Este fin de semana, en medio de un clima de unidad y camaradería, los consejeros nacionales tomaron determinaciones en torno al futuro del partido. Considerando que los tiempos se han cumplido en relación con los órganos de dirección, se reemplazaron todas las posiciones del Comité Ejecutivo Nacional. En ese sentido, Morena demostró altura de miras para consolidar las estructuras; es decir, manifestó un acuerdo de unanimidad para que Luisa María Alcalde sea la próxima presidenta. Ella, de hecho, estaba destinada a ocupar el escalón más alto para tomar decisiones con una gran ventaja: tiene el apoyo incondicional de quien será la futura jefa de Estado y, por si eso fuese poco, cuenta con el respaldo de la militancia que, al final de cuentas, es el principal sostén para el funcionamiento.
Y Morena, en sus diversas expresiones sociopolíticas, atraviesa su mejor momento como partido. Si bien el presidente López Obrador está en vísperas del retiro, perdurará su legado bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum. De igual forma, hay una plataforma muy enraizada en los gobiernos estatales que, en su inmensa mayoría, son encabezados por el lopezobradorismo. Desde luego, el principal reto de Luisa María Alcalde será mantener ese buen nivel y, de paso, ir pensando en el proceso electoral del 2027, donde se renovarán una cantidad importante de gubernaturas y espacios legislativos. Eso, recordemos, lo hizo a la perfección Mario Delgado, especialmente el ejercicio de hace tres años y, por supuesto, el que acabamos de vivir con el triunfo abrumador a favor de la causa de Morena.
Si somos objetivos, no es nada sencillo dirigir al partido más dominante de la actualidad. Hay, además de una presión inmensa, un compromiso para resolver los puestos de elección a lo largo y ancho del país. Hay que tener mucha capacidad de organización para conducir y procesar miles de encuestas. A su vez, queda claro, es de vital importancia estar en coordinación con las estructuras de las 32 entidades federativas. Mario Delgado, para tal efecto, canalizó cada uno de esos componentes que, a la postre, se convirtieron en áreas de oportunidad, eso sí, basados en la esencia de los tres principios básicos del lopezobradorismo.
Y cuando las condiciones están dadas, producto del inmenso apoyo popular, las decisiones y las acciones para fortalecer las estructuras internas fluyen en unidad. Qué mejor que sea así, pues una vez que Claudia tome protesta como presidenta de la república, iniciará el posicionamiento de los principales protagonistas de cada entidad para ir perfilando su aspiración. Se renovarán, ni más ni menos, 15 gubernaturas que, en términos de proporción, constituyen poco menos de la mitad del país. Lo que está en juego, entonces, es un ejercicio electoral muy intenso que, dentro de muy poco, comenzará.
Ese puede ser el caso del proceso electoral que se avecina. Sí, muchos dirán que es sumamente prematuro, pero la realidad es esa. No somos ajenos a esa percepción que comenzará a gestarse en los próximos meses. Hay, en efecto, perfiles que están haciendo un trabajo territorial muy importante desde hace tiempo. Ellos, seguramente, aparecerán en los titulares de la prensa para encabezar los proyectos de la gubernatura. En Guerrero, por ejemplo, veremos en el primer plano a los senadores, Beatriz Mojica y Félix Salgado Macedonio. Ambos, para ser objetivos, son las cartas más fuertes. De hecho, no habrá ninguna novedad a pesar de la lista innumerable que se forme de aspirantes.
En Chihuahua, no tengo la menor duda de ello, Andrea Chávez, por el protagonismo y el histórico triunfo que obtuvo, será la carta más fuerte para apuntalar la gubernatura en aquel punto del país. Además de ello, es la única que puede hacer frente a la hegemonía que ha tenido el PAN en ese territorio. Eso, evidentemente, la pone muy por encima de cualquier cuadro dentro y fuera de la expresión. Si es así, Morena tiene todo para conquistar Chihuahua por primera vez. Desde luego, el lopezobradorismo arrancará como el favorito, en concreto en todas las entidades, incluyendo Michoacán, Colima, Baja California Sur, Sinaloa, Sonora, Nayarit, Zacatecas y Tlaxcala.
En Tlaxcala, por mucho, Ana Lilia Rivera, senadora de la república, figura entre los cuadros más competitivos de aquella entidad. Ella, a propósito, viene de ganar dos elecciones consecutivas para la cámara alta. Y este ejercicio que ha comenzado, no hay duda de ello, puede ser el periodo para despegar y trepar a las mediciones que, dentro de muy poco, evaluarán el termómetro social. Y ya que hablamos del Senado, como una cantera poderosa de perfiles para puestos de elección popular, no podemos soslayar el liderazgo que ha consolidado Saúl Monreal. Él, inclusive, es un hecho que levantará la mano cuando los tiempos se acerquen. Además de ello, está claro, el legislador zacatecano es, por así decirlo, el heredero de la dinastía Monreal. Es casi seguro que eso lo viviremos.
Mientras ese instante llegue, podemos decir, sin exagerar, que Morena es ampliamente favorito para llevarse las 15 entidades federativas que estarán en juego. Esa chance, de hecho, se fundamenta en el momento inmejorable que vive el movimiento, pero, de igual manera, por el detrimento que vive la oposición que no garantiza competitividad, aún y cuando renueven dirigencia en el seno del PRIAN.
Cumple Mario Delgado; deja un partido fuerte con miras a las elecciones intermedias.