Con la aprobación en la Cámara Diputados de la reforma al poder judicial, sin moverle ni una coma, sin discusión, sin escuchar a la sociedad y lo peor, con la motivación de Morena y aliados de dar un “regalo” al presidente, se consuma el “Golpe del Estado Blando” que advirtió López Obrador.

La aplanadora oficialista se estrenó pasándose por el Arco del Triunfo al pueblo, la Constitución y las leyes que de ella emanan. No importa legislar en favor de México, sino cumplir los caprichos de su jefe máximo.

Caso omiso

El pasado sábado, con base y cumplimiento estricto a la ley, jueces federales otorgaron un amparo en favor de los trabajadores del poder judicial por el cual se ordenaba al Congreso frenar la discusión de la reforma.

Según el expediente 1251/2024, el fallo implica que “dicho proyecto en particular no podrá ser discutido y votado por la Cámara de Diputados de la nueva legislatura”.

Al hacer caso omiso de la decisión de un juez, la mayoría de Morena y sus aliados, caen en un golpe de Estado indirecto, sin el uso abierto de las fuerzas armadas, pero igualmente destructor hacia las instituciones, la separación de poderes y el Estado de derecho, todo para entregar el control absoluto a una sola persona, en este caso y como lo describió el propio AMLO, no se requirió del Ejército sino de la compra de las voluntades de los partidos que tiene a su servicio, encabezados por personajes de la peor calaña, como Ricardo Monreal.

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Sin mayor empacho, Monreal se erigió en juez supremo de la nación al señalar que el amparo era “inadmisible”, “improcedente” y “una violación flagrante a la Constitución”.

Y para que no quedara duda de que el poder judicial es un estorbo, Monreal aseguró que la mayoría legislativa no se someterá “a la jurisdicción del juzgado o juzgados que lo ordenen, porque no tienen competencia” para frenar la reforma. Figurativamente, mandó a la guillotina al poder judicial, a los magistrados y a los jueces. Un vil tirano.

Gobierno de sordos

Las acciones de AMLO todopoderoso contrastan radicalmente con el México democrático que le permitió llegar a la presidencia. Se habían logrado importantes transformaciones, no como las que AMLO genera e impone, sino gracias a que sociedad y gobierno se pusieron de acuerdo a través de canales de diálogo y negociación, donde se escucharon y atendieron las diversas voces para superar retos o enfrentar crisis. Sin embargo, en este país y con este gobierno, eso ya no existe.

Los pactos

En la historia moderna México ha tenido que enfrentar situaciones difíciles que marcaron grandes cambios y generaron avances. Cuando Miguel de la Madrid fue presidente de 1982 a 1988, tuvo lugar una severa crisis económica con altas tasas de inflación y la devaluación del peso que heredó de su antecesor, entonces se hizo necesario el establecimiento de los llamados ‘Pactos de Crecimiento Económico’ que involucraron a diversos sectores para subsidiar los precios básicos; se inició la apertura económica, desregulación, privatización de las empresas estatales y el inicio de un proceso de democratización, sobre todo en la CDMX, que a la postre se convirtió en el bastión del PRD.

Años después, en el sexenio de Ernesto Zedillo, surgió el Pacto de Los Pinos a partir de la necesidad de democracia, de erradicar las practicas clientelares y quitar el control de las elecciones al gobierno en turno, con la finalidad de evitar situaciones como la de su antecesor, Carlos Salinas y la “caída del sistema” operado por Manuel Bartlett; la represión de la gente de izquierda que militaba en el PRD; los magnicidios y las terribles crisis económicas de cada fin de sexenio.

Con este pacto se alcanzaron importantes resultados, como la llamada normalidad democrática. En 1996 se logró la reforma electoral que otorgó el control de las elecciones a los ciudadanos, se creó el Tribunal Electoral y se establecieron los fundamentos económicos que impidieron que el país se fuera a pique este sexenio, aunque ahora AMLO lo presuma.

En el Pacto de los Pinos participaron figuras de todas las corrientes y partidos, como Porfirio Muñoz Ledo, Efigenia Martínez, Luis H Álvarez y, al parecer se olvida, el actual embajador de México en Washington, Esteban Moctezuma y muchos otros que hoy por oportunismo político reniegan de ello.

El Pacto por México fue un acuerdo político, económico y social hecho para impulsar el crecimiento, construir una sociedad de derechos, eliminar prácticas clientelares y disminuir la pobreza y la desigualdad social. Ahí participaron desde el porro José Murat Casab, cuyo hijo, también ex gobernador de Oaxaca, es actual legislador de Morena. Cabe señalar que entre quienes participaron en la reforma energética que se aprobó en 2014, prácticamente un 80% ya está en Morena, “escupiendo para arriba”.

El golpe de Estado indirecto que se acaba de consumar, al final traerá violencia, incertidumbre, crisis económica y una mayor pobreza.

X: @diaz_manuel