No es que no haya necesidad de escribir columnas acerca de AMLO. Difícilmente he llegado al leer alguna columna en cualquier parte que hable bien de él. Por lo general, no se dice nada bueno del presidente, salvo honrosas excepciones, todo tiene que ver con la forma errónea que ha tenido al hablar y al conducir este país. Al proteger al delincuente y atacar así como dividirnos entre todos. Su plan es macabro: consiste en la división. Y le está saliendo muy bien. Sin embargo está este otro sector de la gente que le quiere y le respeta.

Está esta otra gente que no se preocupa si estás de acuerdo con ellos y en lo que ellos creen y e quiénes ellos creen. Te tratan muy bien sin importar si coincidas con lo que piensan. Y sí, por más increíble que parezca hay gente que quiere y admira al presidente.

Ciudadanos pues. Esos que hace mucho no escuchaba que lo quisieran así, porque ya sabemos que todo aquel que navegue en el Crucero del Amor llamado Morena lo adora. De ellos no tenemos duda, pero hacía mucho tiempo que no escuchaba que alguien se expresara bien de él. Y es que bueno, no necesariamente me hablaban bien de él en particular sino de lo que ellos consideraban él hacía bien para los demás.

Les escribo desde Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Hoy es mi último día aquí. Estuve prácticamente diez días en diferentes puntos del estado y percibí que la  aquí la gente quiere al presidente. Pasé enfrente de un Banco del Bienestar, atestado de personas de la tercera edad, a pleno rayo del sol, esperando alguna ayuda económica. El chofer nos decía al ver aquellas imágenes que “es que aquí el gobierno ayuda mucho a la gente”. Eso fue lo que interpretaron sus ojos y desde su concepción de carencia y de necesidad.

Lo que yo interpreté era una desgracia: Cientos de personas de la tercera edad, al rayo del sol, de pie, sin tener donde sentarse, con una temperatura que rayaba en los 40 grados, esperando durante horas, nos decía el chofer, para recoger algo de dinero.

“El gobierno ayuda mucho a la gente” nos repetía el chofer.

Yo lo interpretaba como que era un banco de limosna que llevaba sello, logo y nombre de un partido político, para que la gente más necesitada necesitara seguir dependiendo de ellos para vivir,  literalmente para sobrevivir.

También me puse a pensar que esas personas de la tercera edad no tenían muchas otras maneras de recibir dinero de otra parte. Trabajar ya les era muy difícil, sino es que prácticamente imposible  y probablemente ningún familiar los ayudaría.

Entonces mi corazón se partió en dos. Por un lado me pregunté: “¿Será válido dar dinero así sin que se aspire a nada más en la vida, más que pedírselo al gobierno? ¿Y por qué si se da dinero con el corazón y desde el  amor a los pobres  como dice el AMLO, este dinero sale de un Banco con el sello y nombre de Morena, casi le faltaba la carita de Obrador en la entrada? ¿Entonces es una ayuda genuina y amorosa o es convenenciera e interesada? A la gente más pobre no le importa. Mientras le llegue su dinero, no importa nada más.  La carencia y necesidades son tantas que una pequeña cantidad de dinero aligeran el agobio y no queda energía para analizar  de donde viene ese dinero y si ese dinero viene desde el corazón realmente o si es que solamente los están usando. 

Puedo decir que  Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, es un estado precioso, verdaderamente hermoso, limpio y ordenado, el chofer sabe que otros gobiernos los han maltratado. Me lo decía sonriente. Cómo si así tuviera que ser, pero él se mantenía de pie.

No nada más por las bellezas naturales que aún conservan sino por su gente, Chiapas es una joya. Su gente es amable, cariñosa, gente que yo no le vi rastro alguno de agresividad a pesar de las altas temperaturas.  Y es que ya ven que la alcaldesa de Acapulco dijo hace poco que la gente se volvía agresiva por el calor y por eso aumentaba la delincuencia.

Maravilla de estado, porque su gente es maravillosa, porque milagrosamente tienen muchísimos recursos naturales todavía. Ellos están entusiasmados porque les tocará parte del Tren Maya. Para ellos significan grandes oportunidades para que llegue el turismo. Sin embargo, el chofer a su vez lamentaba que los recursos naturales se estuvieran extinguiendo por las construcciones. Él era un hombre de campo que le brillaban sus ojos al hablar de su estados y de sus bondades, pero, paradójicamente no entendía porqué lo “verde” se  les estaba extinguiendo.

Por supuesto no quise entrar en discusión con él. Me estaba recibiendo en su casa, y yo tenía que respetar eso. Y fue lindo convivir con él porque nada ni nadie  nos dividía. Éramos dos mexicanos respetándonos, y yo aprendiendo de su estado, de su cultura y de su gastronomía.

Lamenté todo lo que me he perdido por no viajar más dentro de mi país, recomiendo hacerlo y conocer todo lo que tenemos (quizá antes que desaparezca) .

Me voy de Chiapas llena de esperanza. De esperanza en mi proyecto de vida, esperando la llegada de otra vida, me voy con la esperanza en mi país, esperanza porque aún hay gente que no se destroza por no compartir ideologías políticas y puede sonreírle al otro y hablar. Me voy agradecida por haber recibido la mano de quien no me conocía .

Me voy agradecida con Dios y con todo lo que toca a Dios. Todo lo que es de Dios. Así será y así será. Gracias por leerme