Resulta complicado que suelte el poder tan fácilmente, sobre todo cuando se estuvo en el mismo cargo por casi una docena de años. Es el caso de Ricardo Del Valle, quien fuera Secretario General del sindicato de sobrecargos, ASSA de México. (2011-2023)
Luego de ser derrotado en las elecciones, se vio obligado a terminar su gestión el pasado 31 de enero. Lo normal, es que tras cerrar su ciclo como representante sindical, hubiera regresado “a la charola”, como decimos en el gremio, es decir, que se hubiera reintegrado a su trabajo como sobrecargo de Aeroméxico.
En el pasado, ya otros ex secretarios generales (varones, por cierto) lo han hecho sin mayor problema. Pero también reconozco que previo a Ricardo Del Valle, las dos mujeres que fueron secretarias generales del sindicato, no regresaron “a volar” al terminar su mandato, ambas se decantaron por hacer carrera política.
Ricardo Del Valle Solares, que sigue siendo sobrecargo de Aeroméxico, primero tomó las vacaciones que le correspondían, y posteriormente consiguió -de manera inexplicable- un “permiso especial” por parte de la aerolínea, pues no ha regresado a trabajar, ni ha renunciado.
Hasta aquí no parece haber mayor problema. Pero una visión menos superficial del caso nos obliga a considerar otros factores. Y es que ustedes, mis estimados lectores, recordarán que tras la bajada de vuelo de Aeromar, poco más de 500 trabajadores, de un día para el otro, se quedaron sin empleo. Y es que antes de la pandemia, la planta total de Aeromar era de 800 trabajadores, sin embargo, la falta de pago de salarios hizo que muchos de ellos fueran renunciando, desde hace más de dos años, sin que hasta la fecha hayan recibido su finiquito.
En el caso de los sobrecargos de Aeromar, anunciaron por todo lo alto que la compañía aérea que comanda Andrés Conesa, los recibiría con los brazos abiertos, y que el total de los 76 sobrecargos de Aeromar, en menos de un mes serían parte de las filas de la aerolínea bandera. Desde luego que esto fue gestionado desde el sindicato de sobrecargos, actualmente lidereado por Ada Salazar, en conjunto con el apoyo de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
Todos aplaudimos dicha acción conjunta, pero ¿qué opinarían ustedes sí supieran que hay “alguien” saboteando la entrada de sobrecargos de Aeromar en Aeroméxico?, ¿quién es ese “alguien”? nada más y nada menos que el ex Secretario General de la ASSA de México, Ricardo Del Valle. Resulta que los 76 sobrecargos de Aeromar acudieron a realizar sus trámites a Aeroméxico, pero sólo unos cuantos fueron aceptados por la empresa.
Y antes de entrar de lleno en la materia, tengo que darles un pequeño contexto, para su mejor comprensión. En 2010, cuando bajaron de vuelo a Mexicana de Aviación, ASSA de México plantó cara para ayudar a sus sobrecargos. A mí personalmente, junto con otros representantes sindicales, nos tocó preguntar (por riguroso escalafón) a nuestros compañeros si estaban interesados en obtener la carta sindical necesaria para volar en Aeroméxico; pero en ese momento la gran mayoría rechazó las cartas que el sindicato ofreció a los sobrecargos de Mexicana y Click, pues tenían la ilusión de volver a volar “en su empresa”, en su casa de tantos años.
En 2011, cuando Ricardo Del Valle llegó al cargo de Secretario General del sindicato, la contratación de sobrecargos (“ex” Mexicanas) en Aeroméxico fue a cuentagotas, pues en el Contrato Colectivo de ellos, hay una cláusula que limita la edad para entrar a trabajar como sobrecargo. No debes de pasar de los 37 años.
El tiempo iba pasando y Mexicana no levantaba el vuelo, poco a poco Ricardo empezó a utilizar a gente de Mexicana que le era útil (léase “incondicionales”), y a pesar de rebasar la edad establecida en el Contrato Colectivo, los metió a trabajar a Aeroméxico.
Ese grupo se autodenominó “punta de lanza”, pero las contrataciones en realidad estuvieron detenidas durante los años 2011, 2012 y 2013; no fue sino hasta el 2014 que gracias a la implementación del Contrato B -esto es, sobrecargos haciendo lo mismo pero 60% más baratos- los ex mexicanas comenzaron a entrar a raudales y sin límite de edad, ni de peso ni de nada.
A nadie le importó entonces, ni a Aeroméxico, ni al sindicato, ni a los trabajadores, mucho menos a las autoridades laborales que se estaba violentando la máxima jurídica de que “a trabajo igual, salario igual”.
Lo digo sin empacho en cuanta oportunidad tengo: de forma abyecta se aprovecharon de la necesidad de mis compañeros sobrecargos por trabajar, y antes de 2014, durante los años que las contrataciones fueron casi mínimas, era muy frecuente que mis compañeros, aun cumpliendo con el requisito de la edad, se quejaran conmigo diciéndome: “me dijeron en Aeroméxico que no cubro el perfil, pero ¿cómo? Si llevo más de 8, 12 o 15 años volando en Mexicana”.
