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Observo con atención el proceso interno del movimiento de transformación que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, en este trayecto y por supuesto desde antes he prestado atención a los mensajes, modos, objetivos y visión de cada uno de los que buscan suceder al impulsor de la 4T, y llegué a la conclusión de que sin lugar a dudas la persona que garantiza la continuidad e incluso la profundización de este proyecto de país es sin lugar a dudas Claudia Sheinbaum Pardo.

Hay muchas razones de fondo, desde su origen en un familia de izquierda, desarrollada en las luchas universitarias y su formación científica y visión social, hasta el hecho de que es mujer, pasando por su visión y su compromiso con las causas que dieron pie a todo el proceso de cambio que encarna hasta hoy López Obrador.

Es a ella a quien el presidente le tiene confianza, es a quien le ha encargado algunas de las misiones más complejas, desde dar forma a los principios y documentos básicos del movimiento que hoy conocemos como el partido político Morena, hasta la construcción de la obra más emblemática de su gestión como gobernador de la Ciudad de México, que es al final lo que lo llevó a ocupar la presidencia de México en el 2018.

Y es que en efecto, en aquél momento (2004) fue ella, entonces secretaria de Medio Ambiente, a quien se le encomendó construir la infraestructura de los segundos pisos e implementar la construcción del Metrobús, ambas estrategias que además de impulsar a la capital del país con entornos más amigables con el tránsito cotidiano, contribuyeron a bajar los índices de contaminación, que para esa época era la mayor preocupación del entorno urbano de la gran ciudad.

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Así como ahora en su oportunidad como jefa de gobierno logró disminuir los índices de criminalidad y violencia a la mínima expresión, a pesar de que la Ciudad de México y su zona conurbada es la mayor concentración de personas en todo el país, lo que objetivamente hablando es un caldo de cultivo para la violencia y la criminalidad.

Es decir Claudia ha podido con el paquete.

No es que Marcelo Ebrard o Adán Augusto López Hernández, por mencionar a dos de los perfiles en la contienda no sean capaces, es simplemente que el camino natural, pero sobre todo, el que más conviene a los ciudadanos, que en este país hemos encontrado la esperanza de una nueva fase de desarrollo y un resurgimiento de México enfocado en la justicia social, se traza a través de la figura de la ex jefa de gobierno.

Claudia Sheinbaum es leal, tiene el temple y el carácter para seguir adelante sin caer en las tentaciones naturales que estar encumbrada en el poder político implica.

Y mire, es muy interesante el simple argumento de que Claudia debe encabezar la continuidad por el hecho de ser mujer, justamente porque enfrente tendrá también de manera irrefrenable a otra mujer, ya en el Frente Amplio, Santiago Creel se decantó y renunció a sus aspiraciones a favor de Xóchitl Gálvez, así que o es la panista, o es la priista Beatriz Paredes Rangel quien encabezará a la oposición, y aunque falta por saber que hará el Movimiento Ciudadano, desde ahora podemos dar por descontado que México tendrá a una mujer como presidenta de la República.

Yo prefiero a Claudia Sheinbaum, su compromiso, su preparación y su trayectoria son los otros argumentos, y es que si vemos en el hecho del género la oportunidad histórica de resarcir al fin una larga de cadena de agravios y abusos en contra de ellas de parte de nuestra sociedad patriarcal, creo que podremos encontrar una razón para que en este momento, tras 200 años de existir, a nuestra nación la gobierne una mujer.

Ahora veo en Claudia muchas virtudes, pasando por su capacidad de análisis y de toma de decisiones a partir de su preparación científica, es una persona de resultados, que demostró en la Ciudad de México que sabe crecerse ante los retos y que no se achica ante el castigo, ni de los medios de comunicación, ni de los grupos de interés.

En su trayectoria política y como gobernante, en su origen y formación, Claudia es la esencia de esa generación que debió crecer en el México de las crisis, nació (1962) en medio del Desarrollo Estabilizador, como se llamó al “Milagro Mexicano” (1954 a 1970) y le tocó como niña y adolescente observar como el México de Oportunidades construido con tanto trabajo se desvaneció, primero por malas decisiones de los gobernantes y -después- por el ánimo privatizador de los neoliberales.

Sheinbaum es en esencia la respuesta, el germen que se cultivó en esa fase de parte de la izquierda universitaria, la generación que no supo darse por vencida, que no fue cooptada para corresponder con las aspiraciones del futuro, de nosotros los que llegamos unos años después, con la visión y la esperanza de poder construir un país distinto, similar a lo que soñamos.

Y es que habemos quienes nunca perdimos (quizá por formación, pero ante todo por visión, anhelo y orgullo) la esperanza de un México más justo, más equilibrado, pero sobre todo de un México que tomase la oportunidad de trascender y ligar su realidad con su destino de ser una de las naciones protagonistas.

Comparto con ella muchas visiones, muchos anhelos, y cuando la veo a los ojos percibo a una persona en la que puedo confiar, que justamente como hoy el presidente López Obrador se puede comprometer a no fallar y a construir un país mejor.

El presidente López Obrador lo logró, inició con esa fase de transformación, pero ahora corresponde a otra generación dar el paso siguiente, los planes de desarrollo, la infraestructura creada en estos 6 años, tienen justamente el propósito de conducir a México hasta ahí, pero es necesario un liderazgo que nos conduzca y creo que en este enfoque la respuesta es ella, Claudia Sheinbaum Pardo.

¿Cómo no apoyar la esperanza?, eso es para mi Claudia Sheinbaum, esperanza, eso representa para mi generación, la de la eterna crisis y la del México de las oportunidades perdidas.

Correspondencia a demiandu1@me.com | En Twitter @Demiandu