“De los cuatro que quedaban

Uno se lo llevó Andrés

Nada más me quedan tres

Tres, tres, tres, tres…

De los tres supervivientes

Uno se murió de tos

Nada más me quedan dos

Dos, dos, dos, dos…”

Cepillín

“Nadie puede ser juez y parte”.

Aforismo

“Yo vi una altiva populosa encina
tender sus ramos orgullosa al viento,
presumiendo tocar el firmamento 
y avasallar el prado y la colina.
Yo vi el oro del sol con luz divina
 la verde copa coronar contento, y yo la vi en pomposo movimiento
 mecer ufana al ave peregrina

Mas vi también, cual precursor del llanto, 
leve vapor crecer a nube airada,
 tendiendo por la esfera el negro manto

La vi rasgarse en llamas inflamada,
lanzar el rayo y miro con espanto 
el árbol convertido en polvo, en nada”.

Anónimo

¿Quién se acuerda que hace pocos años existían en México diez Órganos Constitucionales Autónomos?

  • El Banco de México (Banxico).
  • El Instituto Nacional Electoral (INE).
  • La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
  • La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece).
  • El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
  • El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
  • El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
  • El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).
  • La Fiscalía General de la República (FGR).
  • El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi).

¿De cuando se evaluaba el nivel de aprendizaje de los estudiantes y se promovía a docentes de acuerdo a su mérito? ¿O las veces en que se atendían —se intentaba al menos— casos de violación a los derechos humanos más allá de Ayotzinapa?

¿De un aparato de procuración de justicia que si bien dependía orgánicamente del Ejecutivo federal, en ocasiones lograba escapar el sentir que dictaba las vísceras de su titular?

¿De instituciones en los que formar parte de su cuerpo directivo no se basaba en el criterio 90 por ciento “honestidad” (muy entre comillas); 10 por ciento experiencia (más tirándole a cero por aquello de que, aparentemente, CEL en el argot de la industria energética ya no se refiere a energías limpias sino aparatos de telefonía móvil)?

Sabiamente, el Coneval escogió como lema: “lo que se mide, se puede mejorar”. Y para medir lo que sea —los niveles de pobreza de nuestra nación, por ejemplo— y dar cuentas luego sobre ello, se requiere de autonomía. Ser absolutamente independencia de quien se está cuantificando se torna fundamental.

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Pero la 4T es opaca y ciertamente no desea lo anterior. Con la excusa de lo oneroso que resultan, el ataque del régimen actual a los OCAs es constante y no va a cesar. Mejor habría que recordar que ‘lo barato sale caro’

Ya sea mediante reformas constitucionales (en ese caso aprobadas por una mayoría legislativa calificada), restricciones presupuestales, propaganda negativa o designaciones a modo en sus puestos de dirección, López Obrador reduce la presencia y actuación de estos órganos a su mínima expresión.

El más odiado es el INE por ser el arbitro en materia electoral (obvio), mas no ha sido el único. Ni el más longevo, el Banco de México, se ha salvado. Ojalá la próxima gobernadora comprenda que, más allá de su nombramiento, es su deber (y juramento) velar por la autonomía del Banco de México. Lo dudo…

Fiel a su estilo de torpedear los OCAs, llegamos a que ayer López Obrador anunció que Graciela Márquez será la nueva titular del Inegi en sustitución de Julio Santaella, quien podía haber permanecido en su cargo cinco años más, pero quien no estaba dispuesto a aceptar “los otros datos” dictados desde Palacio.

¿Qué se puede esperar con este nuevo nombramiento? Las dudas pesan más que las certezas, comenzando por su experiencia y desempeño. Terminando —por lo pronto, al menos— con un tufo a conflicto de interés entre ella, que llevará la batuta del Inegi, y su esposo, Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México. Esto es, entre quien controlará los niveles inflacionarios y quien se encargará de medirlos.

Y antes de que me digan que la importancia de la independencia en la generación y manejo de datos estadísticos está sobredimensionada, les informo que muchos institutos de geografía, estadística e informática a nivel mundial son autónomos. Estos se dedican a tener datos duros de lo que sucede en su país y publican los mismos más allá de las opiniones de sus jefes de Estado o de partido.

Ilustremos el significado de lo anterior: en la época de los gobiernos kirchneristas en Argentina, el Instituto Nacional de Estadística y Censos de aquel país subestimó la inflación, así como la cantidad de pobres (se hacía creer que la nación sudamericana tenía el mismo nivel de pobreza que Alemania). Fue tal la falsedad que llegó un momento en que ni siquiera los creyentes del kirchnerismo confiaban en las cifras oficiales. De sobra decir lo que pasó —pasa aún— con la certidumbre en torno a aquella nación.

Cuando un organismo otrora confiable cae en las manos de un autócrata o de quien tiene “otros datos” se pierde toda noción de la estadística nacional y, por lo mismo, de la credibilidad. La manipulación de los datos (o al menos la posibilidad de que pueda suceder) hace a economías, de por sí vapuleadas, presa fácil del desastre.

Las implicaciones de perder la objetividad en el Inegi no deben de ser menospreciadas; a la larga acarrearán más problemas que lo que “maquillaje” de cifras ordenado desde el poder pueda resolver.

Ha cambiado el liderazgo en dos de los principales órganos del Estado en los que la independencia de sus titulares es vital en este mundo globalizado, y ello se está conjuntando con una impronta absoluta de la égida de Palacio Nacional que busca coronar un reino de datos falsos.

De vital importancia que tanto Graciela Márquez en el Inegi como Victoria Rodríguez en el Banco de México marquen distancia del Ejecutivo federal. Las palabras no serán suficientes; México no es una isla ni puede darse el lujo de vivir aislado del mundo.

Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero