Año con año, en los meses de octubre y noviembre, se llevan a cabo elecciones en la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA), con el motivo de cambiar un tercio de la representación. El año pasado -puede decirse- fue la elección “grande”, la que corresponde al Grupo II, en la que entre otros cargos se disputa la Secretaría General.

En este espacio he narrado anteriormente la situación que guardaba el sindicato, con un periodo de casi doce años con Ricardo Del Valle como secretario general, y sus pretensiones de ir por tres años más. Ya en el pasado he desglosado las triquiñuelas (y no me voy a entretener ahora en ellas) hechas por este personaje para “burlar” el estatuto, que marca que el periodo será de tres años, solamente. Afortunadamente, esa especie de “Maximato” pudo revertirse gracias al voto de la base de sobrecargos, que dio el triunfo a la compañera Ada Salazar, y los candidatos de la planilla electoral que la acompañaban.

Todos esperábamos que con el cambio de dirigencia entraría esa bocanada de aire fresco que trajera de vuelta la democracia al sindicato que se había perdido durante toda la gestión de Ricardo Del Valle. Pero los sobrecargos agremiados a ese sindicato no tardamos mucho en darnos cuenta de que solamente se había cambiado de personaje, y no de actitudes autoritarias y antidemocráticas.

Ada Salazar asumió la Secretaría General de ASSA con la esperanza de toda la base puesta sobre sus hombros; por ello contrastó más que en lugar de cumplir sus promesas de campaña, dejó claro que la opinión que importa es solamente la de ella, la de Ada Salazar, y no la voz, opinión y decisiones de la asamblea.

Hay muchos ejemplos, como usar de “logotipo oficial” del sindicato la imagen (logotipo) que utilizó en su campaña electoral. Esto no es un asunto menor, pues existe un reglamento sobre el logotipo de la asociación. Otro ejemplo es que ella decidió quiénes serían los abogados que representarán al sindicato, sin consultarlo a la asamblea, a pesar de que el pago del cuerpo jurídico sale de las cuotas sindicales de los sobrecargos agremiados al sindicato.

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Logotipo de campaña de Ada Salazar
Logotipo de campaña de Ada Salazar

Eso como primeras acciones, pero actualmente los agremiados a ASSA tienen que “soportar” respuestas como como que “ella no negocia con la empresa porque es pedirle favores”, que fue lo que respondió cuando la planta le pidió que cumpliera con su promesa de campaña de pedirle a Aeroméxico la revisión y modificación del Convenio de Ahorros que los sobrecargos firmaron en aras de apoyar a su empresa cuando esta entró a un proceso jurídico en los Estados Unidos, el famoso Capítulo 11 (de la Ley de Quiebras estadounidense).

Al ver que la compañía aérea se encuentra en franca recuperación, los sobrecargos desean renegociar sus condiciones laborales; sin embargo, la representación al mando de Ada Salazar les dice que tal revisión se hará una vez que llegue su fecha de vencimiento, es decir hasta el próximo mes de mayo del año 2024.

¿Para qué “revisar” un convenio sin que se llegue a la fecha de término? Esa respuesta solo confirma un rumor que apanica a los sobrecargos de Aeroméxico (y no los culpo): que el convenio de ahorros, donde los asistentes de vuelo aceptaron un recorte temporal de sus percepciones, “llegó para quedarse”.

Con este tipo de respuestas, entre otras más, los sobrecargos de la base están desencantados. Los “corridos” (grupo de sobrecargos despedidos injustificadamente por ser incómodos a la anterior representación sindical) fueron usados como estandarte de lucha en las pasadas elecciones, con la promesa de regresarles las fuentes de empleo que les fueron arrebatadas por levantar la voz en contra del entonces secretario general Ricardo Del Valle Solares, pero una vez que dieron su voto para el triunfo indiscutible de Ada Salazar, francamente han sido ignorados por ella.

Situación similar la que viven algunos sobrecargos de Aeromar. Todos ellos están afiliados a la ASSA, y hace algunos meses, cuando pararon operaciones, hasta en la mañanera el presidente se anunció que el sindicato estaba gestionando su ingreso a Aeroméxico, para no dejarlos en el desamparo del desempleo.

Menos de la mitad ya forma parte de la aerolínea del caballero águila, pero casi el 60% de los sobrecargos han sido rechazados bajo el dudoso argumento de “no dar el perfil”, a pesar de que estaban activos y tienen todos sus papeles en regla. El 15 de febrero de este año, un día antes de estallar la huelga en Transportes Aeromar, todos estaban volando sin ningún problema, pero ahora les fue negada la oportunidad de colocarse en la otra aerolínea. Muchos podrán decir “es una decisión empresarial y no sindical”, pero aquí el dato importante es que ASSA de México, es quien detenta la contratación colectiva.

Así podría seguir enlistando todo lo que se está haciendo -y dejando de hacer- dentro del sindicato, pero me concentro en el tema electoral. Por estatuto, los sobrecargos que quieran participar en las elecciones deben reunir entre 25 y 30 firmas de sus compañeros para poder postularse a alguno de los cargos que saldrán a elección.

