Es falso que bebiendo y caminando te hayas caído, Debanhi. Te mataron así como mataron a otras 6 que fueron descubiertas con tu búsqueda. Así como matan a 11 en el país todos los días. Por eso a ti que te nombramos, ante la impunidad y la espiral de complicidades sobre el silencio de tu partida, necesitamos que les recuerdes todo el daño que su omisión nos ha hecho.
Es brutal y desolador todo lo que padecemos las mujeres en México y peor, en el “Fosfofeminicida León”. El feminicidio de Debanhi no tiene que ver con que haya salido a una fiesta o con que haya tomado alcohol, tampoco tiene que ver con que dos amigas se fueran o con que nos hayamos sometido a normalizer que “la Carretera de la Muerte Monterrey-Nuevo Laredo es territorio del narco y la delincuencia”. El feminicidio de Debanhi tiene a muchos hombres con las manos manchadas, culpa directa de los agresores.
Mario Escobar, padre de Debanhi, denunció haberle mostrado videos a la Fiscalía donde se mostraba al taxista conductor tocando los senos y manoseando sin consentimiento a Debanhi. El acoso de Juan David es lo que detonó que ella decidiera bajarse. Y a ese hombre le siguieron otros que se encontraban en un local de transportistas, del que misteriosamente desaparecieron videos donde pudo estar el momento preciso de la desaparición o agresión contra Debanhi.
Es impactante escuchar las declaraciones de las autoridades de Nuevo León: que si Debanhi cayó en la cisterna por accidente porque iba “borracha”. Que si las amigas fueron las culpables por dejarla sola a sabiendas de que ese lugar es como es. Que si las otras 6 mujeres asesinadas no fueron TrendingTopic y no hay más información, ni de Marifer, ni de ninguna. Que si Debanhi es la culpable de su propio feminicidio por haber tomado y colocarse en riesgo. Que si el culpable fue el clima porque de noche había niebla y seguro ella no alcanzó a mirar el registro abierto de una gran cisterna para la que hay que saltar una barda de 3 metros. Que si los binomios caninos no pudieron encontrarla antes porque, visitando tantas veces ese lugar en 13 días de búsqueda, nadie se asomó por allá. Que si el motel Nueva Castilla no tenía videos, registro ni se enteró alguien de su personal de que una joven iba caminando, cruzando su lobby. Que todos son culpables, según la Fiscalía, menos la Fiscalía de su ineptitud e incapacidad para atender víctimas, investigar y no revictimizar.
Parecen explicaciones tan absurdas que indigna la sugerencia de un carpetazo anticipado donde se concluye que no hubo responsables. Ese gran aparato de impunidad alimentado por el machismo del Estado me hace pensar que, por encima del odio que tienen los hombres hacia las mujeres, el que nos mata y nos viola diario, está el odio del Estado y los gobiernos hacia todas las víctimas, mujeres y madres.
Ese odio institucional en el que difunden versiones estereotipadas de las asesinadas cuando ellas ya no pueden reclamar ni decir que es falso que hubiesen tomado tanto, que no fue su culpa, que no son la “clase de mujeres” que dicen que son, desde donde sostienen que lo que sea que nos pase es nuestra culpa pero también desde ese lugar donde nos hacen saber que la única manera de no convertirnos en una cifra desconocida es tener las suficientes redes y personas que nos vayan a buscar para que nos coloquen en medios, hablen de nosotras y que no nos olviden. Las otras 6 no habrían sido encontradas de otra manera y eso es todavía peor: ni muertas vamos a descansar, ni muertas vamos a tener justicia.
Ni siquiera morir es sinónimo de paz porque quién sabe si nos vayan a encontrar y luego quién sabe qué es lo que vayan a decir de nosotras. Las Fiscalías han usado el comodín de la ceguera ante la máquina de feminicidios: si no estás en la pantalla de TV, no existes y si no existes, que más da una búsqueda más o una menos, una cifra más o una menos. El México machista, el Nuevo León feminicida, la desesperanza de no tener ni seguridad ni justicia y tener que conformarnos con un “fosfo fosfo”, con la próxima gran acción falsa de Mariana Rodríguez y el siguiente mensaje de condolencias presidenciales donde todos están negados a reconocer que el Estado es fallido y se encuentra rebasado, que las carreteras son de los cárteles y no del Estado, que cualquiera puede matar o violar sin necesidad de pertenecer a cualquier grupo criminal. Que el feminicida es el que te lleva de noche a casa, el que toma la declaración, el velador, el omiso, el que muere de ganas por tenerte inconsciente y violarte. Que están desbordados, que no pueden y que nosotras ya tampoco podemos con el cansancio de vivir en el miedo de ser la próxima.
Nuevolandia feminicida, Mexitragicalifragilístico espiralidoso, machista y espantoso.