Conozco a Rubén Rocha Moya. Lo conocí en persona en enero del 2014. Tuve la oportunidad de entrevistarlo. Estrenaba su libro “El Disimulo, así nació el narco”. Una novela negra. De ficción, de esas que pusieron a Pérez-Reverte en un mapa distinto. Y a Elmer Mendoza en el Olimpo de los escritores sinaloenses.
Lo entrevisté en el preámbulo de un libro que justo un día como hoy, pero hace ocho años, presentaba en Culiacán. 20 de marzo de 2014. En la librería de Casa Ley, en Tres Ríos. Don José Ángel Pescador Osuna hizo los comentarios.
Leí su libro. Era un badiraguatense, ex rector de la universidad más grande del Estado y funcionario federal. Imposible no fuese un espejo al cual mirarse. De Tameapa a Batequitas hay buena distancia. Pero los cobija el mismo escudo municipal pintado por Miguel Ángel Velázquez Tracy.
En su novela de ficción, reconocía al narco como un problema endémico. No sólo de Badiraguato. Ni de Sinaloa, o México, sino internacional. El narco llegó para quedarse. Y admitió contundente, que se libra “una guerra que no se ganará”.
En aquel tiempo le pregunté: ¿Qué quiere mostrar usted con ‘El disimulo, así nació el narco’?
”Lo que quiero mostrar es que el fenómeno del narco nace al amparo del propio Estado”, respondió decidido.
En su libro, el dr. Rubén Rocha Moya traza una realidad novelada, donde los pacíficos habitantes de Chepederas ven alterada la convivencia por la permisividad del cultivo, comercio y trasiego de estupefacientes.
Así como en los años 1950, 1980, 1990 hoy la violencia y la ambición se apoderan de la voluntad de la mayoría de los nativos del pueblo. En poco tiempo, las opciones de vida son casi inexistentes, si no es por el camino del narco.
En ese tiempo, el hoy mandatario era subdirector de Capacitación y Servicios Educativos del ISSSTE. Había sido rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa en los años 1990.
A título personal, hay algo de satisfacción en que sea de Badiraguato. Rubén Rocha Moya se forjó en la lucha. Por experiencia sé y me consta que bajar de la sierra a estudiar no es cosa fácil. Abrirse camino al éxito, menos. En los tiempos de juventud del mandatario, más difícil aún.
Del gobernador Rocha Moya algo hay que destacar: es normalista de Oaxaca. Y ex rector de la UAS. Si alguien sabe de ‘grilla’ y política en Sinaloa, es él.
“El que aguanta una grilla de la UAS, lo aguanta todo”, reza un dicho entre los universitarios de época. Los que lucharon. De ideales, guerrilleros y hasta incendiarios.
Elegir la Escuela Normal Superior de Oaxaca era más que una opción sinuosa. Con esa formación, no podía ser diferente. Rocha Moya tenía que ser de izquierda.
El gobernador tiene la formación para soportar cualquier arreón político. Hay quienes reclaman falta de ‘operación política’. Son los mismos que ignoran la pericia del que se sabe con experiencia.
Entonces Rocha Moya sabe que Sinaloa es más que un apellido o un apodo.
Para una joven de Tameapa, Badiraguato, en esa época identificarse con un badiraguatense notable era mandatorio. Hoy es gobernador. El reconocimiento es innegable. La exigencia al coterráneo es que pague la cuota de paisanaje. A Badiraguato le urge. Los badiraguantenses han sabido esperar.
Hoy está del lado de la responsabilidad. Conoce la problemática. Admite haberla vivido en carne propia cuando era niño. Reconoce que es una guerra que no se ganará.
No será quien gane la guerra al narco. El llamado a la puerta de la historia de quien abonó al tejido social está ahí. Ser de Badiraguato lo hace distinto a los demás ex gobernadores. Conoce y ha sufrido el tema. Depende de él.
En su libro, nos muestra la ruta. La resistencia de mujeres y hombres con ideales de una patria que logran forjarse otro camino por el lado de la educación, la ciencia, donde el disimulo no cabe, porque la dignidad y el porvenir son parte del mismo concepto.
¿Entonces? Entonces hay que esperar un gobernante cauto. Que conoce sus limitantes y oportunidades.
A casi cinco meses de gobierno, el reto no es menor. El gobernador tiene la formación, va por los resultados. Hoy parece que la política no pasa por su mejor momento…
El Dr. Rocha Moya agregaba… “El disimulo... es una forma de ocultar o de fingir que la realidad es otra o inexistente, encubrir o permitir la transgresión de la ley, del precepto, a cambio de prebendas y sobornos.”
Badiraguato es epicentro. Es la carretera a Parral tan impulsada por el presidente. La tierra que López Obrador ha visitado en varias ocasiones desde que inició su mandato. Es vértice del Triángulo Dorado. El terruño de Doña Consuelo. De Don Benzi. De la mamá de Martín Mendoza. De Héctor R. Olea y Abelardo Medina. Badiraguato es cuna de miles, no sólo de capos.
Vanessa Félix en Twitter: @Jvanessafelix