Al parecer, el gobierno de la 4T no se ha dado cuenta de que una crisis energética se está apoderando del mundo, con graves consecuencias. Hasta ahora, China, India y Europa se están llevando la peor parte. Pero América del Sur y Estados Unidos no se quedan atrás. Lo increíble de todo esto es que los líderes políticos de México se están dando un tiro en el pie tratando de aprobar una reforma constitucional en materia eléctrica que no tiene pies ni cabeza.
En un reportaje en la primera plana del periódico Washington Post de ayer https://wapo.st/3AxrySA se relata cómo algunas provincias de China están racionando la electricidad, los europeos están pagando precios altísimos por el gas natural licuado, las centrales eléctricas de la India están a punto de quedarse sin carbón y el precio medio de un galón de gasolina regular en Estados Unidos se situó en 3.25 dólares el viernes, frente a 1.72 en abril. Bank of America predijo recientemente que un invierno frío podría empujar el precio del crudo Brent, el índice de referencia global, a más de 100 dólares por barril. Esta crisis amenaza seriamente las cadenas de suministro y genera tensiones geopolíticas.
El mundo tuvo un año de reducciones en la extracción de carbón, petróleo y gas. La pandemia del coronavirus y la recesión autoinflingida tuvieron un gran impacto. Se pasó de tener reservas de gas abundantes con precios bajos, a una reducción drástica de la producción de gas y petróleo. Además tuvimos que hacer frente al cambio climático: el frío invierno europeo que agotó las reservas, huracanes que cerraron refinerías, reducción de importaciones de carbón australiano para China, reducción de generación de energía eólica en el Mar del Norte. ¿Y qué pasará el próximo invierno? No quisiera ni pensarlo.
A fines de este mes se llevará a cabo la conferencia climática en Glasgow, Escocia. El debate será intenso entre los defensores de las energías renovables y los que abogan por las fuentes tradicionales de combustibles fósiles. Pero todos los líderes mundiales saben bien que la escasez y los altos precios de la energía tienen un impacto en la reactivación económica y en el bienestar de la gente.
¿Quién es uno de los ganadores de esta crisis? Vladimir Putin. Tiene una palanca de gran influencia: el gas ruso que Europa necesita. Hay quienes empiezan a culpar a los líderes europeos por sus políticas contra el cambio climático y la reducción de emisiones.
De acuerdo con el reportaje del Washington Post, “los analistas de energía argumentan que Europa se alejó demasiado rápido de la energía de combustibles fósiles, antes de asegurarse de que suficientes fuentes renovables pudieran compensarla en caso de emergencia. Atrapada a la mitad del camino, en una transición que debería llevar décadas, dicen, Europa ahora está luchando por encontrar carbón y gas para quemar en sus plantas tradicionales. A medida que se acerca el invierno, las existencias europeas de combustible se encuentran en un punto relativamente bajo”.
Los gobiernos de todo el mundo están tratando de limitar el impacto en los consumidores, pero reconocen que es posible que no puedan evitar que las facturas se disparen. La ansiedad ha provocado que el mercado se separe de los fundamentos de la oferta y la demanda. Las circunstancias están preocupando a los bancos centrales y a los inversionistas. El aumento de los precios de la energía está contribuyendo a la inflación, que ya era una gran preocupación a medida que la economía mundial intenta sacudirse los efectos persistentes del Covid-19. La dinámica durante el invierno podría empeorar las cosas.
El creciente apetito de China por el gas natural licuado ha significado que los mercados de GNL no pueden llenar el vacío. La disminución de las exportaciones de gas ruso y los vientos inusualmente tranquilos han agravado el problema. El aumento actual de los precios de la energía en Europa es único. Nunca antes los precios de la energía habían subido tan rápido.
En Estados Unidos, los precios del gas natural han subido un 47% desde principios de agosto. El precio del carbón ha aumentado. Eso aumenta también el precio que muchas empresas tienen que pagar por los créditos de carbono para poder quemar combustibles fósiles.
El Reino Unido corre el mayor riesgo si las principales economías europeas sufren una escasez de suministro invernal. El gobierno probablemente exigiría a las fábricas que reduzcan el consumo de gas y su producción para garantizar el suministro de los hogares.
La crisis energética surgió por primera vez en China. La demanda mundial de sus productos se disparó repentina e inesperadamente este año. Las existencias de carbón eran bajas. Las compañías eléctricas recurrieron al mercado spot de gas natural licuado (GNL) y su precio se disparó. Se han implementado restricciones en el consumo de energía. Eso tendrá un impacto en las cadenas de suministro internacionales. Y viene la escasez de productos para la temporada navideña. Inundaciones y sequías han afectado las minas de carbón y las plantas hidroeléctricas.
Se está produciendo una crisis de energía similar en India. La escasez de energía y los posibles apagones afectarán a su sector manufacturero en recuperación. La escasez de carbón se podría prolongar durante cinco meses y el gobierno indio pronto enfrentará decisiones difíciles. Los productores de aluminio indios ya se han quejado de la escasez de energía que paraliza las fundiciones.
Las revistas especializadas reportan fallas de energía hidroeléctrica en América del Sur. Los sudamericanos, que dependen en gran medida de la energía hidroeléctrica, enfrentan una escasez inducida por la sequía. Las alternativas para los usuarios de electricidad de América del Sur son una mayor dependencia de los combustibles fósiles o apagar las luces. Y a diferencia de la hidroelectricidad relativamente barata, la generación de electricidad con combustibles fósiles elevará los precios.
Aquí un mensaje desde América del Sur para México: más sequías significan que la energía hidroeléctrica ya no puede considerarse un recurso “firme” a largo plazo para la red eléctrica. Restar un recurso importante de bajo costo como la energía hidroeléctrica de la combinación energética de una región y reemplazarlo de cualquier otra manera es una tarea financiera enorme. Así como los países se están moviendo para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, una de las fuentes de energía más limpias se vuelve más escasa.
En muchos lugares, el precio del gas natural determina el precio de la electricidad. Los precios del gas natural se han más que duplicado este año en Estados Unidos y se han cuadriplicado en los mercados europeos.
El Financial Times de ayer fue muy claro https://on.ft.com/3DvlkV7 :
“Los precios récord que pagan los proveedores en Europa y la escasez de suministro de gas en todo el continente han avivado los temores de una crisis energética en caso de que el clima sea un poco más frío de lo normal. Los hogares ya se enfrentan a facturas más elevadas, mientras que algunas industrias intensivas en energía han comenzado a desacelerar la producción, mermando el optimismo en torno a la recuperación económica posterior a la pandemia”.
Y mientras todo esto ocurre en China, India, Europa, Estados Unidos y América del Sur, aquí en México el gobierno de la 4T no se da por enterado. Los colaboradores de AMLO de su gabinete energético no se dan cuenta del privilegio de la ubicación que nuestro país tiene en América del Norte y el acceso al gas natural de Estados Unidos para generar electricidad. Tampoco se quieren dar cuenta que ahora, más que nunca, en vísperas de una crisis de generación de electricidad en todo el mundo, deben ver al sector privado mexicano como su aliado, y no como su enemigo.
Javier Treviño I Twitter: @javier_trevino