En lo personal, a mí no me gusta el formato en que se rinden los informes de gobierno en nuestro país, ni el presidencial ni el de los titulares de las diferentes secretarías. Y es que no alcanzan a ser ese ejercicio de transparencia y rendición de cuentas que debería de ser, sino que se convierten en la oportunidad para “pavonearse” y medir su popularidad en el aplausómetro. En ese sentido, ninguno de los que informa va a dudar en rellenar su discurso con cualquier dato, con tal de hacerlo vistoso ante los ojos del gobernado… léase electorado.

Como suele suceder, eso se ve replicado en otros niveles y sectores. Hablo desde mi propia experiencia; como Secretaria de Actas que fui de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA), me tocó presenciar y dar fe de muchos informes rendidos por diferentes carteras, y me correspondía levantar las actas asentando si tales informes eran aprobados o rechazados por la Asamblea General. Desde ese lugar privilegiado, pude ver en primera fila que la mayor de las veces, el contenido de los informes era lo de menos, lo importante para los agremiados era constatar a quién le aplaudían y a quién abucheaban.

Es por esa razón que no considero a los informes como un instrumento que permita valorar el verdadero avance o retroceso; no es posible ver qué tanto se está haciendo o no; como lo acabo de mencionar, la gran mayoría de estos informes son maquillados, para verse “bonitos”.

Esa es mi percepción precisamente con el caso del informe de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, cuyo programa estrella es “Jóvenes construyendo el futuro”, y del cual su titular está muy orgullosa.

Por eso en esta ocasión les presentaré el contrainforme, en materia de trabajo aeronáutico:

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En este último año los trabajos en la aviación se han visto pauperizados de forma alarmante. Haciendo una rápida comparativa de salarios y poder adquisitivo, en 2010 un piloto de aerolínea comercial estaba ganando en promedio 100 mil pesos al mes, un sobrecargo oscilaba entre los 35 a 40 mil pesos, personal de tráfico rondaba los 25 mil, un mecánico igual entre 20 mil y 30 mil pesos mensuales.

Esos salarios ya no existen, se quedaron en el pasado; esto es lo que se ganaba en las dos aerolíneas más grandes del país, tanto en Aeroméxico como en Mexicana de Aviación. Por supuesto que las bajo costeras tenían salarios mucho más baratos, pero era evidente el contraste entre las aerolíneas tradicionales y las de bajo costo.

Hoy, en pleno 2022, puedo decir que los salarios se han “democratizado”, pero a la baja… muy a la baja. Por ejemplo, la brecha que existía entre los salarios de los trabajadores de las líneas aéreas bajo costeras se ha desdibujado de tal manera que ya no importa cuál sea el tipo de negocios de la aerolínea donde presten sus servicios, todos están ganando casi lo mismo.

En la actualidad un piloto gana entre 35 mil a 50 mil pesos mensuales, un sobrecargo gana entre 7 mil a 15 mil pesos, los del personal de tráfico tienen percepciones que rondan los 10 mil pesos, mecánicos entre 7 mil a 12 mil pesos, si bien les va, ya sean líneas aéreas de bajo costo o tradicionales.

En nuestro país quedan dos aerolíneas que tienen su modelo de negocios basado en la aviación tradicional: Aeromar y Aeroméxico.

En Aeromar llevan meses cobrando sus salarios de forma incompleta; ya son casi tres años que no les pagan lo concerniente a su Fondo de Ahorro, e incluso la aerolínea ha dejado de pagar el INFONAVIT y el FONACOT, así como también han dejado de pagar el Seguro de Gastos Médicos Mayores, y el Seguro de Vida.

Llevo meses denunciando estos atropellos por parte de Aeromar contra sus propios trabajadores. Ellos han levantado sus denuncias ante las autoridades correspondientes, pero “ni los ven, ni los oyen”, como si fueran herederos de la política de Carlos Salinas de Gortari.

Los trabajadores de Aeroméxico firmaron un convenio de ahorros, pero lo hicieron coaccionados ante la amenaza de ser demandados por la empresa mediante un Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica. De nueva cuenta, a pesar de las múltiples denuncias que se le hicieron llegar a la titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, los sobrecargos descubrieron que en su caso particular, la firma entre empresa y sindicato ASSA, se había dado antes de tan siquiera tener la votación de los sobrecargos en Asamblea.

Otro caso es el de las sobrecargos de Aeroméxico Connect, que en su asamblea claramente votaron -por mayoría- en contra de un “Convenio de Ahorros”, que además iba acompañado del despido de 300 sobrecargos. Su sindicato, el STIA, se brincó alevosamente la decisión de las sobrecargos, y le mintió a la autoridad al afirmar que sus agremiadas habían votado a favor.

Gracias a la recuperación económica post pandemia, Aeroméxico Connect está creciendo, pero una de las promesas que le hicieron a las sobrecargos que fueron recortadas, fue la de recontratarlas, pero eso es mentira, pues cuando acudieron para ello, les dijeron que no “porque ya estaban muy maleadas”.

