AGENDA SINDICAL

Por Carlos Carral Hernández

Cuando escuchamos el término neoliberalismo, nos remitimos mayoritariamente a la idea del capital global con presencia libre en la mayor parte de países del orbe, es decir, que las empresas que tienen la posibilidad de tener presencia a nivel global, simplemente la tengan. La idea de este modelo que va muy de la mano de la globalización, es que pocas empresas se adueñen en todo el planeta de la mayor parte de los mercados sobre productos muy concretos: vehículos, pan, artículos de oficina, generación de energía, etc.; aunque el término neoliberalismo encierra la idea de libertad, realmente la única libertad que el modelo reclama es la de libre circulación de capitales, del libre mercado realmente nada.

Neoliberalismo y globalización son dos conceptos que se han fundido en una idea única, no podemos entender el modelo económico imperante, sin la realidad de la libre circulación de capitales por todo el mundo y el control de estos sobre el mercado global, cada empresa sobre un sector o producto en particular.

Poco se habla de la idea del neoliberalismo sobre el estado, de hecho la idea no es tan distinta a la que tuvo el pensamiento liberal en su momento, a pesar de ello, al parecer es un punto no tan abordado en las discusiones en torno a este fenómeno económico propio de nuestros tiempos.

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Para los defensores del pensamiento neoliberal como el liberal, el Estado debe ser tan pequeño que solo debe llevar a cabo 4 actividades: cobro de impuestos, control de los cuerpos de seguridad, impartición de justicia y encabezar la actividad diplomática, todo lo demás, cualquier servicio público, desde el suministro de agua hasta los servicios de salud, todos deben estar en manos de la iniciativa privada, en la etapa liberal del capital nacional, en la era del neoliberalismo del capital global, ahí la diferencia, el argumento: el sector privado puede hacer más con menos recursos, el estado es pesado y lento.

La idea de libertad detrás de ambas visiones tiene muchos problemas, bajo este ideal que suena más que justo, se ocultan las peores manipulaciones sobre la sociedad, los ataques más deleznables contra el tejido social y la precarización de la vida en general, lo peor, parece que los gobernados al creer el discurso hermoso de la libertad, terminamos dándole la razón al capital global para adueñarse de los servicios públicos y el control de los recursos naturales más elementales como el agua.

Bajo la idea de libertad y su defensa ante los tribunales, un Juzgado de Distrito otorgó un amparo a un sujeto que bajo la idea más básica de la libertad, busca mantener una relación matrimonial paralela con 2 mujeres al mismo tiempo, para lo que combatió 2 artículos del Código Civil de aquella entidad, que definen las figuras del matrimonio y el concubinato, argumentando una limitación en su contenido, la estigmatización sobre aquellos que tiene relaciones distintas a las mencionadas y desde luego un actos discriminatorio en consecuencia.

La idea de libertad que hoy profesamos, es contraria a la de disciplina y obediencia con la que nuestra generación aún creció, una visión de mundo que se tacha de excesiva y violenta, pero que generó una sociedad resiliente, que se ofendía menos, pero que estaba dispuesta a luchar más, una sociedad más comprometida consigo misma y con un a idea de colectividad que ya no existe.

Las nuevas generaciones son libres de absolutamente todo, tienen derecho a andar con el cabello largo en la escuela aunque estén en el nivel de educación básica, tienen derecho a sentirse mujer u hombre a cualquier edad, aunque no tengan la edad para definirlo con verdadera conciencia, tienen derecho a opinar sobre lo que sea sin tener la más mínima idea sobre lo que hablan, pero hay algo sobre lo que no tienen derecho realmente, a ser responsables de sí mismos, un derecho que el modelo económico empuja nos neguemos a nosotros mismos.

En el caso planteado, el de Puebla, está muy padre el respeto a la libertad de elegir lo que sea, lo que no está padre es a costa y cargo de quién, pues darle derechos a un poliesposo o poliesposa y al otro no, también sería un acto discriminatorio, como en el caso de la seguridad social por ejemplo, lo que no está nada bien, es que muchos de los efectos de la libertad en este caso, probablemente se tengan que cubrir con el presupuesto público que de por sí entre robos y limitantes, no alcanza para nada.

Carlos Carral Hernández, abogado Postulante y director de la Escuela para la Formación Política y Sindical A.C.

Colaboración especial para SDPnoticias de agendapropia.mx, portal especializado en asuntos sindicales