Han arrancado formalmente las campañas para el gobierno del Estado de México. Y no es poca cosa. Esta entidad representa uno de los últimos eslabones, junto con Coahuila, del PRI como partido con presencia en las entidades federativas.

Alejandra del Moral, candidata de la Alianza tripartita, inició su campaña en Cuautitlán Izcalli, donde fungió como presidenta municipal, a la vez que Delfina Gómez, de Morena, hizo lo propio en su municipio de Texcoco.

De acuerdo a los sondeos más recientes, Delfina lleva hoy una confortable delantera, con más de diez puntos de ventaja sobre Del Moral. Sí, a pesar de los escándalos de corrupción que pesan sobre la candidata del partido oficial (el lector recordará los diezmos exigidos a los funcionarios de Texcoco) sumado a su paso gris –como el cemento- por la Secretaría de Educación Pública, la impresentable Gómez aparece hoy como la favorita de los mexiquenses.

¿Qué hace a Delfina exitosa políticamente? En primer lugar, no hay duda, el respaldo que tiene de AMLO. El presidente, a pesar de los escándalos, errores, pifias, acciones arbitrarias y su voluntad de desmantelar la democracia mexicana, posee aún un gran talento expresivo, lo que permite que sus apoyados resulten beneficiados del aura del carismático jefe del Estado.

En segundo lugar, otro elemento que hace a la candidata Delfina una mujer atractiva en términos electorales para millones de mexiquenses es su postura como mujer humilde, sencilla, y en ocasiones, incluso suena abnegada. Esa forma particular de expresarse en público, con un acento característico de la clase trabajadora, la presenta aparentemente ( y pongo el acento en aparentemente) como una mujer cercana a la gente, pero aún más importante, como una política honesta.

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No obstante las apariencias, las credenciales de Delfina distan de ser de una mujer ejemplar. Por el contrario, ha brillado por su grisura, a la vez que ha sido reiteradamente acusada de violar la ley electoral, sumado al lamentable hecho de haber impulsado desde el escritorio de Vasconcelos los intereses del SNTE y un nuevo modelo educativo anclado en el pasado y en la ideología de la autoproclamada 4T.

En este contexto, recomiendo la lectura del artículo de la politóloga Soledad Loaeza, publicado en la revista Nexos en su más reciente edición. No tiene desperdicio pues aborda sucintamente la agenda educativa de la presente administración y sus potencial consecuencias en el futuro de los niños y jóvenes de México.

En otras palabras, los mexiquenses no deben dejarse engañar. La apariencia física y expresiva de mujer humilde y cercana a la gente no conlleva honestidad ni una genuina voluntad de combatir la corrupción en el Estado de México. Por el contrario, hoy pesan aún sobre Delfina numerosos casos de corrupción que la descalifican para ser gobernadora del Estado de México. La entidad merece un mejor destino.