Últimamente Claudia Sheinbaum anda muy, pero muy activa en todos lados, hagan de cuenta que anda en campaña, ¿ustedes creen?

Entrevistas por aquí, artículos por allá. Hago el recuento de medios en los que ella ha participado en las últimas semanas: The Economist, El País Semanal, BBC y Milenio TV. Uno mexicano y tres extranjeros —dos británicos y un español—. No es poco.

De ahí la pregunta que todo el mundo se hace: ¿con o sin la autorización de Lopez Obrador?

Pienso que la jefa de gobierno perfectamente autorizada para ese activismo mediático por el presidente de México. Vean por qué.

AMLO, el dueño de Milenio y el directivo de la casa que maneja a El País

En agosto AMLO se reunió con el dueño de Milenio, Francisco González, y con el presidente del consejo de Grupo PRISA, que edita El País, el francés Joseph Marie Oughourlian.

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Ya no son tan vulgares como antes, los jefes de los medios como para ir con un presidente y pedirle dinero, menos todavía si se trata de un gobernante como AMLO que no gusta de gastar en eso —en otras cosas sí, y quizá de más, pero el gasto en publicidad no le interesa quizá porque no lo necesita—.

Entonces, deben González y Oughourlian haberle pedido a AMLO entrevistas con el propio presidente de México y con sus principales colaboradores o aliados.

Como Andrés Manuel no da entrevistas —no le gustan o no las necesita: le basta y le sobra con las mañaneras—, debe haberles dicho ahí está el gabinete y están también los gobernadores y gobernadoras de Morena. Obvio, el de Milenio y el de El País eligieron empezar con la más interesante porque se supone es la favorita de AMLO para el 2024, Claudia Sheinbaum. Ya después tocarán la puerta de Marcelo Ebrard, quien seguramente se tardará en recibirles para no quedar como plato de segunda mesa. A un canciller con apellido francés no se le trata así.

¿Por qué Azucena no?

Claudia debe haber aprovechado la oportunidad y se fue más lejos: si la autorizaban a hablar con Milenio y El País, pues de una vez también con medios más grandotes y mucho más importantes en el mundo, como The Economist y la BBC. Le dieron la mano de la proyección mediática a la jefa de gobierno, y ella gustosa la tomó y también se quedó la pierna, la pata, el cachete, las costillas, los riñones y todo lo comible que tienen los medios para un político… o política, como es el caso.

Así, a Claudia la entrevistó Héctor Zamarrón, de Milenio. Aquí el dato curioso y que es de llamar la atención es que no fue entrevistada por Azucena Uresti quien en realidad es la conductora de noticias estrella de Milenio, TV; ella a mi parecer es de las mejores entrevistadoras y comunicadoras que hay. Inteligente, valiente y confrontativa. Tengo varias sospechas en torno a por qué Sheinbaum le hizo el feo a Azucena:

Sospecha 1. Quizá a Azucena no le cae nada bien Claudia Sheinbaum, algo que la comunicadora exhibe de más en sus programas en Milenio TV y en Radio Fórmula. Entonces, Francisco González debe haber pensado: de lo que se trata es de quedar bien, no de echar pleito, y mejor pensó en Zamarrón, mucho más pasifloro que su colega mujer.

Sospecha 2. Quizá Claudia Sheinbaum no soporta a Azucena y dijo —finalmente tiene la sartén por el mango—, o me entrevista alguien distinto a Uresti o me voy al Heraldo TV con Adela Micha, a ADN 40 con Fernández Menéndez o a Imagen TV con Ciro Gómez Leyva. Opciones mediáticas sobra, oh gran Dios de la información.

¿Y Denise Maerker, de Televisa? Por el tamaño de su audiencia —aunque las redes han crecido, la televisora de toda la vida sigue teniendo enormes audiencias—, pienso que Claudia la quiere guardar para cuando, en dos años, anuncie su destape: ya la veo llegando, literalmente, al estudio de Denise con un bombo tocado por un acompañante y platillos puestos a sonar por ella misma.

Cualquiera de mis dos sospechas es viable, además porque ya de por sí la relación entre mujeres siempre es muy difícil —así somos y así se nos debe aceptar—, y más difícil debe ser si, aparte, las dos quieren ser la estrella de la entrevista o la niña del bautizo; es verdad, Azucena no iba a ser precisamente porrista de Claudia Sheinbaum y ella lo sabía también.

