Oportunidad histórica de AMLO y Joe Biden
Parece perogrullada, pero no lo es: La trascendencia de la Novena Cumbre de las Américas a desarrollarse del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California, tiene que percibirse en el contexto del cambio de políticas tanto nacionales como internacionales en el mundo, pero en particular, en el continente Americano en general y sus dos principales polos en particular, la América sajona y la América Latina. Y no es perogrullada porque abundan hoy los análisis coyunturales (de expertos y especialistas) y los interesados (de políticos y partidos), y son más escasos los que combinan la coyuntura con la estructura.
Hoy más que nunca hay una oportunidad para empezar a cambiar la política en el continente Americano. La política sobre todo de Estados Unidos hacia el continente. La política tanto individual de cada país latinoamericano con la potencia como la de Latinoamérica en su conjunto con dicho país de poderío hegemónico.
Ese cambio, el de la ruta hacia de una América incluyente, democrática, respetuosa de cada uno de los países sin importar su poderío relativo, lo está impulsando el presidente mexicano López Obrador, incluso ya desde sus críticas al funcionamiento de la Organización de Estados Americanos y a su director general, Luis Almagro, y desde la celebración en México, en septiembre de 2021, de la Sexta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), y el discurso de AMLO en el sentido de cambio señalado.
El planteamiento de AMLO es sencillo: propiciemos un cambio histórico en las relaciones americanas, pasemos de una política imperial a una de solidaridad y aun de “hermandad”; básicamente, de comunicación, cooperación y respeto.
Y la oportunidad está dada en este momento porque al liderazgo legítimo de López Obrador -tanto nacional como internacional-, lo respaldan otros países latinoamericanos, pero sobre todo, porque del lado de Estados Unidos gobierna un presidente, Joe Biden, que parece escuchar y respetar al presidente mexicano. Se ha dado evidencia pública de que hay un excelente entendimiento entre ambos, tanto en llamadas telefónicas de los gobernantes, las reuniones de AMLO con el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, y con otros funcionarios de ese gobierno y empresarios de ese país, con John Kerry, representante personal de Biden, así como con la visita del mexicano a Washington en 2021.
La oportunidad de iniciar ese cambio histórico la está planteando AMLO. Corresponde a Biden tomarla o no. De ello dependerá la trascendencia de la Cumbre de Los Ángeles. Y de entrada, sólo consiste en invitar o no a tres países a la reunión: Nicaragua, Venezuela y Cuba. En ello se dirime la oportunidad histórica.
Ya lo he establecido, hay serias irregularidades en Nicaragua bajo la égida de la familia Ortega que ha desvirtuado la revolución sandinista y se ha corrompido. En Venezuela hay asimismo irregularidades políticas. Y en Cuba, aunque no le parezca al presidente mexicano, existe una dictadura de partido único que gobierna un país cuya élite del poder desvirtuó también la revolución de origen al ideologizarla y convertirla en una burocracia comunista.
Ya conocemos tal circunstancia. Pero, ¿no resulta contradictorio aislar, bloquear, condenar a esos países en vez de cooperar y propiciar cambios democráticos en esos pueblos?; además, también hay hipocresía cuando menos en el caso de Venezuela, donde Estados Unidos de nueva cuenta comercia con el petróleo.
Más allá del planteamiento de AMLO de la hermandad y la inclusión, simplemente por el hecho de que la exclusión y el rechazo hace un daño mayor a los pueblos, más que a los gobiernos, tendría que revertirse esa política que se ha apoderado históricamente del derecho a calificar y descalificar; la arrogancia de imponer su voluntad antidemocrática.
Antecedentes y estructura histórica
Ya se ha establecido aquí con anterioridad el contexto estructural de las relaciones políticas americanas. Estas han pasado por tres etapas históricas. 1. Hispanoamericanismo. 2. Panamericanismo. 3. Inter-americanismo; vigente. Si se da la ocasión, ya que la oportunidad existe, podríamos estar frente al capítulo número 4. El giro de esas relaciones que entrarían a una cuarta etapa, a una suerte de cuarta transformación. 4T Pana-inter-americana; suena familiar, ¿no? Ya lo he dicho, tal vez ni el canciller Marcelo Ebrard ni el presidente lo hayan columbrado así.
El hispanoamericanismo surge a partir de la independencia, en siglo XIX, de la mayoría de los países colonizados por España. Las consideraciones de las similitudes del lenguaje, raíz indígena, de intereses aparentemente comunes, así como de un idealismo hoy llamado bolivariano, hicieron pensar que sería posible la integración de toda esta comunidad. La convocatoria de Simón Bolívar a la Conferencia de Panamá, en 1826, a pesar de que quiso excluir a Estados Unidos, dejó de manifiesto la imposibilidad del “sueño bolivariano; además del interés estadounidense, prevaleció la inquina criolla de cada país.
El Panamericanismo inicia en 1889 impulsado por Estados Unidos. Los países fueron convocados durante varios meses en Washington, y desde allí, con el mandato del dogmático Destino Manifiesto y la imperial Doctrina Monroe (“América para los americanos”), y la amenaza del poderío que había arrebatado a México más de la mitad de su territorio, se impondría la hegemonía de Estados Unidos en el continente.
El Inter-americanismo se establece al término de la Segunda Guerra Mundial. El nuevo orden geopolítico ratifica el poder de Estados Unidos sobre Latinoamérica. Establece mecanismos de control bilateral y de conjunto a través de la Organización de Estados Americanos vigente desde 1948.
4T Pana-inter-americana
¿Cuál es la posibilidad de que se inicie un giro hacia una cuarta etapa de las relaciones americanas? Es mucha si el entendimiento y el respeto entre Joe Biden y López Obrador prosperan a ese nivel también. Así como cuando se dio entre Lázaro Cárdenas y Franklin D. Roosevelt; porque hubo circunstancias positivas y negativas que lo hicieron posible. Semejanzas que hoy existen. Y esas relaciones de aliento democrático tendrán que iniciarse algún día, si es que la humanidad aspira a la convivencia pacífica y a la subsistencia como especie más o menos racional, si los discursos y las aspiraciones son consecuentes. El inicio de una nueva etapa será un triunfo. El fracaso, sólo será temporal; un aplazamiento dentro de un emplazamiento de la democracia.
¿Se dará inicio a una 4T en las relaciones americanas, una 4T Pana-inter-americana? ¿La Cumbre de Los Ángeles será un triunfo o una derrota temporal de AMLO? Pronto lo sabremos.
P.d. Mi aproximación a una 4T en las relaciones políticas americanas a partir del análisis de la Cumbre de la CELAC en 2021:
Héctor Palacio en Twitter: @NietzscheAristo