Este martes próximo ocurrirá lo mismo: Layda Sansores montará su espectáculo televisivo, eso sí, con una pésima producción y un elenco subyugado que se hinca a los deseos de la gobernadora para satisfacer su ira emocional o, mejor dicho, seguir empujando fuerte para tratar de obstaculizar la contienda presidencial de aspirantes legítimos que, incluso, el presidente reconoció de forma oficial en el juego sucesorio con Morena.
Sin embargo, Layda Sansores sigue reaccionando bajo los impulsos de convertirse en la cuña, y como una prueba de lealtad hacía la aspiración presidencial de Claudia Sheinbaum que parece que- se siente cómoda- con el espectáculo que brinda el Martes del Jaguar. De hecho, sigo insistiendo que, ese show televisivo, fue creado, sin duda, como una especie de función de entretenimiento tipo Laura en América donde su conductora, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, aprovecha los reflectores y el espacio de comunicación para intentar golpear a la clase política del país.
Con el pretexto ensalzado de poner por delante su “valentía” para hablar de temas, según ella de interés público, quiere sacar provecho a través de una estrategia de golpeteo. Lo hizo con Alejandro Moreno, presidente nacional del PRI. De esa forma le sirvió la estrategia para someter al dirigente del tricolor. En efecto, ese mismo método- ahora fallido- lo quiso aplicar con el coordinador de los Senadores de Morena cuando lo acusó, sin fundamento, de haber tenido una conversación vía WhatsApp con el líder del Revolucionario Institucional.
Se ha comprobado que, esa conservación, tiene claras evidencias de manipulación. Siendo así, será la propia FGR quien siga el curso de la investigación. Mientras tanto, supongo que ella seguirá machacando bajo el manto protector que le otorga el título de gobernadora de una entidad; empero, sí las autoridades encuentran pruebas de la maquinación entonces sí, vendrán las consecuencias legales para Layda o será la cosecha que ella misma sembró.
Ha trascendido, incluso, que ese espectáculo no fue -para nada- del agrado del presidente. Los comentarios, según se abordan en los fragmentos de análisis, se tomaron muy mal en Palacio Nacional al grado de buscar una salida rápida que sane esas grietas que abrió la gobernadora. Supongo que así fue como Mario Delgado tomó la determinación de visitar al coordinador de los Senadores de Morena en su propia oficia; el mensaje es más que claro: hay un proceso para tratar de conciliar lo más rápido posible esta situación porque ya pronosticaron que, una ruptura, no sólo será un cataclismo para Morena, sino sería la punta de lanza para entregarle la presidencia a la oposición.
Esperemos que no sea una estrategia y una simulación del dirigente nacional de Morena para calmar el vendaval, de lo contrario, dijimos el costo político puede ser altísimo porque- muy probablemente- se vendría abajo la posibilidad de que Morena gane la elección en 2024. Ésa parece ser la lógica de una fotografía.
Empero, hay actores políticos que bajo el poder siguen alimentando de piedras el camino. Esa parece ser nuevamente la estrategia de Layda Sansores pues advirtió, una vez más, que replicará, según su show mediático, algunas respuestas a lo que ha circulado estos últimos días. En otras palabras, le echará más leña al fuego en vez de buscar alternativas para poner fin a la guerra sucia que ella misma inició con el fin pernicioso que indica que, esta confabulación, está al servicio y se nutre bajo el patrocinio de una corcholata que siente que es la elegida del inquilino de Palacio Nacional.
El celo o ese deseo acelerado de figurar como la única opción en el país está contagiando a muchos actores políticos que hacen el juego sucio que no abona en nada a la democracia. Es evidente que hay una guerra abierta con una estrategia burda que, en lugar de ayudarles para allanar su camino, están provocando una revuelta innecesaria escenificada en el Martes del Jaguar.
Se especula que, el mismo presidente, está muy molesto con la actuación de Layda Sansores, al menos, ha trascendido. Sería lamentable que hubiera libertad de acción desde Palacio Nacional utilizando el mecanismo de ablandamiento del viejo régimen presidencial. Eso es lo que no podemos asegurar; habrá que esperar el curso de los siguientes programas para ver sí esto es una estrategia predeterminada del propio gobierno o sólo es, como parece actualmente, un impulso de Layda por quedar bien con Claudia Sheinbaum, pues es evidente que se convirtió en su jugador número doce en la cancha.