La tendencia electoral en Estados Unidos ha variado en forma perceptible a grado que, los más radicalizados medios demócratas reconocen que las tendencias de Trump van al alza y, las de Kamala a la baja y, como se trata de una película, y no de una fotografía, esta inercia tenderá a consolidarse. No estamos hablando ya solamente de las entidades que definen el voto, sino del mismo voto popular que marca un empate técnico entre ambos candidatos.

Para explicarlo, hay que señalar que las grandes concentraciones urbanas, típicamente favorecen a los demócratas, por lo que los republicanos suelen ganar el colegio electoral y perder el voto popular; que no suceda así, nos habla de una recolocación de las figuras de Trump y Kamala, pero también nos habla de una creciente radicalización en el entorno demócrata pues, acostumbrados a invocar la razón moral, se ven confrontados contra un amplio rechazo de grupos que típicamente los favorecían por lo que están redoblando esfuerzos para mantener al grupo de los varones afro americanos y para incrementar al grupo de republicanos que rechaza la candidatura de Trump. Esta estrategia pública parece no estar dando resultados pues se basa en incrementar los adjetivos, cada vez de mayor contenido sin sustento, contra la figura de Trump, pero esta se encuentra blindada por 10 años de continuados ataques que ya no conmueven a nadie; por más que lo adjetiven de fascista, la realidad económica de las familias, sean o no integrantes de alguna minoría, les recuerda que su administración fue de bonanza y de paz.

Anualmente el cardenal de Nueva York convoca una cena de recaudación para las organizaciones católicas de beneficencia de ese estado señalando: “No sé qué tiene Kamala contra nuestros amigos católicos, están siendo literalmente perseguidos por esta administración”, agregando “Kamala Harris, se ha convertido en la primera candidata demócrata desde 1984 en rechazar la invitación a la cena de la fundación Memorial Alfred E. Smith, organizada por esta arquidiócesis. El último candidato presidencial que no acudió a la cena, perdió 49 de 50 estados. Estábamos deseando darle una bienvenida entusiasta a la vicepresidenta”. Cuando se trata de año electoral, desde 1940, dicho escenario se ha caracterizado por ser un espacio de distención y buena convivencia entre los candidatos de ambos partidos. En él, se intercambian bromas pesadas para ridiculizar al oponente y, en un ambiente cordial, reírse un poco de las campañas y su exacerbado lenguaje, por lo que acudir a este encuentro, tiene una connotación de solidez de régimen, de buenos perdedores y de mejores contendientes. En tres ocasiones, Donald Trump ha acudido, en la de 2020, como presidente y candidato perdedor. En esta ocasión faltó la candidata demócrata, enviando para sustituirla, un extraño video donde una actriz de comedia hablaba de la importancia de votar por una mujer; la ausencia de Kamala Harris es una señal con malos recuerdos pues, en la elección de 1984, Walter Mondale, fue el candidato demócrata que perdió con el 40% contra el 58% del republicano Reagan.

Obviamente, el candidato Trump aprovechó el escenario para hacer chistes de la cúpula demócrata, incluido el marido de la candidata, práctica habitual en el evento y que permite siempre, por un lado, el desquite de la contraparte, y por otro, las risas de quien es señalado. Ocurrió en el 2016 con Hilary Clinton, la que muy risueña aceptó el chiste de Trump sobre otorgarle un perdón relativo a sus supuestos crímenes que Trump afirmaba, la llevarían a la cárcel.

Hechos como este, contribuyen a que el electorado mida las capacidades prácticas de los candidatos; esta ausencia se suma a la desastrosa entrevista que la candidata Harris, en un brusco cambio de estrategia mediática, otorgó a la cadena Fox News, a la cual, además de llegar tarde, no pudo aportar elementos de fondo sobre sus posiciones públicas de años atrás con respecto al financiamiento de operaciones para cambio de género a los niños migrantes en centros de detención, ni pudo tampoco, responder sobre la cifra de inmigrantes ilegales que la administración Biden ha liberado al interior de Estados Unidos.

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El momento de mayor tensión se vivió cuando el entrevistador, Bret Baier, puso a cuadro las imágenes de la madre de una de las 3 jóvenes asesinadas por migrantes que la administración liberó en territorio americano, la que, en un acto frente al Congreso, responsabilizaba en forma directa a Joe Biden y Kamala Harris por la muerte de su hija.

La entrevista sirvió de poco a la candidata que se había mantenido ausente de todos los medios y dotó de mayores elementos a sus opositores.

El tiempo que queda para revertir la tendencia es poco y no parece haber en el bando demócrata sino una, cada vez mayor, división entre el suplantado Biden y su vicepresidenta. Se empiezan a percibir serias grietas del lado azul de la campaña presidencial. Es bastante probable que Trump gane, tanto en el colegio electoral, como en el voto popular, y que pueda disponer de una mayoría legislativa.