Porque AMLO quiso, y punto

Volvamos un poco al tema de si AMLO autorizó a Claudia a dar tantas entrevistas y aun a escribir para semanarios de la mafia del poder neoliberal internacional.

Federico Arreola en su columna de hoy, analiza lo que todo el mundo se pregunta: si Claudia Sheinbaum le habrá informado al presidente que iba a salir en la portada del suplemento dominical de El País. Pregunta muy válida porque, no podemos negarlo, a todas luces Claudia Sheinbaum —tonta no es— no se mueve sin consultar a Obrador. En este caso la duda es más fuerte porque hablamos de un diario español y ya sabemos que el presidente no anda bien en su relación con todo lo que venga de la tierra que, antes de la 4T, era para todos y todas la Madre Patria. Pero ya lo dije: seguramente todo eso se arregló en la visita del director de PRISA a AMLO.

La cosa es que en poquito tiempo Claudia ha andado de gira mediática..., que no es gira dirá ella, pero sí es gira, dirán los opositores; la señorita Vilchis, la de las mentiras de las mañaneras, dirá que no es verdad, pero que tampoco es mentira, así que, dará permiso a que piense cada quien lo que quiera de las entrevistas y artículos de la jefa de gobierno en medios muy importantes como El País, la BBC y The Economist.

¿Y Marcelo? ¿Y Monreal?

Mucha gente se pregunta de dónde tanta relevancia, de pronto, que ha adquirido la jefa de gobierno. No quiero ser intrigosa, pero creo que AMLO está detrás de todo eso. Es su estilo y es su favorita. ¿Operará Jesús Ramírez tales apariciones de Claudia Sheinbaum en medios internacionales? En una de esas, sí…, aunque, me dijo un pajarito, más bien el que opera eso es Scherer, el mismísimo Julio el renunciado o el despedido que sigue tan campante maniobrando por aquí y por allá a lo largo y ancho de la 4T; hasta en el cumple del presidente se le vio.

Luego entonces, ¿dónde quedó la bolita? Pues que son puntos para Claudia.

El que sí sale aquí perdiendo de todas todas es don Marcelo Ebrard. No se le ve en ninguna portada global ni nadie importante de los medios que mandan en el mundo lo ha querido entrevistar. Tampoco escribe en diarios de Estados Unidos o Inglaterra. Pobre, para emparejarlo, como mínimo, ojalá le den un espacio en el noticiero de Chumel Torres o como invitado en Ventaneando para que nos cuente intimidades de la vida de un asistente del presidente que viaja poco y en clase turista, o quizá no sea mala idea que se grabe haciendo tiktoks para tener más likes o más fans. Ya el presidente de la Suprema le ganó esa tirada, pero no creo que don Arturo Zaldívar se enoje si el canciller lo imita.

Pero ya, fuera de toda broma, Claudia Sheinbaum en la entrevista que le hacen para El País dijo ser una “gobernante obsesiva”, pero esa, que me perdone la jefa, no es una cualidad y se le nota desde ahora: reflectores, entrevistas, “tómame así casual comiendo tacos de canasta” y toda esa obsesión ha llevado a muchos políticos a perder. Cualquier obsesión en los seres humanos les lleva a la derrota en sus proyectos personales o profesionales. Ojalá hubiera dicho que es una “gobernante comprometida”…, pero haberlo cambiado por “obsesiva” ya le quita el glamour con el que se retrató para la portada de la revista de ese diario. Tanta entrevista con medios importantes a Claudia podría afectarla más que beneficiarla. Digo, si entiende lo que digo, hará lo correcto: le ayudará quitarse la obsesión por el 2024 y seguir echándole el esfuerzo a los problemas de la ciudad capital.

Como sea, ojalá Ebrard igual tenga oportunidad de, al menos, participar en “Bailando por un Sueño”; quizá ahí sí gane. A pesar de la diferencia de tonelaje y estatura se me hace que Marcelo se mueve con más ritmo y sabrosura que Claudia en la pista, sobre todo si la orquesta toca salsa.

¿Y Ricardo Monreal? Ni los youtuberos de Zacatecas se le acercan. Quizá por eso llevó al Saúl El Canelo Álvarez al Senado. Seguro el gran campeón se sometió a un proceso de desinfección cuádruple después de haber convivido con tantos bichos contagiosos que cobran, y mucho, como senadores.