Suele ser un tema recurrente, y es por el interés que despierta en mí: la maternidad en el trabajo, y en este caso, dentro de la industria aeronáutica. Ya que vamos entrando en la vorágine de las próximas elecciones, desde mí particular punto de vista es necesario hablar de la conciliación materno-laboral.

En columnas pasadas había comentado el caso de muchas de las sobrecargos que prestan sus servicios para Volaris; entran en una disyuntiva perversa, y se ven obligadas a elegir entre la maternidad o conservar el empleo, porque paradójicamente en pleno siglo XXI sigue siendo una misión casi imposible. Es francamente ridículo que una mujer tenga que verse obligada a elegir entre ser madre o seguir su carrera profesional, porque ambas cosas no puede ser.

Resulta que navegando en las redes sociales, me topé con una publicación de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA): “En ASPA de México, las mujeres piloto en etapa de gestación cuentan con convenio de gravidez. Este garantiza un periodo de licencia de maternidad, desde el momento en que se enteran del embarazo hasta 90 días posterior al alumbramiento. #MejorConASPA.”

Y luego un video de no más de treinta segundos, donde vemos a una mujer piloto embarazada hablar de la protección a la maternidad que recibe gracias a estar agremiada a ASPA. Como ente curioso que soy, quise indagar más y me comuniqué a la Secretaría de Prensa de dicha asociación, quienes me dirigieron con la piloto Yesica Camuñas, quien colabora con dicha Secretaría en temas de Género y Equidad.

Fue una charla muy gratificante, me comentó que desde el año 1992 Aeroméxico tiene un convenio de gravidez, y que en 2017 se incluyeron a las compañeras pilotos que vuelan en Aerolitoral, mejor conocida como Aeroméxico Connect.

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¿De qué va este convenio? En muchas otras aerolíneas sigue sucediendo, en cuanto confirman que están embarazadas son “bajadas de vuelo” y colocadas en áreas administrativas hasta la fecha de su incapacidad pre-natal. Si somos realistas, la profesión de piloto aviador no tiene nada que ver con la parte administrativa de una línea aérea, y tengo que ser muy franca, en una falsa idea de optimizar recursos, tenemos una capitana o copiloto haciendo labores para las que no fue contratada.

Es por ello la importancia, y hay que decirlo, un gran logro que se reconozca tanto para las pilotos de Aeroméxico (la troncal) como para la alimentadora Connect, el que en cuanto están embarazadas, las pilotos sean bajadas de vuelo y se vayan con permiso con goce de sueldo a su casa.

Podría parecer una payasada de mi parte, pero tanto la etapa del embarazo como la de lactancia es importantísimo procurar el bienestar de la mujer, física y emocionalmente. Y nada mejor que la seguridad de poder pasar el tiempo disfrutando de la etapa de gestación.

No es que sea una regla, y seguramente habrá muchas mujeres que disfruten de ir a trabajar mientras están embarazadas, pero yo lo odie en cada uno de mis dos embarazos; el primero me toca siendo estudiante universitaria y la verdad era muy pesado. Y la segunda ocasión me tocó siendo representante sindical y lo odié.

Porque además en ese año (2008) me tocó estar en muchos procesos de la empresa Aeroméxico, y créanme que el Bunker (en la T2 del AICM) es todo menos cómodo si estas embarazada, y peor cuando estuve lactando, pues tenía que ir al baño a sacarme la leche, porque no te permiten ingresar con tu bebé, porque las oficinas administrativas de Aeroméxico están en la zona estéril de la sala de última espera, y no puedes pasar los filtros de seguridad a menos de que tengas un pase de abordar, o esté tu nombre en una lista donde Aeroméxico te permite el paso a sus oficinas… y no, los bebés no pasan. Protocolos de seguridad.

Pero en torno al convenio de gravidez que tienen las pilotos de ASPA, en efecto, es un gran logro lo que han conseguido, paliando el viacrucis que viene después del parto. Como toda mujer trabajadora tienen 42 días de incapacidad pre-natal y 42 días de incapacidad post-natal. Han trabajado para poder juntar los 30 días de vacaciones que tienen a la incapacidad post-natal, con la intención de establecer la lactancia materna, quedando más o menos en 90 días de postparto con goce de sueldo.

