Para poder comprender el cómo llegamos al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía hay que hablar de historia. Y ello nos obliga a remontarnos al primer gobierno denominado “de la alternancia”, en aquel año 2000 en el que no sólo recibimos un nuevo milenio, sino que también el presidente que nos iba a gobernar era de una extracción política diferente, acabando con más de 70 años de la dictadura perfecta del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Y es que en octubre del 2001, el entonces presidente Vicente Fox, de origen panista, ante la cercana saturación en las operaciones aeroportuarias del Aeropuerto “Benito Juárez” (AICM), tuvo la idea de poner en la mesa dos proyectos para la creación de una nueva terminal aérea.
Uno en la zona de Tizayuca y otro en el área del ex lago de Texcoco. Se hicieron estudios en ambas propuestas y los representantes de los sindicatos aeronáuticos de ese tiempo estuvieron muy involucrados en la discusión. Se llevaron a cabo diferentes foros, pláticas y coloquios con la finalidad de conocer ambos proyectos y poder elegir el más viable.
El gran tema a debatir respecto al aeropuerto en Texcoco fue desde el principio la presencia de aves, circundantes al ex lago. Los pilotos saben lo que el golpe de tan sólo un ave puede hacer. Cómo anécdota les contaré que a principio del año 2000, un ave impactó el parabrisas del avión modelo Boeing 575 de la Compañía Mexicana de Aviación. Veníamos de Chicago y aterrizamos en León, Guanajuato. Teníamos que regresar a Chicago, era un vuelo de madrugada con pasaje esperando y para no hacerles el cuento largo, la demora fue tan larga, que se nos venció a la tripulación la jornada. Nos quedamos a pernoctar en León, porque tuvieron que ir en camión a México (cerca de 8 horas en total, sin contar el trabajo de colocación del nuevo) para solicitar al MRO (base de mantenimiento), un parabrisas para reponer el roto por el impacto de un pájaro.
Por lo tanto, había muchos entusiastas del proyecto de Tizayuca. El plan incluía un tren que saliera del AICM para los pasajeros y que conectase con la nueva terminal aeroportuaria. El gobernador del Estado de Hidalgo, Manuel Ángel Núñez Soto, empujaba porque le dieran luz verde al proyecto, ya que se hablaba de crear una ciudad “satélite” alrededor de la nueva terminal para los trabajadores que tendrían que laborar en dicho sitio.
No olvidemos que el entonces Secretario de Comunicaciones y Transportes declaró: “…el aeropuerto no tendría el menor impacto sobre la ruta de migración de las aves…Se generará un cambio adverso significativo durante las etapas de preparación del sitio y construcción, de manera temporal y puntual, ya que la zona salobre del ex lago de Texcoco…”, es decir, seguramente ya había “hablado con los patos” y estos prometieron solemnemente no estamparse en los parabrisas, nariz, ni en ninguna otra parte de una aeronave.
Sin embargo y pese a estos serios acuerdos entre el gobierno y las aves, el proyecto de Texcoco se fue a pique y más por los sangrientos acontecimientos suscitados en San Salvador Atenco, de la mano de su gobernador Enrique Peña Nieto.
Dichos eventos llevarían al gobierno de Fox a repensar una salida a la problemática, y lo único que se le ocurrió fue crear otra terminal en el mismo aeropuerto. Deseñando desde un principio el proyecto de Tizayuca por tener un fuerte tufo “priísta”
Así que se abocó de lleno y por completo a construir un edificio que parece más un cartón de huevo que una terminal aérea, un edificio con un sinfín de defectos, como salidas de emergencia que dan a las pistas, problemas de hundimiento y un largo etcétera.
Con la llegada de Peña Nieto a la presidencia se revive el proyecto del aeropuerto en Texcoco; para ser breve, todos sabemos que a arribo de Andrés Manuel a la presidencia del país, el proyecto de NAIM fue cancelado.
Pero la problemática de la saturación del aeropuerto capitalino continuaba. Es por ello que al nuevo gobierno le ponen en la mesa varias salidas: se volvió a sacar el proyecto de Tizayuca, el cual siempre ha sido la mejor propuesta, pero optó por ampliar la Base de Santa Lucía, apoyándose en lo ya construido.
Es así como llegamos al aeropuerto de Santa Lucía. Para unos un magno proyecto, para otros una “central avionera”. En los hechos, ni lo uno ni lo otro. Hablemos claro, en efecto existe en la actualidad una saturación en las operaciones del aeropuerto “Benito Juárez”, pero esto también se debe a varios factores en los que el gobierno ha sido coparticipe junto con las empresas de aviación.
A raíz de la salida de Mexicana de Aviación del mercado, las aerolíneas de bajo costo que operaban en el aeropuerto de Toluca (AIT), migraron al de la Ciudad de México, creando la sobresaturación, pues salió una aerolínea y entraron en su lugar tres de golpe y porrazo.
Se debe entender que gran parte del problema y la necesidad de un nuevo aeropuerto surge precisamente por el tema de la saturación de vuelos, y es que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes ha sido omisa en cuanto a sus obligaciones de regulador; no olvidemos que es el gobierno a través de esta Secretaría quien otorga las concesiones para la operación de las aerolíneas en el país, y que al día de hoy seguimos careciendo una política aeronáutica que ponga orden.
Existe un desaseo (herencia del gobierno de Calderón) con el tema de las rutas y los slots; por eso no es de extrañar que Volaris se haya adelantado a VivaAerobus en la búsqueda de quedarse con las mejores rutas y slots del nuevo aeropuerto AIFA.
Urge una descentralización en las operaciones aeroportuarias, impulsando HUB´s en otros aeropuertos, si bien es cierto que el AIFA le dará un respiro al AICM, no es la panacea. Tanto empresas como gobierno deben ponerse de acuerdo y optimizar el espacio aéreo mexicano, el cielo es un bien intangible de la nación y de nuestra soberanía nacional.