Hasta hace un tiempo (antes de 2011, y la llegada de Ricardo Del Valle a la Secretaría General), las planillas electorales no existían; se postulaban los sobrecargos de manera individual, y así hacían sus campañas. Eso permitía al electorado votar a conciencia, y el resultado eran representaciones sindicales plurales y equilibradas, obligadas a consensuar su trabajo diario, y a preguntar a la Asamblea General el destino del sindicato.

Pero desde 2011 se aceptaron las planillas, y desde entonces el voto es “en bloque”. El año pasado solo hubo dos planillas, reduciendo todo a dos facciones: la gente de Ricardo vs. los seguidores de Ada, autodenominados “ubuntus”.

Pero hoy, en estas nuevas elecciones, Ada preparó un “As” bajo la manga; no solo tiene una planilla encabezada por la compañera Echegaray, sino que también tiene lo que se conoce como “cachavotos”, es decir otra planilla, para poder apostar a dos caballos en la misma carrera, por si no gana con uno, gana con el otro, previendo que haya “voto de castigo” a su gestión. También está la planilla de la gente de Ricardo Del Valle, y de otros compañeros que buscan llegar a un cargo sindical.

Yo llevo varios años participando de distintas formas en las elecciones. Hace tres años me postulé para la Secretaría de Prensa, y en otras ocasiones como apoyo de los compañeros, realizando trabajo de difusión. En las pasadas elecciones entrevisté candidatos, publiqué sus propuestas de trabajo y por supuesto se les brindó todo el apoyo posible, incluso concertando entrevistas con otros comunicadores.

David Nava, secretario de Relaciones del ASSA; Ada Salazar, secretaria general del ASSA; y Sandra Carrillo, secretaria del Trabajo del ASSA, ofrecieron conferencia de prensa

Sin embargo, soy de la idea que en el sindicato debe permear la diversidad y los contrapesos. Ada Salazar tuvo la gran oportunidad de aprender a negociar con un grupo contrario, en aras de beneficiar a todo el gremio. No obstante, prefirió la vieja fórmula de “cacería de brujas” y destituyó a toda la gente que quedaba dentro de la representación sindical, que fuera fiel a Ricardo Del Valle. Y lo sabemos todos, esa fórmula no sirve porque orilla a las personas a ser voluble en cuanto a sus lealtades se refiere.

La actual secretaria general de ASSA no solo juega con una planilla, sino con dos, con la finalidad de que todos los representantes que resulten electos sean de su grupo, y así pretender que todos tengan una misma visión, y hay que decirlo sin eufemismos, sometidos a la Secretaría General.

Tal y como lo hizo Ricardo Del Valle durante su gestión, al grado de vivenciar elecciones con una sola planilla, es decir, un solo candidato para cada cargo. Y es que se amedrentaba a cualquiera que quisiera participar de forma espontánea. Él ya tenía trazado quiénes serían los representantes sindicales de los sobrecargos, “chapulineando” -si podemos utilizar el término-, brincando de un cargo a otro, según las órdenes recibidas.

Los sobrecargos queremos que la democracia sindical regrese, y esto solo se logrará a través de los contrapesos. Se requiere de gente que no pertenezca al grupo que ya despacha en Patricio Sanz 751, para que cuestionen, exijan y hagan valer la voz de los sobrecargos agremiados al sindicato, y así se vuelva a respetar al órgano máximo: la Asamblea... Es decir, el pueblo.

Dejo para una ocasión futura cómo se relaciona este tema electoral con el tema de Mexicana y Click, pues ASSA nos está pidiendo a los sobrecargos legitimar los Contratos Colectivos de Trabajo, pero desaparecen las delegaciones de estas empresas, porque dicen, “somos contratos muertos”; entonces ¿para qué quieren que legitimemos?, la respuesta es simple: porque tienen miedo a convertirse en un sindicato de empresa y dejar de ser uno gremial.

Sé que para muchos las elecciones internas de un sindicato de sobrecargos como lo es ASSA podría parecer un tema de una importancia pobre o relativa, pero les aseguro que no es así. Y con pinceladas gruesas y sin entrar a mayores detalles, déjenme decirles que ASSA no solo detenta el contrato con Aerovías de México, conocido como Aeroméxico.

También tiene el contrato de Transportes Aeromar, con quienes alcanzaron a legitimar su CCT antes de estallar la huelga. Está pendiente una “segunda vuelta” para legitimar los contratos de Mexicana de Aviación (la original) y de Click. Además, está solicitando ante las autoridades laborales del país detentar el contrato de las sobrecargos de Aeroméxico Connect. Y por si esto fuera poco, buscan detentar el contrato de los sobrecargos de la nueva Mexicana de Aviación.

Pero mientras pronuncian ese discurso, ávido de trabajo y reflectores, siguen ignorando a mis compañeros de VivaAerobus y a los de Volaris; incluso estos últimos hace más de dos años están pidiendo a gritos salir del Sindicato de Trabajadores de la Industria Aeronáutica (STIA), y afiliarse a ASSA.

Si no se aprovecha esta coyuntura, es porque definitivamente ASSA no tiene ganas de trabajar. Por eso sugiero no perder de vista sus próximas elecciones y los juegos de poder que se dan en su interior. Hoy, más que en años anteriores, de los resultados que emanen de las votaciones, sabremos qué rumbo tomará el sindicalismo “democrático”.