En México no se discute la política exterior y los escenarios internacionales, los actores y sus posturas, así como la posible evolución de sus contradicciones, salvo en coyunturas álgidas específicas: estallido de la Segunda Guerra Mundial, Crisis de los misiles nucleares en Cuba, invasión a Irak y Afganistán, etc. Hace muchas décadas que se decidió el alineamiento estratégico con EU pero con margen de maniobra propio: ruptura de relaciones diplomáticas con la dictadura chilena en el contexto de los débiles desplantes del “tercermundismo echeverrista” (muchos discursos y pocas acciones efectivas). Mucho más constructiva y efectiva con posturas diferenciadoras fue la política exterior en la crisis centroamericana, en las amenazas a Cuba, con la Declaración Francia-México sobre el conflicto en El Salvador, con el Grupo Contadora y la decisiva contribución a los Acuerdos de Escuipulas I y II, el apoyo a las negociaciones con la guerrilla izquierdista en Colombia. Son sin duda episodios brillantes de concreción exitosa de la Doctrina Estrada y del Art. 89 de la Constitución mexicana, y parcialmente fieles a la doctrina militar planteada por el General Alamillo Flores de independencia ante las políticas hegemónicas del ejército y la doctrina militar de EUA.
Los gobiernos del PRI alternadamente han seguido, no las políticas cardenistas, sino la frase hecha concepto de Venustiano Carranza en esta materia “No se fijen en lo digo, sino en lo que hago”, y luego hasta antes de la llegada de Carlos Salinas, la máxima de López Portillo: “presidente de México que no se mueve a la izquierda del presidente norteamericano, se lo devoran”. Luego llegó la política de la integración regional económica como eje rector de los alineamientos estratégicos en la esfera regional y multilateral.
La política exterior de la 4T-4R ha sido discreta atendiendo mucho más los temas domésticos con EU (T-MEC, inmigración mexicana indocumentada, temas de seguridad fronteriza y narcotráfico) pero efectiva en el episodio del golpe de Estado en Bolivia y el asilo político al presidente forzado a dimitir, Evo Morales. Además de insistir en un programa ambicioso de cooperación para el desarrollo en Centroamérica mientras manda 10 mil elementos de la Guardia Nacional a contener la inmigración; rechazó también la iniciativa del presidente argentino de “formar un frente progresista latinoamericano” promoviendo programas de reformas con dicho sentido, ha condenado en reunión trilateral en Washington la progresiva influencia económica y política de China (que ameritó un nota aclaratoria de la embajada china en nuestro país), y declinó finalmente un mayor estrechamiento de relaciones de cooperación con la Federación de Rusia y la anunciada visita de su presidente Vladímir Putin a México, pero ha tomado distancia crítica del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, a la vez que demanda con insistencia el levantamiento del bloqueo económico contra Cuba; no reconoció a Juan Guaidó en Venezuela como querían EU y la Unión Europea.
Estando en EU el presidente AMLO es más pro “regionalista del norte” en todo el continente”. En materia bilateral sobre el crimen transnacional recientemente aceptó pasar a una postura militar más ofensiva con relación al Cártel Jalisco Nueva Generación ante las fuertes presiones que el presidente Joe Biden tiene en EU por la entrada y uso masivo del fentanilo como drogas derivadas de opioides, entre la juventud principalmente.
En suma, la 4T-4R en esta materia internacional se ha movido con mucha discreción y prudencia, con ortodoxia, cuidando no hacer nada que pueda causar enojo o intolerancia en EU, sin llegar a la incondicionalidad, manteniendo margen de maniobra táctica, disintiendo con cuidado, pero tampoco sin dejar de ponderar la vulnerabilidad de nuestro país en distintas variables frente a EU.
En el ámbito geoestratégico mundial están creciendo una serie de contradicciones en la región de Europa del Este en una de las Repúblicas que fue parte de la URSS, Ucrania. El 24 de agosto de 1991 tras el intento de golpe de Estado en la Unión Soviética contra Mijaíl Gorbachov que condujo finalmente a la disolución de la URSS en diciembre del mismo año. Ucrania ha transitado con oscilaciones hacia un nuevo acuerdo de asociación con la Federación de Rusia o hacia una república más apegada a la Europa Occidental, abandonando el proyecto de la Comunidad de Estados Independientes impulsado entonces por Boris Yeltsin. Occidente ha disputado económica, política y militarmente cierto control e influencia de las repúblicas de Asia Central y Europa del Este a la Federación de Rusia, cuyo largo proceso de recuperación aprovechó magníficamente la alianza EU-Europa Occidental-OTAN.