En efecto, la aerolínea les dio este tipo de respuestas: “estás pasado de peso”, “no tienes el nivel de inglés” “te pasas de la edad”, y el más socorrido “no cumples con el perfil de sobrecargo”. Ojo, excusas que les estaban dando a trabajadores calificados, que tenían una licencia vigente como sobrecargo, y con varios años de experiencia.
Hoy, la historia se repite, y nada es casualidad. Ya les he contado que uno de los motivos por los cuales comenzó la debacle de Aeromar fue el “robo” de 44 sobrecargos. Yo lo novelé en una columna que titulé “Yo me robé a esas “huercas” (El rapto de las 40 sobrecargos de Aeromar)” inspirada en el pasaje mitológico “El rapto de las Sabinas”, que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por parte de los fundadores de Roma, y que está representado en cuadros muy famosos de colecciones europeas.
En realidad fueron 44 sobrecargos que de un día a otro dejaron tirado el trabajo en Aeromar y entraron sin ningún trámite, es decir con pase directo, a volar como sobrecargos de Aeroméxico. Después este mismo procedimiento se utilizaría con los sobrecargos de Interjet. Todo ejecutado por Ricardo Del Valle y sus esbirros durante su gestión como líder sindical. Sin embargo, lo que verdaderamente me asombra es que hasta el día de hoy, este individuo siga teniendo poder.
Como escribí líneas arriba, gracias a las recientes gestiones de ASSA y la STPS, se consiguió que tras el cese de operaciones de Aeromar, los 76 sobrecargos que ahí laboraban fueran colocados a la brevedad en Aeroméxico.
Pero la realidad es que sólo ha sido tomados en cuenta para volar en Aeroméxico aquellos sobrecargos que en las pasadas elecciones votaron por Ricardo Del Valle, quien fue candidato e iba por su quinta gestión al frente de ASSA. En total son 43 sobrecargos a los que les han cerrado la puerta en sus narices, y cuyo “pecado” fue apoyar la elección de la actual Secretaria General Ada Salazar.
A ese grado; el “permiso especial” que mantiene vigente a Ricardo Del Valle dentro la compañía aérea, le alcanza para palomear quién tiene derecho de admisión y quién no debe ser considerado. Es un hecho, sus tentáculos no han sido cercenados de tajo. Doce años de gestión son un tiempo excelente para permear -como la humedad- diferentes niveles y espacios, y más cuando su modus operandi fue ese: “este cargo, puesto o trabajo lo tienes gracias a mí”.
Por supuesto que esto no es responsabilidad exclusiva de Aeroméxico, el sindicato y su actual representación han preferido hacerse de la vista gorda con dicho permiso; yo he sido la única que lo ha denunciado en mis redes sociales.
Hasta ahora, atando cabos, se vuelve evidente que algunos que se lanzaron a un cargo sindical utilizando la careta del “cambio”, están jugando un doble papel. Por un lado, se supone que son parte de esta sangre nueva que va a velar por el bienestar de todos los sobrecargos, cuando en realidad, están buscando únicamente el beneficio personal, para sus amigos, o porque consiguen “algo” a cambio.
Triste pero cierto, el anterior Secretario General sigue teniendo poder ya que no lo han encarado, y los resultados ahí están; tenemos por supuesto a estos 43 sobrecargos muy molestos porque fueron rechazados con argumentos ya conocidos pero absurdos como “no tienes nivel de inglés”, “te pasas del peso”, “te pasas de la edad” hasta “no cubres el perfil de sobrecargo”.
Así que desde aquí solicito al Gobierno Federal: así como en 2017 Aeroméxico no vio ningún obstáculo para que las 44 sobrecargos “raptadas” de Aeromar entraran con pase directo y sin ningún examen de por medio, así como en 2018 y en 2019 lo hizo con los sobrecargos de Interjet, que también entraron directamente y sin ningún examen, exijo que los 76 sobrecargos de Aeromar, sin importar por quien votaron en las pasadas elecciones sindicales, entren a volar de inmediato a Aeroméxico.
Sí, exijo porque no deja de ser una petición, aunque dicha de manera “imperiosa”. Lo exijo porque es algo a lo que se tiene derecho, porque es algo que el mismo Gobierno ofreció y anunció, porque es una medida que el sindicato cantó a los 4 vientos, porque la empresa aeronáutica se paró el cuello y no arrugó la nariz al momento de recibir los aplausos.
Lo exijo porque hay antecedentes de que es viable, y porque en otras ocasiones la autoridad laboral ha estado de acuerdo. Lo exijo porque Andrés Manuel López Obrador ha dicho hasta el hartazgo que el piso debe ser parejo para todos, y que no hay enemigos políticos, ni mucho menos habrá tolerancia ante los actos de corrupción y de venganza política.
Por su parte, creo sano que ASSA exija que Ricardo Del Valle no sea beneficiado con ningún tipo de “permiso especial”, y regrese a laborar como sobrecargo. Que renuncie si es que ya le parece demasiado “pedestre” ser sobrecargo; que busque nuevas trincheras si es que quiere “seguir trabajando en pro del gremio aeronáutico”. Seguir enquistado en ASSA traerá dudas -en el mejor de los casos- sobre la forma en que se maneja la vida sindical, y eso no le conviene a nadie.