En Coahuila habrá este año al menos cuatro candidatos a gobernador, pero podrían ser cinco si Movimiento Ciudadano participara en el actual proceso electoral:

  • Manolo Jiménez Salinas, de la alianza PAN-PRI-PRD.
  • Santana Armando Guadiana Tijerina, de Morena.
  • Evaristo Lenin Pérez Rivera, del Verde.
  • Ricardo Sóstenes Mejía Berdeja, del PT.

Si en Morena hubiera habido un trabajo político mínimamente eficaz, a su candidato lo habrían apoyado el Verde y el PT, es decir, no serían candidatos —o no tendrían partido para buscar la gubernatura— ni Mejía Berdeja ni Pérez Rivera, ya que tanto el Verde como el PT habrían ido en alianza con el instituto político fundado por AMLO.

Si se hubiera aplicado Mario Delgado, dirigente de Morena, habría mantenido en Coahuila la unidad con verdes y petistas. Pero Delgado no solo no se aplicó, sino que con actitudes valentonas creó condiciones para romper con dos aliados naturales, por así decirlo, del partido de izquierda.

La más preocupante para Morena es la candidatura de Mejía Berdeja por el PT. Este político lagunero realizó una intensa precampaña en Morena, en la que pudo crear una estructura electoral importante en todo el estado de Coahuila. Su cargo de subsecretario de Seguridad, muy cercano AMLO —al que acompañó en numerosas conferencias de prensa mañaneras— le facilitó la tarea de convencer a los coahuilenses que simpatizan con el presidente de México.

Ricardo Mejía Berdeja no ganó la encuesta de Morena y se inconformó. Públicamente expresó que no creía en los resultados —en lo personal yo tampoco: las encuestas de MetricsMX que publica SDPNoticias decían otra cosa— y exigió explicaciones que Mario Delgado no le dio.

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De hecho, Delgado dejó de contestar los mensajes de Mejía Berdeja desde días antes de que se aplicara la encuesta de Morena. No es la manera en la que debe proceder un dirigente partidista.

Montado en la soberbia —el peor de los pecados en el caso de un político—, Delgado pensó que tarde o temprano Mejía Berdeja se iba a disciplinar porque no lo veía con los tamaños que se necesitan para romper con alguien tan poderoso como Andrés Manuel López Obrador.

Mal cálculo de Delgado, ya que Ricardo Mejía sí se atrevió a romper —sin romper— con el presidente de México a quien tanto le debe.

¿Romper sin romper? Es decir, Mejía renunció a su puesto en el gobierno federal y abandonó Morena para ser candidato de un partido aliado de la izquierda, lo que espera se interprete como un rompimiento con el dirigente formal del morenismo, pero no con el presidente López Obrador ni con el proyecto de la 4T, que el ahora aspirante petista en Coahuila volverá a apoyar, desde cualquier trinchera, en las presidenciales de 2024.

Mario Delgado cometió varios errores graves:

  • Una encuesta en la que no hubo claridad —nadie entendió cómo se realizó y, lo peor, no se negociaron las preguntas con los aspirantes a la candidatura—.
  • Dejó de tener comunicación con uno de los aspirantes más fuertes, Mejía Berdeja, quien además era el más cercano a AMLO.
  • Apoyó en todo momento a un expanista, Luis Fernando Salazar, quien toda su vida política defendió valores contrarios a los de Morena.
  • No se dignó dar explicaciones amplias al inconforme con la encuesta.
  • No se acercó lo suficiente al PT y al Verde par garantizar que por ningún motivo se alejarían de la alianza con Morena.

La suma de dos negativos es el doble de rechazo

En las encuestas serias que vi antes de que Morena realizara la suya, el aspirante con más negativos —por lo tanto, el menos competitivo— era el senador Guadiana. Y el precandidato con más posibilidades de crecer era Mejía.

¿Qué va a pasar ahora? Morena se dividirá. No sé si les alcanzará a Mejía Berdeja y al PT para que el proceso electoral de Coahuila se convierta en una contienda a tercios: tercera parte el PRI y aliados, tercera parte Morena y tercera parte el PT. Lo seguro es que el partido del presidente AMLO perderá bastante de su potencia y, por lo tanto, se alejará de la victoria. Y en una de esas, si los negativos de Guadiana aumentan, podría irse al tercer lugar, lo que sería un desastre para el morenismo.

Debe destacarse un hecho: en el noreste de México el partido de izquierda no es líder en ninguna parte, e inclusive es la cuarta fuerza política en entidades tan conservadoras como Nuevo León, donde recientemente se fue al cuarto lugar a pesar de contar con la mejor candidata, Clara Luz Flores. Con un candidato con tantos negativos como Guadiana en una entidad también conservadora como Coahuila, Morena podría enfrentar un desastre, ya que la suma del rechazo a Guadiana como persona y del rechazo a Morena por razones ideológicas, puede dar como resultado una caída brutal en los votos.

Pero... la división en Coahuila es lo mejor que le podía pasar a Morena, a AMLO y a las corcholatas

La división es lo único que puede impedir el triunfo de Morena en las elecciones presidenciales de 2024. El presidente López Obrador tiene fuerza política de sobra para asegurar la unidad entre las corcholatas Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard. El problema es que Andrés Manuel también tiene mucho trabajo: nada más el de gobernar uno de los países más grandes del mundo. Así que necesita confiar en que sabrán actuar correctamente quienes controlan Morena. ¿Tienen la capacidad que hacer falta para ejecutar una tarea tan delicada?

Veamos la estructura de mando en Morena. Existen un comité ejecutivo y un consejo nacionales. El consejo se integra de la siguiente manera:

  • 300 consejeras y consejeros nacionales.
  • A 200 les elige el congreso nacional ordinario del partido.
  • 100 proceden de las presidencias, secretarías generales y secretarías de organización de los comités estatales de Morena.
  • También forman parte del consejo el presidente del CEN de Morena (Mario Delgado), la secretaria general (Citlalli Hernández) y el secretario de organización (Alejandro Peña).
  • El presidente del consejo nacional de Morena es el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo.

Nadie duda de la capacidad de operación política de Durazo, pero… como AMLO también tiene mucho trabajo: el de gobernar una de las entidades más importantes de México.

La talacha diaria tiene que hacerla Mario Delgado, quien en Coahuila exhibió todas sus limitaciones como operador.

La crisis coahuilense representa una lección para el presidente AMLO y las corcholatas de Morena. Si dejan la conducción del proceso en manos de alguien no del todo capacitado, será la ruina del partido de izquierda, en cuyo seno ha crecido notablemente la guerra sucia —quizá originada en la oposición, pero que aviva el fuego amigo todavía menor, pero siempre existente, en el partido de izquierda—.

La pregunta que deben hacerse el presidente AMLO, el gobernador Durazo y las corcholatas Claudia, Adán y Marcelo es si Mario Delgado es el bombero que necesitan para apagar los incendios que ya aparecen en la contienda sucesoria en Morena.

Lo que está pasando en Coahuila es una llamada de atención muy a tiempo acerca de si vale la pena dejar algo tan relevante en manos de alguien sin capacidad como parece ser el caso de Mario Delgado.

Por cierto, Morena tendría una gubernatura más si Delgado no hubiera cometido serios errores en Durango.

¿Es Mario Delgado confiable? Que respondan en Morena, en Palacio Nacional, en Gobernación, en la cancillería y en la jefatura de gobierno de la CDMX.