La táctica con visión estratégica de Occidente es incorporar a Ucrania a la Unión Económica Europea y luego o simultáneamente a la OTAN, un país más en las fronteras de la actual Federación de Rusia con base militar, contingentes y armamento de la alianza militar es mucha ventaja estratégica en caso de conflicto de amplio espectro. La Rusia de Putin trata de evitarlo a como dé lugar, es un tema de seguridad nacional. Ambas potencias han estado interviniendo incluso militarmente: en 2013, tras la decisión del presidente Víktor Yanukóvich de rechazar el largamente negociado Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea y, por el contrario, estrechar relaciones con la Federación de Rusia para ingresar en la Unión Aduanera Euroasiática, dio comienzo una serie de protestas principalmente en Kíev, conocidas como el “Euromaidán”, que reunió cerca de un millón de manifestantes de toda Ucrania.
A muchos los tomó la prensa internacional con banderas de la suástica nazi, interviniendo políticos europeos y el senador John Mc Cain de EU. Con tensiones entre los manifestantes y las fuerzas especiales, los bérkuts (antidisturbios) hubo enfrentamientos que dejaron decenas de muertos. Con el éxito de los manifestantes del “Euromaidán”, Víktor Yanukóvich y su gobierno renunciaron al gobierno ucraniano, subiendo al poder un aliado de Occidente-OTAN, que lanzó una amplia represión contra los “pro-rusos” a lo que el presidente Putin respondió con tropas y ayuda militar diversa a sus aliados estableciendo un referéndum para que la provincia de Crimea pasara a formar parte de la Federación rusa.
Así, el 17 de marzo de 2014 fue proclamada la República de Crimea como Estado soberano e independiente de Ucrania, incorporando a la nueva República de Crimea como a la ciudad de Sebastopol a la Federación de Rusia. Se disputa también la región de Donbas con ayuda militar a los “pro-rusos”. Ante la inclinación a Occidente del nuevo gobierno ucraniano, hubo protestas pro-rusas en Lugansk, Donetsk, Járkov Odesa, y Dnipró y otras ciudades del este de Ucrania. Llegaron las “sanciones económicas” (guerra económica) contra Rusia por ésta política hacia Ucrania y desde entonces no han dejado de insistir EU-Occidente-OTAN en que Ucrania ingrese a la UE y a la alianza militar. Las confrontaciones han retornado.
Desde junio de 2021 en una reunión en Ginebra entre los presidentes Putin y Biden se tomó la iniciativa de ir a una mesa de Diálogo Bilateral sobre Seguridad y Estabilidad Estratégica entre Rusia y EU. Trascendió las grandes diferencias que surgieron en las conversaciones, y de allí han seguido ciertas tensiones y amenazas que han sido respondidas por Rusia, por ejemplo, ideas sobre que ambos países podrían tomar medidas recíprocas que sean coherentes con sus respectivos intereses en cuanto a seguridad y mejora en la estabilidad estratégica. EU habla de incorporar a Ucrania a la OTAN e instalar misiles balísticos y Rusia habla de establecer estructuras militares en Cuba y Venezuela. Hugo Chávez ofreció como territorio para una base militar rusa la Isla de Margarita. Putin no aceptó, hoy está contemplando seriamente la opción.
El gobierno de Ucrania y una parte importante de su población, situados en la frontera rusa y sin la OTAN, se sienten a merced del poderío militar ruso, pero dentro de la OTAN quedan a merced de la alianza atlántica y sería la primera frontera en riesgo en caso de un conflicto armado. Putin pide garantías de que Ucrania no ingresará en la OTAN, se niegan a dárselas.
Ya una vez Occidente-EU engañaron a Gorbachov entonces líder de la URSS obteniendo de él la promesa de no interferir la unificación alemana siempre que no se la incorporara a la OTAN. Fue mentira, incluyeron inmediatamente a la Alemania unificada. Entonces Putin hoy promete una respuesta simétrica. Habría que preguntar si los ciudadanos ucranianos estarían dispuestos a morir en un conflicto bélico por los intereses comerciales, industriales, financieros y geoestratégicos de los países de la alianza atlántica contra las ventajas económicas de pertenecer a la UE. “La gran Rusia” está de vuelta y la tensión ha crecido mucho. México está en una posición geopolítica comprometida en lo geoestratégico militar.
¿Qué política seguirá México ante una voluntad manifiesta de EU-Occidente-OTAN de acorralar a la resurgente y poderosa Federación de Rusia incorporando a Ucrania a sus diseños estratégicos? ¿La “No Intervención” en un conflicto, primero diplomático, que lo involucraría geopolíticamente? Estructuras militares rusas en Cuba y Venezuela son tema de la seguridad nacional para México. Dilema complejo. El “paraguas militar” estadounidense siempre será una opción conveniente, pero ante Latinoamérica y el mundo postraría a la 4T-4R a los pies de Joe Biden con el repudio generalizado. Puede llegar la coyuntura, no la sintamos imposible.