En esta etapa de campañas electorales, la población tendremos la oportunidad de evaluar y contrastar a las candidatas a la presidencia de la República.

Una medida objetiva será conocer sus propuestas y proyectos, que abonen a una discusión seria y responsable, más allá de los infundios y recursos de guerra electoral (como campañas negras y guerra sucia), que pretendan desviar la atención de los asuntos que realmente nos preocupan, y busquen confundirnos como electorado.

En ese sentido, habría que concentrarse en lo esencial. Por lo pronto, el inicio de las campañas de las candidatas denotó ya el perfil de cada una de ellas.

Por un lado, en el arranque de Xóchitl Gálvez hubo una marcada ausencia de una plataforma articulada con propuestas efectivas, y prefirió recurrir a la práctica de “sacar raja política”, con actos de simbolismo hasta micro rituales, que bien podrían caer en el esoterismo. Mientras que Claudia Sheinbaum en un evento masivo pacífico en el Zócalo de la CDMX (que dejó ver su músculo político), presentó su proyecto de Nación, integral, con 14 ejes rectores y 100 puntos sustantivos.

Vale la pena analizar un par de estos, que tienen que ver con lo que ella llamó “avances de la Transformación”. Es en el rubro de inversiones donde quizás Claudia está mostrando un sello propio en el esquema de país que propone.

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Uno de los aspectos fundamentales dentro de su plan de inversiones, es el posicionamiento que hizo el viernes respecto al nearshoring (o relocalización de empresas):

  • “Somos partidarios de aprovechar la posición estratégica que nos brinda el T-MEC para dar impulso a la inversión privada, extranjera, nacional por el llamado fenómeno de relocalización de empresas. Vamos a hacer polos de desarrollo, pero no queremos que vengan las empresas con bajos salarios para las mexicanas y mexicanos. La relocalización será con buenos salarios…con derechos laborales, con vivienda. Nos va a ayudar al desarrollo nacional.
  • Y para ello, además de fortalecer los 12 parques industriales del sureste, vamos a desarrollar otros 10 polos del desarrollo para el bienestar en el país.”

Aunque este planteamiento encuadra dentro del concepto de economía moral y humanismo mexicano del presidente López Obrador para la 4T, Claudia propone avances para dar un mayor impulso a la inversión para promover el desarrollo del país. Una nueva visión de colaboración entre el sector público y el privado, como ocurrió en la CDMX cuando fue jefa de Gobierno, que ha ido esbozando en los últimos días en sus reuniones frente a las cámaras empresariales e industriales del país.

Contempla que se fomente mayor inversión (tanto pública como privada, -nacional y extranjera-) para crear más empleos “dignos”, con mejores salarios y fortalecimiento de derechos, como la salud y vivienda.

En el proyecto de Sheinbaum, como lo dijo en su discurso en el Zócalo, el desarrollo en México debe traducirse en derechos plenos, que van más allá de meras oportunidades. El crecimiento económico debe generar desarrollo que se traduzca en derechos socioeconómicos, medioambientales y prosperidad para todos.

Ese es el objetivo central de su plan económico en el que señala que para que haya crecimiento que se traduzca en desarrollo, debe haber creación de riqueza de abajo hacia arriba, desde las bases, y no como lo estipula el concepto del capitalismo clásico que se basa en la creación de riqueza desde arriba, para que después, supuestamente, “goteé” hacia abajo.

En su proyecto propone ordenar territorialmente la inversión por relocalización y generar economías de escala mediante el desarrollo de polos de bienestar. Se establece que se generen cadenas de valor que integren a las pequeñas y medianas empresas nacionales, para a su vez incentivar la formalización de la economía.

En esta proposición destaca que la inversión por relocalización engloba temas de sustentabilidad como el derecho al agua y la energía, y cuidado del medio ambiente. También establece lineamientos para acelerar la transición energética y creación de infraestructura.

En varias entrevistas ha dicho que se está realizando un mapeo de la inversión en función de disponibilidad de recursos naturales, como el agua (tanto externa como subterránea), considerando los retos de tratamiento de agua, transmisión eléctrica, infraestructura carretera, los usos de suelo y la localización de corredores (incluyendo agrícolas y turísticos) y parques industriales, particularmente en el corredor Interoceánico.

Se trata de captar la inversión y generar la infraestructura necesaria en energía, en vivienda, en escuelas, en clínicas de salud, en vialidades, en transporte público (incluida electromovilidad), para lograr desarrollo regional y nacional.

Y busca que la inversión por relocalización de empresas se dirija a generar investigación, conocimiento, innovación y tecnología propia, no solo la maquila y ensamblaje de productos.

Esto atiende a lo que Claudia declaró en relación con su reunión con Larry Fink de BlackRock para aprovechar lo que él llamó el “momento de México” (Fink considera que hay un clima propicio para la inversión en el país): “El nearshoring debe permitir un desarrollo regional y usar los recursos naturales, energía y las facilidades como incentivos y trámites para atraer la inversión extranjera directa y generar clusters de desarrollo en el país.”

En mi opinión, este es uno de los aspectos fundamentales del “segundo piso de la Transformación” que propone Claudia en materia económica, que de consolidarlo lograría atraer más inversión de forma ordenada y planeada, con beneficios y desarrollo sostenibles a largo plazo para el país.

Es un plan que trascendería el umbral sexenal, que se propagaría en el futuro de México, y quedaría anclado en el objetivo de “bienestar y prosperidad compartida” que guía su proyecto de Nación.