Los indicadores económicos en una de las economías más grandes del mundo comienzan a alarmar a propios y extraños.

Indicadores como el Dow Jones, Standard and Poor’s 500 y otro tipo de inversiones como las criptomonedas han sufrido fuertes pérdidas esta semana. Mientras que “expertos” como el comentarista de CNBC Jim Cramer piden a las personas “no entrar en pánico”, los “mercados” (atrever that means) están cada vez más nervioso y son bastantes los que se preguntan si esta burbuja ya reventó, o está a punto de hacerlo.

Si es cierta la apreciación de Karl Marx, de que la historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa, estamos viendo una repetición tragicómica de las dos últimas burbujas especulativas que devastaron la economía mundial en el espacio de una década:  la de las empresas “dotcom” a fines de los noventa y la burbuja inmobiliaria de 2007-2008.

Lo preocupante es que, salvo una declaración de guerra por parte de Estados Unidos de América para reactivar su moribunda economía, misma que se encuentra con un lento crecimiento debido a la brutal ola del “inofensivo” Ómicron, lo cual está a la vista con los anaqueles vacíos y los problemas en las líneas de distribución a lo largo y lo ancho del país cuyas autoridades, hasta hace apenas un par de años, destacaban la escasez de productos en naciones con bloqueos y sanciones económicas como Cuba y Venezuela como un “logro” de su sistema capitalista.

Sin una bola de cristal, pero armados con varios referentes históricos, desde ahora podemos adelantar que, como ocurre de forma recurrente como parte de las crisis cíclicas que son intrínsecas al capitalismo, que tanto EU como gran parte del mundo entrarán en una recesión, misma que vendrá a ser agravada tanto por la pandemia como por otras crisis apremiantes como el calentamiento global.

Entre la espada y la pared, a los intereses que gobiernan EU les quedará únicamente una opción para “reactivar” su economía belicista: un conflicto con China, Irán o con Rusia en la zona de Ucrania, mismo que podría terminar en una tercera guerra mundial, de índole nuclear, con consecuencias catastróficas para la humanidad. Ojalá que no.