Bienvenidos amantes de la gastronomía. Así como la revista Taste Atlas da a conocer cuáles son los mejores platillos, también hace una lista con los peores, escogidos desde el punto de vista de la gente, que es la que vota por la “popularidad” del plato en cuestión.
Y debo decir que no estoy para nada de acuerdo con la lista de “malos” platos de la gastronomía mexicana. Son un total de ¡41 platillos!, provenientes de toda la república mexicana. Así que además de mencionarlos, les compartiré mis razones por las que, a mi parecer, no son “malos platos”, sino todo lo contrario.
¡Lo quiero dejar claro!, para mí ninguno de estos platos es “malo”, y destacaré algunos de ellos; así que empecemos por el número uno (chongos zamoranos), un postre tradicional que data de la época virreinal, y que es una delicia: es leche cortada con limón, a partir de la que se hacen los cuajos, y se les añade azúcar y canela en rama.
La capirotada es un clásico de la Semana Santa. Mi abuela -que era de Monterrey- la preparaba con pan blanco ya duro, como base, y era una especie de pudín dulce, que era para chuparse los dedos.
¿Quién no ha comido charales fritos de botana? Una delicia al paladar, con su limón y su salsita Valentina ¿qué más se puede pedir? Fuente de calcio, potasio, sodio, fósforo, zinc, hierro, vitaminas, A, B, C, E, magnesio, yodo y niacina.
Los chinicuiles, chapulines, jumiles y escamoles son considerados en nuestra cocina como un “delicatessen”, incluso su precio es elevado por lo gourmet que son este tipo de ingredientes.
¿En serio me dicen que el pozole blanco está en la lista de los peores platillos? ¡Pero si es un clásico para las fiestas patrias!, en mi casa siempre se prefirió el pozole blanco, porque es al que se le puede “personalizar”, en cuanto a sabores, además de ser un plato de origen prehispánico.
Pero hay algo, mi gente bonita, por lo que mi corazón no me ha dejado de doler, dada la ofensa casi insultante a la que fue sometido. Cuando vi en la lista a los “huevos motuleños”, pude escuchar cómo se desquebrajaba, como buñuelo poblano.
De hecho los Huevos Motuleños (así, con mayúsculas) son mi desayuno favorito, con su tortilla frita acariciada por una capa generosa de frijoles negros bien machacados, sobre los que simétricamente reposan las circunferencias perfectas y brillosas de dos huevos estrellados, bañados en salsa hecha con jitomate fresco y su chilito habanero, todo acompañado de graciosos cubitos de queso holandés, chícharos y plátano macho frito, para amarrar los sabores con cubitos de jamón de York como complemento… ¡una delicia!
Este plato fue creado hace más de 100 años por petición del gobernador del estado de Yucatán, el inigualable Felipe Carrillo Puerto. El encargo fue dirigido por la mano privilegiada del chef Jorge Siqueff, entonces dueño del mejor restaurante de la ciudad de Motul.
¿Quieren saber quiénes fueron las primeras personas en probar este exquisito manjar? Pues no es que me guste el chisme, pero les voy a contar que fueron nada más y nada menos que Jaime Torres Bodet, Diego Rivera, José Vasconcelos y Carlos Pellicer. Por lo tanto, me parece más que inadmisible que en Taste Atlas lo consideren “un mal plato”.
Y es que en la cocina mexicana no existen los malos platos, al contrario, tenemos una vasta cultura gastronómica, que no por nada es considerada “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”. ¿O ustedes estimados lectores, que opinan? Bon appetit.
Cat Soumeillera en X: @CSoumeillera