominan.