Con muy mala leche, Carlos Elizondo Mayer-Serra comentó en Reforma una conferencia en la Facultad de Economía de la UNAM. Identifico al personaje: él es profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey y ha trabajado en el sector público.
En efecto, Mayer-Serra en el sexenio de Vicente Fox representó a México ante la OCDE. Y en la administración de Enrique Peña Nieto participó en el consejo de administración de Pemex, al que renunció en el inicio del periodo de Andrés Manuel López Obrador porque no coincidía con la política energética de la 4T. Pudo haber permanecido en el puesto para defender sus puntos de vista, pero no lo hizo por pereza y en una de esas hasta por miedo —como dice el bolero, sabrá Dios, uno no sabe nunca nada, si acaso representaba intereses raros relacionados con la petrolera mexicana—.
El caso es que a Elizondo Mayer-Serra no le gustó la conferencia de Mariana Mazzucato sobre el Estado emprendedor (es el título de un libro de ella), comentada por Luz Elena González, secretaria de Energía.
En lo personal —juzgo basado en los comentarios de Mayer-Serra— me parece que tiene sentido lo que dijeron tanto Mazzucato como González en la UNAM. Cito dos párrafos del colaborador de Reforma y añado algún pequeño apunte adicional sobre tal evento que encontré en Energía a debate:
- “Mazzucato ha construido una visión alternativa al neoliberalismo según la cual el Estado no sólo debe resolver fallas de mercado y proveer bienes públicos, sino también ser innovador y asumir riesgos donde los privados nunca lo harían”.
- “Al contrario de las empresas privadas preocupadas por el rendimiento de corto plazo de su inversión, el Estado puede pensar en el largo plazo, como con el Programa Apolo. El sueño de llegar a la Luna detonó innumerables desarrollos tecnológicos. En su comentario, la secretaria utilizó este ejemplo como muestra de cuánto puede hacer un Estado. También señaló que ese modelo inspira a la 4T”.
- Luz Elena González “se pronunció por volver a la reconquista de las capacidades del Estado especialmente para perseguir grandes objetivos sociales, capacidades que, desde su óptica, le quitó el neoliberalismo”.
- Dijo la funcionaria del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum: “Hay que atreverse a mirar más lejos, hay que buscar propósitos de ese alcance, con ese horizonte, con esa altura de metas, con la ambición humana que nos fue arrebatada, en mi opinión, por la pichicatez del neoliberalismo”.
Elizondo Mayer-Serra no está precisamente en desacuerdo con las tesis anteriores. Más bien criticó lo dicho por Mariana Mazzucato y Luz Elena González por pura grilla. Para el excolaborador del gobierno de Fox y actual profesor del Tec, el problema es que no puede haber un Estado emprendedor con la 4T. ¿Por qué no? Por la reforma judicial, apunta el columnista de Reforma. Está bien, implementarla será un desmadre —ya lo es—, pero no exageremos: todo tiene remedio.
Con trabajo se ajustará lo que deba ser ajustado, y ya. Se tendrá la ventaja de que se podrá construir una nueva judicatura sin los vicios de la anterior —demasiado nepotismo, excesiva corrupción—. Sin duda será una pena que se retiren personas muy valiosas, como dos o tres ministros y ministras de la SCJN. Pero esperemos que colaboren en la construcción del nuevo sistema aportando sus conocimientos en los medios de comunicación. Perderemos personas juzgadoras del más alto nivel, pero si no se retiran del debate público ganaremos comentaristas que con objetividad asesoren al Estado desde los espacios periodísticos.
Esto me lleva a preguntarme por las funciones del llamado Consejo Asesor Empresarial que tuvo AMLO y que continuará con Claudia Shenbaum.
¿En qué pueden asesorar hombres y mujeres de negocios a la presidenta Claudia Sheinbaum? No en muchos temas y, si me presionan, en ninguno.
En lo que mejor hacen o deberían hacer empresarios y empresarias —y que sí interesa a un gobierno— no son mejores que el equipo de Claudia. Me refiero a publicidad o propaganda para vender sus productos o mejorar la imagen de sus compañías, sobre todo las más cuestionadas por contaminantes, abusivas, monopólicas, etcétera.
En Palinuro de México, Fernando del Paso cita por ahí una frase famosa de Aldous Huxley: “Es más fácil escribir diez sonetos pasables que un anuncio efectivo que lleve a miles de personas a comprar un producto”. Enseguida, el novelista menciona la Isla de la Fama Efímera, “donde todos los habitantes sin excepción, así como los viajeros que la visitan, tienen derecho a ser famosos durante quince minutos y a elegir el momento y las circunstancia de su fama”.
Si algo ha hecho con gran eficiencia la 4T es convencer a millones de personas de que el cambio político orientado a la izquierda es lo mejor para México. Ha sido tan exitoso el partido Morena que su fama no ha durado 15 minutos, sino que va ya por su segundo sexenio. Para eso no necesita la presidenta el consejo de empresarios y empresarias.
¿Hay buenos analistas entre quienes dirigen las grandes empresas mexicanas? En mi experiencia hay dos excelentes, Carlos Slim y Armando Garza Sada. ¿El resto? No hay mucho rescatable en las cúpulas empresariales.
Con seriedad me pregunto qué pueden aportar para la construcción de un Estado emprendedor algunos empresarios mexicanos que, en su gran mayoría, no hicieron sus empresas: las heredaron de sus padres y, ni hablar, aun de sus abuelos; las hicieron crecer no por innovadores, sino porque les favorecieron concesiones públicas, contratos con el gobierno o de plano privatizaciones.
Valdría la pena que Claudia solo invitara a su Consejo Asesor Empresarial a empresarios y empresarias, con o sin fama, grandes o de menor tamaño, que hayan desarrollado sus negocios desde cero, sin el apoyo de fortunas familiares y, por supuesto, sin trabajar básicamente para el gobierno.
Gente así, verdaderamente emprendedora, que no abunda en las grandes empresas mexicanas, solo con contarle sus historias de esfuerzo —no de privilegio, diría Luis Donaldo Colosio— podría enseñar bastante a Claudia Sheinbaum acerca de la función empresarial para hacer del Estado mexicano un Estado emprendedor.
Pero personas así hay pocas, o ninguna, entre quienes se mencionan para el consejo. Y los empresarios menos calificados son los grillos —empresarios sin empresas— que controlan las instituciones de la cúpula empresarial.