“El problema no es que la gente carezca de educación. El problema es que las personas están lo suficientemente educadas para creer lo que se les ha enseñado y no lo suficientemente educadas para cuestionar nada de lo que se les ha enseñado”.
R. Feynman, físico
El 25 de marzo pasado comenté que existe la necesidad de que las/los estudiantes de educación superior se mantengan informados y generen opinión, en torno a los acontecimientos y asuntos públicos recientes de la vida nacional.
En esa ocasión describí un cuestionario exploratorio sobre cultura política en México (información del periodo 1958-2018), dirigido a estudiantes de educación media superior y superior, que recién diseñé y que está inspirado en preguntas similares que, alguna vez, compartió el maestro Luis González de Alba.
González de Alba escribió y se preguntó: “¿Por qué las/los estudiantes no saben contestar cuando les pido que me digan que les significa un “Jueves de Corpus” de 1971?”
La intención de este estudio, al aplicar dicho cuestionario preliminar que propuse, es contar con algunos elementos básicos acerca de los esquemas de cultura política que manejan las/los estudiantes de esos niveles de escolaridad. Es importante mencionar que las preguntas y respuestas del cuestionario son abiertas y que a las/los estudiantes les he sugerido que las abordemos en forma grupal (no en individual y sin recurrir a motores de búsqueda), es decir, con la participación de docente y estudiantes de manera libre y espontánea.
Para valorar las respuestas, propuse cuatro criterios:
a) Nadie lo sabe
b) Al menos una o uno de las/los estudiantes del grupo lo sabe, total o parcialmente
c) Casi tod@s lo saben
d) Tod@s lo saben o manejan.
Las preguntas que las/los estudiantes no se sabían o no manejaban, yo mismo las explicaba al final del ejercicio. Por ejemplo, a la pregunta: ¿Con qué hechos relacionas los nombres de Demetrio Vallejo y Valentín Campa? (que ningún estudiante supo contestar) Les platiqué que fueron líderes del sindicato ferrocarrilero, quienes encabezaron una huelga nacional (1958-1959) y que posteriormente fueron encarcelados injustamente.
Así, después de explorar de manera preliminar, la cultura política general de los grupos de estudiantes de educación superior y del último semestre de la carrera (a través de una muestra no representativa), encontré algo en común: Carencias de información sobre hechos relevantes sucedidos en México durante los últimos 60 años o información básica que debemos de saber las/los ciudadanos (por ejemplo, sólo 2 estudiantes de 48 contestaron correctamente a la pregunta: ¿De cuántos artículos consta la Constitución Política Mexicana?)
Así mismo, dos preguntas que no tuvieron respuestas o sólo una estudiante tenía información al respecto fueron: ¿Qué son los Acuerdos de San Andrés? y ¿qué te dicen las siglas FDN referidas al Frente Democrático Nacional?
Con respecto a otras preguntas, todas y todos saben qué sucedió el 2 de octubre de 1968 en la ciudad de México, pero nadie supo contestar a la pregunta “¿Por qué ocurrió en Tlatelolco?”
No obstante esa primera conclusión (sobre las carencias en la información), observo que la formación de profesionales de la educación, al menos en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), es sólida en teorías y métodos, historia de la disciplina, filosofía de la educación y en aspectos de ejercicio del pensamiento crítico, pero débil en análisis de coyuntura educativa y del contexto político, económico y social reciente de la vida nacional.
En otra oportunidad, me gustaría preguntarles acerca de Filosofía de la ciencia, epistemología y conceptos asociados como “objetividad”, “subjetividad”, “obstáculos epistemológicos”, “positivismo lógico”, “falsacionismo o racionalismo crítico” o sobre la “lógica inductiva o deductiva” en contextos de investigación científica, entre otros temas, como para tomar el pulso acerca de su cultura en materia de Filosofía e Historiografía del conocimiento.
Como propuesta, pienso que algunas materias, asignaturas o líneas formativas que hacen falta en las carreras donde se estudia para ser profesional de la educación, serían “Periodismo especializado en educación”, “análisis de coyuntura educativa en México” y “Políticas públicas educativas en México (PPE) gestionadas durante la última década”. Para lograr un cambio de esa naturaleza se requerirá, sin duda, de una revisión curricular a fondo.
Observo, sin embargo, la necesidad de que las/los estudiantes se mantengan informados y generen opinión, en torno a los asuntos públicos de la vida nacional e internacional, y a partir de esa base de cultura política, económica, social y cultural, realicen análisis más completos de PPE. Esa es la lección más importante que nos ofrece este breve ejercicio.
Con estos resultados preliminares (y sin intención de generalizar, claro), tengo la ligera intuición (y percepción) de que, a veces, se educa para no saber, sobre todo acerca de hechos del pasado reciente; para no estar informados. Se educa para no leer, para no estar al tanto de nuestros derechos elementales o se educa para no cuestionar.
Juan Carlos Miranda Arroyo en Twitter: @jcma23