El 25 de marzo y el 5 de abril de 2022 comenté en este espacio que existe la necesidad de que las y los estudiantes de educación superior se informen y generen opinión en torno a los acontecimientos y asuntos públicos recientes o contemporáneos de la vida nacional, porque ello está relacionado orgánicamente con su formación profesional.
(ver: https://www.sdpnoticias.com/opinion/cultura-politica-y-educacion-superior/ y Cultura Política y Educación Superior)
En esas dos publicaciones describí y comenté acerca de un cuestionario exploratorio sobre cultura política en México (información del periodo 1958-2018), dirigido a estudiantes de educación media superior y superior, que diseñé y apliqué con la intención de identificar los rasgos de la cultura política de estudiantes de educación superior, el cual está inspirado en preguntas similares que, alguna vez, compartió el maestro Luis González de Alba.
González de Alba escribió y se preguntó, en su espacio semanal en el diario La Jornada, por ejemplo, lo siguiente: “¿Por qué las y los estudiantes de licenciatura de la UNAM no saben contestar cuando les pido que me digan que les significa un “Jueves de Corpus Cristi” de 1971?”
Reitero, la intención de este estudio, al aplicar el cuestionario aludido, es contar con algunos elementos básicos acerca de los rasgos y esquemas de cultura política que manejan las y los estudiantes de esos niveles de escolaridad superior.
Es importante mencionar que las preguntas y respuestas del y al cuestionario son abiertas y que a las y los estudiantes les he sugerido que las abordemos en forma grupal, no en lo individual y sin recurrir a motores de búsqueda, es decir, con la participación de docente y estudiantes de manera colectiva, libre y espontánea.
Para valorar las respuestas, propuse cuatro criterios: a) Nadie lo sabe; b) Al menos algunos de las y los estudiantes del grupo lo saben, total o parcialmente; c) Casi todas y todos lo saben; d) Todas y todos lo saben o dominan.
Las preguntas que las y los estudiantes no contestaban o no dominaban, yo mismo las explicaba al final del ejercicio. Por ejemplo, en torno a la pregunta: “¿Con qué hechos relacionas los nombres de Demetrio Vallejo y Valentín Campa?” (que ningún estudiante contestó, de las y los 93 participantes), les platiqué que fueron líderes del sindicato ferrocarrilero, quienes encabezaron una huelga nacional (1958-1959) y que posteriormente fueron encarcelados injustamente.
En esta versión 2025 del reporte de esta exploración sobre cultura política se dan a conocer los resultados relativos a las respuestas emitidas por parte de las y los estudiantes al cuestionario aplicado hace uno días, es decir, en febrero de 2025, de tal manera que estos resultados se acumulan o se agregan a los que ya había recabado en el pasado.
Así, después de explorar de manera preliminar la cultura política general de los grupos de estudiantes de educación superior (del último semestre de cada carrera, a través de una muestra no representativa), encontré algo en común: se registran carencias y pobreza de información sobre hechos relevantes sucedidos en México durante los últimos 60 años o información básica que debemos de saber o dominar las y los ciudadanos. Por ejemplo, sólo 9 estudiantes de 93 contestaron correctamente a la pregunta: “¿De cuántos artículos consta la Constitución Política Mexicana?”.
Así mismo, algunas preguntas que no tuvieron respuestas o ante las cuales sólo un o una estudiante, de 93, dio información al respecto fueron: “¿Qué son los Acuerdos de San Andrés?”; “¿A qué se refiere el error de diciembre de 1994?”; y “¿Qué te dicen las siglas FDN referidas al Frente Democrático Nacional?”
Por el contrario, y con respecto a otras preguntas, se observó que todas y todos saben qué sucedió el 2 de octubre de 1968 en la Ciudad de México, pero pocos (18 de 93) supieron contestar a la pregunta “¿Por qué ocurrió en Tlatelolco?”. El “dos de octubre no se olvida”, pero tampoco se comprende.
Otros ejemplos de preguntas que no tuvieron respuesta, de 93 estudiantes participantes en este ejercicio, fueron: ¿Qué es el FOBAPROA?; ¿Qué es el INAI?; ¿Por qué fue controvertida la reforma energética de 2013-2014?; ¿Qué significado tiene el asesinato de Manuel Buendía?; ¿Cuál es la razón del cambio de IFE a INE?, entre otras.
No obstante la primera conclusión del estudio, en el sentido de las carencias o la pobreza en la información pública en jóvenes estudiantes de licenciatura, observo que la formación de profesionales de la educación, al menos en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), es sólida en otros terrenos: en teorías y métodos de la Pedagogía, así como en historia de la disciplina; en filosofía, psicología y sociología de la educación; en técnicas y métodos de investigación y procesamiento de datos, y en otros aspectos relacionados con el ejercicio del pensamiento crítico, pero es débil en el análisis y estudio de la coyuntura educativa y del contexto político, económico y social reciente de la vida nacional.
Como lo señalé hace tres años, en otra oportunidad me gustaría preguntarles acerca de filosofía de la ciencia, o sobre epistemología y conceptos asociados como “objetividad”, “subjetividad”, “obstáculos epistemológicos”, “positivismo lógico”, “falsacionismo o racionalismo crítico” o sobre la “lógica inductiva o deductiva” en contextos de investigación científica, entre otros temas, como para tomar el pulso y evaluar o valorar qué tipo de referentes usan acerca de su cultura científica o en materia de filosofía e historiografía del conocimiento científico, humanístico y tecnológico.
Como propuesta, pienso que algunas materias, asignaturas, módulos o líneas formativas que hacen falta en las carreras donde se estudia y se forma para ser docente o profesional de la educación en general, serían “Periodismo especializado en educación”, “Análisis de coyuntura educativa en México” y “El estudio de las políticas públicas educativas en México (PPE) gestionadas durante las últimas décadas”.
Para lograr un cambio de esa naturaleza se requerirá, sin duda, de una revisión curricular a fondo y abrir el debate riguroso, informado y argumentado, fuera y dentro de la universidad, sobre los rasgos y esquemas cognitivos e ideológicos de las y los estudiantes en temas genéricos como cultura popular, política, humanidades y artes, ciencias y tecnologías, entre otros temas o campos problemáticos, como elementos básicos de su formación profesional.
Observo, sin embargo, la necesidad de que las y los estudiantes de educación superior se mantengan informados y generen opinión, en torno a los asuntos públicos de la vida nacional e internacional, y a partir de esa base de cultura política, económica, social, humanística, científica y artística, realicen análisis más completos de las políticas públicas educativas en el país, por ejemplo. Esa es la lección más importante que nos podría ofrecer o aportar este breve ejercicio.
Con estos resultados preliminares, y sin intención de generalizar, claro, tengo la ligera intuición, y percepción, de que se educa para no saber, sobre todo acerca de hechos del pasado reciente; o se transita la escolaridad básica y media superior para no estar informados ni para formar criterios profesionales para actuar. Se educa para no leer, salvo lo que se indica en los programas de estudio; para no estar al tanto de nuestros derechos humanos elementales o se educa para no cuestionar.
El físico R. Feynman, lo decía de otra manera más genial y elegante: “El problema no es que la gente carezca de educación. El problema es que las personas están lo suficientemente educadas para creer lo que se les ha enseñado y no lo suficientemente educadas para cuestionar nada de lo que se les ha enseñado”.