Desde su creación y hasta hoy, hay preguntas sin responder sobre Morena, el partido creado por y para AMLO: ¿cuál es su proyecto? Y, si se definen como de “izquierda”, ¿realmente representan esa ideología y esos principios?
A pocas horas de que el oficialismo defina a los candidatos que contenderán por los ocho estados y la jefatura de gobierno de la CDMX en disputa el próximo año, las dudas prevalecen, porque, “es un honor estar con Obrador” no es más que una arenga, no un plan de gobierno.
Frankenstein
Cuando Morena se creó en 2013 se llenó de rechazados del PRI, PAN y PRD y de mercenarios del PVEM y el PT. Se integraron personajes que interpretan la política y el poder a partir de su interés personal o como un negocio, así, Morena nació y creció y se reprodujo como lo que es, un partido electorero.
Antes de la elección de 2018 Morena tuvo mucho éxito con el discurso poético de Andrés Manuel y con su facilidad para hacer promesas. Los oportunistas lograron posicionarse, panistas ultraconservadores como Manuel Espino, dinosaurios priistas con larga cola de corrupción y oportunismo como Manuel Bartlett, Ricardo Monreal, Alfonso Durazo, Ignacio Ovalle y muchos más; Manuel Velasco que siempre cae de pie o los rudos del PRD, como René Bejarano y su esposa Dolores Padierna., Claudia Sheinbaum, Martí Batres, Félix Salgado Macedonio, Mario Delgado, Yeidckol Polevnsky y los ultraconservadores de Encuentro Social, abiertamente homofóbicos y fachos.
Nepotismo
Morena además es un partido “familiar”, por eso está la esposa del presidente, sus hijos, los hermanos recaudadores, Pio y Martin y la prima Felipa, con todo y sus contratos con Pemex.
La mafia del poder emigró a la 4T
Para consolidar el poder el líder se alió con los que llamaba la “Mafia del Poder”. Antes los acusó de corrupción o por sus alianzas políticas con el salinismo, pero al llegar a palacio los convocó para crear su “Consejo Asesor Empresarial”, así puso a su diestra a Carlos Slim para darle más de cuatro veces lo que recibió con Salinas; a Carlos Peralta y su socio Raúl Salinas les devolvió el monopolio de la proveeduría de CFE; a Ricardo Salinas, le otorgó parte del negocio de las remesas y para su compadre Miguel Rincón, la proveeduría de papelería y libros de texto; al heredero del grupo Atlacomulco, Carlos Hank González los negocios financieros vía Banorte y a Daniel Chávez, dueño de Vidanta y jefe “postizo” de José Ramón, le dio todo en Sonora, los terrenos del parque solar de Puerto Peñasco.
Los ultraconservadores
Por otro lado, está la alianza con la iglesia evangélica. La revista Nexos publicó un ensayo de Rodrigo Salas Uribe sobre la influencia de las convicciones religiosas de AMLO en su gobierno y el partido Morena. Destaca que la forma de hacer política y de comunicar del presidente está muy influida por la “tradición evangélica” como el tema de su Cartilla Moral, los conceptos de la esperanza (“Morena: la esperanza de México”) y el perdón. Afirma que AMLO encabeza un gobierno que “no admite la existencia de otros intermediarios, se asume por completo como autoridad espiritual”, dicta las reglas del juego y “diferencia a los verdaderos creyentes de aquellos que se han alejado del rebaño”. Y qué decir de su cercanía con Arturo Farela, líder de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice), con quien se reúne para orar en Palacio Nacional.
“El cochinito”
La operación política de AMLO y Morena se basa en lo que ya es una tradición, hacer su “cochinito” para las campañas y la compra de votos. Desde los fajos de billetes con las ligas de René Bejarano, las bolsas de cash de Carlos Imaz; los dineros que “la recaudadora” Eva Cadena le entregaba a Rocío Nahle; los sobres de los hermanos Pio y Martin López Obrador; el “pase de charola” a empresarios chantajeados cuando Yeidckol Polevnsky estaba al frente de Morena; los recursos que se mencionaron en los audios de Martí Batres para apoyar la candidatura de Clara Brugada y los de Mario Delgado y el aspirante a la gubernatura de Puebla, Ignacio Mier.
¿Conservadores?
Los años pasan, pero Morena, lejos de demostrar que tiene un verdadero proyecto, se ha convertido en una máquina electoral que utiliza la política como negocio personal.
Hoy por hoy, los verdaderos luchadores sociales de la izquierda mexicana no militan en ningún partido porque han sido marginados y perseguidos por uno de los gobiernos más conservadores de la historia de México.
Los pocos morenistas con programa y principios han sido denostados, atacados y hasta expulsados, como las senadoras de Campeche y de Morelos o el exjefe de la Policía de la CDMX, Omar García Harfuch, blanco de los ataques de mercenarios morenistas que ven en él un verdadero peligro.
Están además exfuncionarios del más alto nivel que decidieron no militar ni colaborar con este gobierno ultraconservador y corrupto: los exsecretarios de Hacienda, Carlos Urzua y Arturo Herrera; Jaime Cárdenas, Germán Martínez, Lilly Téllez, y muchos otros que por principios y congruencia se apartaron de Morena y de AMLO.
La 4T, AMLO y Morena desprecian el pensamiento de izquierda y no tienen más proyecto que el poder sin ninguna ideología, compromiso ni convicción. Solo hay populismo, oportunismo y corrupción.
X: @diaz_manuel