Lo feo viene posteriormente, y es que aunque pueden pedir un permiso hasta por cinco meses sin goce de sueldo, es el momento en que la mujer y el bebé quedan más vulnerables, puesto que con este tipo de permisos con la empresa lo que hacen es darte de baja de IMSS, del Seguro de Gastos Médicos Mayores, y evidentemente, perdiendo antigüedad en el sistema.

En una sociedad verdaderamente equitativa y de vanguardia esto no debería de suceder, que se vea orillada una mujer a terminar con la lactancia sin siquiera cumplir los seis meses mínimos que mandata la Organización Mundial de la Salud (OMS).

México ha suscrito varios convenios con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y uno de ellos es el Convenio 183, el cual indica que los países que signaron el mismo deben de garantizar que el ejercicio de la maternidad no será objeto de discriminación, además se deben de incluir medidas en las que se promueva el acceso al trabajo, mientras se materna.

Con la Reforma Laboral más reciente de nuestro país, hubo varios cambios en torno a la lactancia. Con 81 votos a favor, el Senado aprobó la ampliación del periodo de lactancia de 6 meses a 2 años.

Sin embargo todavía hay mucho trecho que recorrer para que las empresas de verdad permitan a sus trabajadoras, tener la seguridad de poder lactar y maternar sin estar desprotegidas.

ASPA encabezó junto con la diputada de Morena Julieta Kristal Vences Valencia, de la Comisión de Igualdad de Género, un conversatorio titulado “Lactancia como Derecho en la Aviación Civil” y es que dentro de la industria aérea es todavía más complicado que un trabajo “normal” en tierra. Uno de los señalamientos que se hicieron en el recinto legislativo fue que se les ignora a las madres tanto pilotos como sobrecargos el derecho que tienen de amamantar a su hijos.

Y hay que decirlo, aunque las pilotos de ASPA tienen desde el año 2017 un lactario en la sala de reservas, que se ubica en el estacionamiento de pilotos, la cual está acondicionada perfectamente y tiene altos estándares de higiene, resulta no ser tan práctica en los hechos.

Pues el estacionamiento de ASPA está frente a la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM); en el hipotético caso de que quisieran continuar con el mínimo de la lactancia materna, tendrían que llevar a su bebé a la reserva, y si las llegan a sacar, deben de dejar a su hijo lactante, que es imposible dejar solo a un menor, trasladarse la piloto sola tomando el aerotrén para que la lleve a la Terminal 2 e irse al vuelo que recién le asignaron.

Como podemos ver, aquello que mandata la ley “solicitar flexibilidad de su horario laboral, y en casos extraordinarios, llevar a sus hijos al centro de trabajo”, en el caso de las pilotos y sobrecargos resulta más que imposible.

Y luego nos topamos con la restricción de la leche materna para pasarla por los filtros de seguridad en los aeropuertos. De eso ya hablamos en una columna pasada, pero me parece importante traerlo a colación, porque lo que se busca además del beneficio de la madre trabajadora es la protección y el derecho a la alimentación de los menores.

Me comentaba la piloto Yesica que países como Chile y Argentina en esta materia de la lactancia materna están mucho más avanzados que nosotros, sobre todo el país que vio nacer al Víctor Jara y a Salvador Allende, la tasa de lactancia materna exclusiva durante seis meses ronda el 80%, mientras que en México apenas alcanzamos un 14%.

Este es un punto que los próximos candidatos a la presidencia del país deben de observar, casi el 50% de la fuerza laboral proviene de las mujeres, y no deben de ponernos en el predicamento entre elegir ser madres o seguir con nuestra carrera profesional o trabajo.

Agradezco muchísimo la entrevista que la piloto Yesica Camuñas me proporcionó y como bien me lo dijo, “todavía hay mucho camino que recorrer”, y por supuesto estaré desde mi trinchera impulsando que la maternidad y la lactancia no sean sinónimo de acabar con la vida profesional de las mujeres, por una verdadera conciliación materno-laboral.