Les platico: Sumar a ineptos con acomplejados empoderados equivale en estos días a la comisión de un delito equiparable a la asociación delictuosa.
Y como tal, cualquier error de cálculo al atender la queja desmedida de una vecina, puede desembocar en un pleito innecesario y desgastante, si el agraviado se defiende con todos los recursos a su alcance.
La denuncia pública
Cuando las leyes mexicanas son usualmente atropelladas, queda al ciudadano el recurso de la denuncia pública.
El escarnio que provoca ser exhibido, sumerge al funcionario público en un proceso que resulta más letal que el actual sistema de justicia penal acusatorio.
Sus aspiraciones políticas pueden verse de cuajo truncadas, si no es capaz de calibrar el peso de los adversarios que le echan encima, colaboradores incapaces que terminan por llevarlo al baile.
Para ponerle nombres a las incidencias que les cuento: Miguel Treviño -el alcalde sampetrino “independiente”- tiene enfrente un problema legal de dimensiones insospechadas, que pudo haberse evitado si le hubiera dado audiencia al promovente, cuando éste lo buscó para exponerle de primera mano, los abusos cometidos por Benito Juárez Calvillo y Javier Alberto de la Fuente García, a la sazón, director jurídico y secretario de ordenamiento y desarrollo urbano, respectivamente.
Si las broncas en San Pedro Garza García están a peso y en barata, ¿cuál es la necesidad de andar comprándose otras?
De muy poco va a servirle ahora a Miguel, mandarle recados “conciliatorios” al promovente, porque está en curso y va volando la demanda promovida contra Benito, Javier y quienes resulten responsables de allanar un domicilio, donde el delito existe solo en la cabecita de alguien que se sintió poderoso por ser portador de apellidos de pedigrí que tienen incluso un asiento en la bancada panista del Congreso de Nuevo León.
Los sellos de clausura que Benito y sus secuaces pusieron para dividir en dos la casa objeto de esta demanda, van a terminar siendo puestos para delimitar las decisiones de las emociones del alcalde y sus acomplejados y empoderados colaboradores.
¿Amenaza? ¡N’ombre!, es una promesa
Cuando los representantes del vecino afectado quisieron evitar todo este embrollo, hubo alguien de las áreas municipales demandadas que se envalentó preguntándoles que si aquello era una amenaza.
Y entonces -como respuesta- los abogados profirieron: “no lo tomen como una amenaza. Es -más bien- una promesa”.
CAJÓN DE SASTRE
“Y por lo que hoy sabemos, tal promesa ya se está cumpliendo”, dice la irreverente de mi Gaby
Plácido Garza en Twitter: @PlacidoGarza