A cargo también del sindicato STIA, está el caso de los sobrecargos de Volaris, que ahora además de ser personal de seguridad a bordo y entretenimiento de pasajeros, ahora son vendedores de Tarjetas de Crédito, pero no solo a bordo del avión, también en plataforma. Y ya los amenazaron; bajo el argumento de que el personal de vuelo debe conocer las funciones del personal de tierra - tráfico-, en breve veremos que en algunos vuelos harán parte de ese trabajo, como documentar maletas, y asignar asientos.

Quiero ser clara, es común en las líneas de bajo costo que los tripulantes sean los encargados de limpiar la cabina de pasajeros -incluyendo los baños-, pues la empresa no gasta en personal exclusivo de limpieza. ¿Saben de cuánto tiempo disponen los sobrecargos para limpiar un avión? Entre 15 a 20 minutos, en el mejor de los casos, pues el objetivo es el avión permanezca en plataforma el menor tiempo posible, pues eso genera gastos a la aerolínea.

Como podemos ver, los sobrecargos no solo están haciendo las labores en enmarca la Ley Federal del Trabajo, sino que cubren otros roles ajenos a la profesión. La excusa es que así lo hacen las aerolíneas de bajo costo en todo el mundo.

Eso es igual a “si todos lo hacen, ¿Por qué no hacerlo?”. Pero en nuestro país, les guste o no, hay reglas, existen leyes que protegen al trabajador y su cumplimiento no es optativo. Pero esta garantía es obsoleta porque la titular es muda, ciega y sorda ante los trabajadores aeronáuticos.

Así llegamos al caso de Interjet; Luisa María Alcalde miente de forma descarada al afirmar que gracias a su trabajo, ahora los conflictos se resuelven en “seis meses y no en seis años como antes”.

Esto es una provocación (en el mejor de los casos), o de plano una franca burla frente a la tragedia que viven los trabajadores de la línea aérea Interjet; este conflicto no es heredado de administraciones pasadas, sino que ya le tocó a esta administración, y desde que estalló a huelga -hace más de 20 meses- el 8 de enero del 2021, y a pesar de obtener un laudo que condena a la empresa de aviación a un pago de $1,800 millones de pesos, la autoridad permite que los “actuales dueños”, sigan sin pagar un solo centavo a los trabajadores.

Y lo que ya de plano es un pitorreo malsano es cuando asegura que no se protegen a líderes charros, y que los trabajadores ya pueden elegir libremente sus dirigencias sindicales. ¡Nada más falso!; los trabajadores agremiados al STIA, que prestan sus servicios en Aeroméxico Connect, Volaris y VivaAerobus, no han tenido elecciones, ni las tendrán, pues papá Romo y sus hijos llevan más de 20 años en el Comité Ejecutivo y sus agremiados ni siquiera los conocen.

Y en cuanto a los sobrecargos agremiados a la ASSA, Luisa María Alcalde recibió una demanda en contra del que usurpa el cargo de Secretario General, Ricardo Del Valle, por reelegirse de manera ilegal, ¿Quién creen que contestó esa demanda interpuesta en la STPS, representando a Ricardo Del Valle?, pues nada más y nada menos que Arturo Alcalde Justiniani, padre de la titular de dicha dependencia. El litigio sigue sin obtener una resolución, pero no se preocupen, ya va Ricardo por la siguiente reelección ilegal en los próximos días.

Nos presume la Maestra Alcalde Luján (como si fuera mérito propio) que más de dos millones de trabajadores “han acudido a las urnas o a ratificar su contrato colectivo”, y yo me pregunto, ¿Por qué sumar los números de dos procesos totalmente diferentes e independientes? Y yo me respondo, tal vez las ratificaciones de contrato colectivos tienen número pobres. Y no me extraña, en ASSA no se ha ratificado ningún contrato, pues este será utilizado en las próximas elecciones como moneda de cambio con los sobrecargos ¿Quieres ratificar tu contrato? Vota por Ricardo.

Así que concluyendo, los resultados presentados en este contra informe de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social son los siguiente:

  • Pauperización de los salarios de todos los trabajadores de la industria aeronáutica.
  • Falsa defensa por parte de las autoridades correspondientes que ignoran a los trabajadores.
  • Simulación de democracia sindical, de elecciones libres y de ratificación de contratos colectivos.
  • Total desamparo de los trabajadores ante los empresarios rapaces.

Una verdadera transformación no simula, hace y actúa a favor de la clase obrera; me he referido tan sólo a la muestra de una industria, pequeña si quieren, pero a la postre es significativa.

No se pide nada extraordinario, tan solo que se respete a cabalidad lo que está plasmado en la Ley Federal del Trabajo, y que a los dueños les pongan un alto cuando quieran darle a los trabajadores más atribuciones que las que les corresponden por ley. No pedimos ni dádivas, ni canonjías, solo que se cumpla con la ley, y su respectiva (y cacareada) Reforma del 2019, que va que corre para ser letra muerta en los hechos.

A diferencia del Informe Oficial, este “contra informe” sí recibe réplicas, preguntas y observaciones. Hagamos juntos la glosa.