Hasta el cierre de esta columna la discusión sobre la minuta en materia electoral continuaba en un clima de tensión por saber cuál será su desenlace. Todos saben que, esta situación, alcanzó un punto de polarización por todo el país, especialmente entre quienes simpatizan con una expresión u otra. Este paradigma es, sin duda, ese tipo de escenarios que no queremos para el territorio nacional. México necesita una apertura de ideas y opiniones que sumen para que contribuyan al fortalecimiento de la democracia.

Por desgracia, el país se está convirtiendo en un escenario de lucha constante que no abona en nada a la gobernabilidad. Siempre es necesario, por flexibilidad, abrir el debate a quienes pueden contribuir. Y eso es precisamente lo que pasó en materia electoral. Seguramente la minuta alcanzará la mayoría simple que se necesita porque -Morena y los aliados- cuentan con los votos suficientes para aprobar sin contratiempos.

Probablemente harán valer su condición y, en mayoría, respaldarán el proyecto del jefe del ejecutivo federal. Muchos, no todos, movidos por el efecto que jala la opinión del presidente Obrador. Quizá otros por temor a ser señalados injustamente como desleales votarán a favor, sin embargo, vale más fijar la posición porque -en política- como en la vida, siempre es mejor ser congruente con lo que piensas, haces y dices.

Eso, en política y en la vida pública, hay que reconocerlo en Ricardo Monreal que ha sostenido -durante toda su carrera- lo que piensa, máxime si se trata de materia legislativa y constitucional. De hecho, ayer presentó un voto particular sobre el tema de Reforma Electoral lo que anticipa -en ese escenario- un voto en contra u abstención en el momento de la votación.

Y lo hizo a título personal. Tal vez muchos de sus compañeros abrazan su posición porque algunos son Juaristas y saben perfectamente lo que significa la constitución para la materia legislativa y la división de poderes. Sin embargo, él mismo está asumiendo el costo político que esto traerá a futuro, sobre todo con la voz del presidente que hoy, en Palacio Nacional, no dudará, ni tantito, en fijar su postura.

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No sé cuál vaya a ser su juicio. Tal vez responda con algún comentario de que respeta la determinación de cada legislador o, en una de esas, afila la narrativa y lanza un duro golpe apuntando a quien determinó decidir en contra o en abstención.

Sin embargo, para muchos la lingüística del presidente pasará desapercibida porque, lo que hizo el coordinador de los Senadores de Morena, fue haber puesto en práctica la autonomía y la libertad de actuar y pensar, incluso eso lo mostró cuando defendió la propia Constitución Política al momento de describir el número importante de inconstitucionalidades que traía implícita la minuta que llegó de San Lázaro, misma que resultó ser penosa y desafortunada porque avalaron un proyecto sin leerlo ni estudiarlo.

Tuvo que ser el propio Senador Ricardo Monreal después de estudiar la minuta quien fundamentó -con la constitución en la mano- que había una serie de irregularidades que violaban la norma jurídica. Eso, simplemente, es un hecho que justifica la inviabilidad. De hecho, sea cual sea el desenlace, el punto irá a parar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación porque utilizarán el recurso debido a que estas sean revisadas y analizadas, ya que- varios puntos- afectan al órgano electoral al ser un atropello a la constitución.

Por eso, pase lo que pase, habrá especulaciones, grilla y seguramente hasta conspiraciones en contra de Ricardo Monreal.

No me extraña nada de eso porque, desde hace tiempo, hay una descarada estrategia en contra de él. El mejor ejemplo de ello es Layda Sansores que le ha servido a los radicales de Morena como la bayoneta para abrir metralla, eso sí, injustamente.

Pero viendo el lado más positivo del escenario, más allá de la especulación que levantará la determinación que se tome, Ricardo Monreal ganará el respaldo de millones de simpatizantes que están del lado de la ley. No hablo de la oposición, sino de cientos de miles de ciudadanos libres y con capacidad emancipadora para emitir un juicio a favor de lo que pasó.

Finalmente, la postura que tomó Monreal y el voto particular fue un acto de congruencia y consciencia en un momento trascendental para salvaguardar la democracia en el país. Tal vez el proyecto se avale en mayoría simple, pero el coordinador de los senadores de Morena puede irse con la frente en alto y seguir mirando hacia adelante.

Si hay respeto por la decisión, esto no debe tomarse como una postura o definición. Así que, por ningún motivo, debe ser razón suficiente para intentar defenestrar a Ricardo Monreal desde Palacio Nacional a menos de que, desde hace ya tiempo, hayan tomado una decisión de esa naturaleza porque las circunstancias siempre mostraron indiferencias en contra de él con omisiones, gestos e indirectas en la tribuna mañanera.

Sin embargo, paradójicamente, eso puede ser el punto de despegue del senador en la carrera presidencial, sobre todo por la capacidad de reacción que ha tenido ante la adversidad.

El discurso de Monreal es un hecho sin precedentes, incluso una proclama histórica de congruencia.

Notas finales

Del mensaje de Ricardo Monreal me quedo con una postura: “es un momento difícil, pero al mismo tiempo con razones jurídicas. En el momento procesal oportuno, presidenta, también presentaré un paquete de reservas, cuando estemos en la discusión en lo particular, reservas y propuestas de modificación”.

Asimismo, dijo que no es un ejercicio retórico, falso o demagógico. Es un ejercicio de auténtica preocupación por nuestra democracia.

“Es un asunto de carácter personal y no debe de ofender a nadie, porque esta es una Cámara revisora y la Cámara revisora, tiene esa obligación constitucional. A nadie debe extrañar que asumamos con integridad nuestros actos”.