Resta poco menos de una cuarta parta del sexenio de Andrés Manuel López Obrador y la derecha mediática, académica y partidista continúa carente de capacidad de autocrítica y de reconocer al menos una cosa -una sola- positiva sobre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Mientras que la economía de Alemania, sacrificada ante el altar de la OTAN y del conflicto en Ucrania, entra en recesión y monedas cómo la lira turca y el peso argentino se desploman, el peso mexicano alcanza sus mejores niveles desde 2015, 17.27 pesos por dólar estadounidense, casi rozando la barrera sicológica de los 16 pesos.
Sin embargo, los pseudoeconomistas neoliberales son incapaces de reconocer en este fenómeno algún acierto de López Obrador y su gabinete. Entre las estupideces que he leído es que “el peso no está fuerte, sino que el dólar está débil (sic)”, o que “el peso no está fuerte, está caro (sic)”, aunque con esta diatriba infame no logran explicar porque las monedas anteriormente mencionadas y hasta el Euro se han depreciado respecto a la moneda estadounidense.
La realidad es que con una política ortodoxa, de librito incluso, este gobierno logró fortalecer las fuerzas productivas nacionales y nuestra divisa con unos simples pasos que se alejan de los cánones oligofrénicos y repletos de pensamiento mágico del dogma neolibera:
1. No se contrató deuda, ni en el peor momento de la actual pandemia durante 2020-201
2. Se dispersaron recursos a los mexicanos que calificaron para programas sociales
3. Se crearon obras de infraestructura
4. Se cobraron impuestos a los evasores
5. Se combatió en la medida de lo posible la corrupción.
Los derechairos están política e ideológicamente acabados. Mientras su principal pilar ideológico, los Estados Unidos, se tambalea en medio de una aguda crisis social, económica y política, al tiempo que Europa se somete a los designios del otrora poder hegemónico, no pueden aceptar que el país en donde nacieron y que tanto desprecian, lo esté haciendo mejor. Les gana el hígado. Y el odio.