Pregunta: ¿Qué pretenden los y las periodistas que tanto mienten sobre la predictibilidad del huracán Otis?
Respuesta: Lograr —¡ahora sí!, después de años de intentarlo— quitarle el teflón a AMLO.
¿Teflón? Sí, el famoso politetrafluoroetileno que fue descubierto por Roy J. Plunkett, químico de DuPont. Pues bien, en diciembre de 2018, en El Universal, el encuestador Jorge Buendía definió el efecto teflón en la política:
- “El término se acuñó en la presidencia de Ronald Reagan para describir a un mandatario al que las críticas, o las consecuencias negativas de sus actos, no le hacían gran mella”.
- “Un presidente teflón cuenta con una ‘capa protectora’ que le permite afrontar decisiones impopulares sin mayor desgaste”.
El señor Buendía hace casi cinco años especulaba acerca de si AMLO, ya en la presidencia, iba a conservar su teflón. El experto en estudios demoscópicos concluía que a Andrés Manuel le iba a resultar complicado mantener sus niveles de aprobación sin ajustar cuentas con el pasado. De alguna manera Andrés Manuel así lo ha hecho. El presidente ha insistido en su diagnóstico, correcto en mi opinión, de que los grandes problemas nacionales se originaron y crecieron en sexenios anteriores: la inseguridad en el de Calderón, la corrupción en el periodo de Peña Nieto, etcétera.
No le ha costado trabajo al presidente López Obrador convencer a la mayoría de la sociedad mexicana de lo desastrosos que resultaron los gobiernos de lo que él llama el periodo neoliberal porque, la verdad sea dicha, en general fueron muy malos.
Hay otro factor, me parece, que explica el nulo daño reputacional que AMLO ha sufrido, a pesar de ser el presidente más criticado, insultado y calumniado de la historia: ha puesto en práctica con maestría la primera de las estrategias que recomiendan las escuelas de negocios para evitar que las crisis perjudiquen el buen nombre de cualquier empresa: una buena comunicación.
Las mañaneras le han servido a AMLO para mantener un elevado prestigio entre la mayoría de la gente. De ahí que las detesten sus críticos.
Por esa razón, o por cualquier otra, lo cierto es que a AMLO las mentiras sobre su persona y su gobierno no le han hecho ningún daño: su reputación sigue intacta.
Ahora, después del huracán Otis, la comentocracia se ha lanzado a una nueva ofensiva contra el presidente porque se piensa que un desastre tan grande como el de Acapulco le quitará, ¡al fin!, el teflón a Andrés Manuel.
Por tal motivo, han difundido la mentira de que el presidente López Obrador supo a tiempo de la intensidad de Otis y no lo informó a la población de Acapulco.
Hoy, el columnista Raymundo Riva Palacio confiesa en El Financiero que él y Carlos Loret de Mola fueron “los primeros en enfocarse en la línea de tiempo para argumentar la inacción del gobierno”. Admite la mentira y, el colmo, Raymundo se dice víctima de una persecución solo porque AMLO ha dicho la verdad en la mañanera.
La mentira de la predictibilidad de Otis la demuestran sobre todo los y las especialistas. El pasado 5 de noviembre en el Wall Street Journal se publicó el texto “¿Por qué el huracán Otis se hizo tan mortal tan rápido?”. En esta nota “el mejor experto de Estados Unidos, Michael Brennan, director del Centro Nacional de Huracanes, dice que podemos esperar tormentas que se aceleren más rápidamente, y pronosticarlas va a ser difícil”.
Un análisis muy interesante sobre la imposible predictibilidad de Otis lo leí en la página de internet Columbia News, dedicada a informar sobre asuntos académicos de una de las mejores universidades del mundo, la de Columbia.
Ese artículo, difundido el pasado 1 de noviembre, lo redactaron Jonathan Lin y Suzana Camargo.
- Jonathan Lin es “investigador postdoctoral de la Fundación Nacional de Ciencias en el Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Escuela del Clima de Columbia. Sus intereses de investigación incluyen la predicción/previsibilidad de los ciclones tropicales, la dinámica de la variabilidad intraestacional tropical y el acoplamiento troposfera-estósfera. Comenzará como profesor asistente en el Departamento de Ciencias de la Tierra y la Atmósfera de la Universidad de Cornell en otoño de 2024″.
- Suzana Camargo es la profesora de investigación Marie Tharp Lamont en la División de Física del Océano y el Clima del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty, en la Escuela del Clima de Columbia. Ella ha trabajado en Columbia desde 1999. Tiene un doctorado en física de la Universidad Técnica de Múnich.
Jonathan Lin y Suzana Camargo algo sabrán sobre huracanes, ¿no? O ¿conocen mejor el teme dos periodistas sin estudios universitarios avanzados como Riva Palacio y Loret de Mola? Cito las conclusiones de Lin y Camargo:
- “En general, los huracanes se intensifican gradualmente y luego decaen, aunque su intensidad puede fluctuar a lo largo de su vida debido a varios factores”.
- “Los huracanes a veces pueden sufrir una intensificación rápida, que por definición, es una intensificación de 35 nudos, o 40 millas por hora, en una ventana de tiempo de 24 horas”.
- “Para dar una idea de lo rápida que es esta intensificación, ¡35 nudos es la diferencia entre un huracán de categoría 1 y un huracán de categoría 3!”.
- “La intensificación extremadamente rápida puede ser particularmente peligrosa, especialmente si la intensificación rápida se produce justo antes de tocar tierra, ya que no hay mucho tiempo para evacuar las áreas costeras que están en riesgo de peligros relacionados con el clima”.
- “Desafortunadamente, la semana pasada el huracán Otis hizo precisamente esto, ya que Otis alcanzó la intensidad de la Categoría 5 justo antes de tocar tierra cerca de Acapulco, México”.
- “Otis tuvo una de las tasas de intensificación más extremas jamás observadas”.
- “Alrededor de la medianoche del 24 de octubre, Otis era una tormenta tropical débil, con una intensidad de 50 nudos”.
- “Solo 24 horas después, el huracán Otis se convirtió en un huracán de categoría 5 con una intensidad de 145 nudos”.
- “Esa es una tasa de intensificación de 95 nudos en 24 horas, ¡una tasa casi 3 veces más rápida que la definición general de intensificación rápida!”.
- “Desafortunadamente, este no es el final de las malas noticias”.
- “En general, pronosticar eventos de intensificación rápida es muy difícil. ¡De hecho, Otis fue un ejemplo extremo de esto!”.
- “En particular, todos los modelos de huracanes de uso común no pudieron predecir la rápida intensificación de Otis en un huracán mayor”.
- “El espectacular fracaso de nuestros modelos de huracanes en la predicción de la intensificación de Otis tendrá que ser analizado en estudios post mortem”.
- Este estado de cosas “solo aumenta la necesidad de reforzar la resiliencia de las comunidades costeras de todo el mundo”.
Con mentiras no le quitarán el teflón a AMLO. El daño reputacional que pretenden causarle al presidente de México más bien golpeará a los y las columnistas que mienten un día sí y otro también. Esto se llama efecto búmeran.
Entiendo que sobra gente en los medios decidida a perjudicar a AMLO para ver si impiden lo que se ve imposible, que Claudia Sheinbaum pierda las elecciones presidenciales.
¿Por qué la comentocracia desea la derrota de Claudia? Porque los medios no aguantarán un segundo sexenio consecutivo sin los recursos financieros que antes recibían del gobierno por concepto de pagos de publicidad oficial.