Es lamentable que un gobierno que se dice progresista y liberal, aliente la intolerancia y ver cómo los crímenes de odio sean uno de los delitos que han ido en aumento.
Durante la presente administración, el ser periodista y mantener opiniones o investigaciones contrarias a las del gobierno, formar parte de movimientos en defensa de los derechos de la mujer o pertenecer a la comunidad LGBT, así como participar en grupos y organizaciones defensoras del medio ambiente o de derechos humanos, vuelve susceptible a cualquiera de ser segregado, marginado y violentado.
Lo terrible es que los crímenes de odio son producto muchas veces de la Intolerancia que emana de las más altas élites de poder conservador de Palacio Nacional.
El discurso de odio
Lo que dice el presidente AMLO puede no ser una “orden”; sin embargo, los alienta, peligrosamente, les da razón de ser a través de las palabras y las descalificaciones, insultos y apodos que impone a sus adversarios. El odio carcome y se inserta profundo en una parte de la sociedad que no cuestiona y es capaz de aceptar como verdadera cualquier aseveración del presidente, de esta forma “legitima” los ataques en contra de estas comunidades, al amparo de una total impunidad, el sello de la casa de la 4T.
Las víctimas
El Gobierno de AMLO ha reconocido que la violencia que sufren las mujeres en México sigue en aumento. Según datos de la Secretaría de Seguridad Pública a cargo de Rosa Isela Rodríguez, en los primeros cinco meses de 2021 los feminicidios se incrementaron un 7.1% con respecto al mismo periodo del año anterior y el número de violaciones se ha elevado un 30% en comparación con los mismos meses de 2020, esto de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Después de Brasil, México es el segundo país de America donde se presentan más crímenes en contra de personas trans. El Observatorio de Personas Trans Asesinadas documenta que durante el año pasado el
tuvo registro de 81 asesinatos por razón de orientación sexual e identidad de género en el país, de los cuales casi el 50% fue en contra de mujeres trans. Por otro lado, el informe Violencia de Género con armas de fuego en México señala que cinco de cada 10 fueron ejecutadas a balazos y que el 44% se dedicaba al trabajo sexual.
Odio e intolerancia fuera de control
Solo para dimensionar el odio generado en contra de personas con preferencias sexuales no convencionales, en una de las tantas confrontaciones que se dan en Twitter, uno de los principales colaboradores de AMLO, Jenaro Villamil fue brutalmente agredido por el empresario Ricardo Salinas Pliego, otro aliado de la 4T.
Todo empezó por la negativa a pagar impuestos que Salinas Pliego expresó en lenguaje bastante soez, en respuesta, el presidente del Sistema Público de Radiodifusión salió a defender la posición de su jefe AMLO. Se desató un debate en el que un seguidor del empresario divulgó una fotografía de Jenaro participando en un festejo gay para “descalificarlo”, la publicación instó de inmediato el odio en contra del funcionario “calentado”, podría decirse, por Salinas Pliego.
En un punto, Villamil, víctima de agresiones y odio, se vio en la necesidad de aclarar: “Soy gay y con mucho #Orgullo2022. Le recuerdo que ser gay, lesbiana, trans o bisexual no es ninguna enfermedad y menos algo de qué avergonzarse”.
Otro ejemplo del odio que prevalece en la 4T, está en la actuación de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, una política impresentable, por decir lo menos, que con fines de revancha y propaganda no dudó en denigrar e ir en contra de la dignidad como mujeres de las diputadas del PRI, asegurando, mediante calumnias y violencia que Alito Moreno cuenta con fotos íntimas de las legisladoras, en respuesta, las diputadas del PRI demandaron por violencia de género a la gobernadora morenista.
Mientras la bola de nieve de la intolerancia que lanzó desde su llegada al gobierno crece desproporcionadamente, AMLO calla como momia. No hizo comentario alguno ni de Layda ni de Villamil.
Si queremos un México progresista y plural, debemos tener en cuenta que no llegaremos a serlo con un gobierno conservador, necesitamos que los valores de tolerancia y el respeto se inserten en la vida cotidiana del país.
Sean de cualquier color o piensen distinto o vivan de acuerdo con sus convicciones personales, el límite es el respeto al prójimo. Hay que aspirar a ser una sociedad en la que expresar opiniones o ideas o pertenecer a la comunidad LGBT, periodistas, medio ambientalistas o lo que sea, no nos divida, empecemos entonces por dejar de fomentar el discurso de odio, hay que poner un alto antes de que los panteones se llenen aún más.
El silencio cómplice no debe ser lealtad ciega al régimen, la comunidad debe poner un ya basta a la inacción gubernamental.