De acuerdo con los más recientes sondeos de opinión, la morenista Delfina Gómez lidera las encuestas rumbo a las elecciones en el Estado de México de junio de este año. Alejandra del Moral, por su parte, a pesar de portar las siglas del PRI y lo que ello conlleva en términos del apoyo financiero y logístico de Alfredo del Mazo y de la maquinaria del partido, se ubica por debajo del 38 por ciento.

Se trata, sin duda, de malas noticias para los mexiquenses. Delfina Gómez, una mujer sin experiencia y sin credenciales académicas ni profesionales, podría convertirse en la gobernadora del estado más grande del país. En adición a ello, el lector recordará que la ex secretaria de Educación (para vergüenza de la memoria de valiosos hombres que han ocupado la silla de Vasconcelos) es miembro del SNTE, lo que representa un obstáculo para el avance de la educación.

Sin embargo, no es todo. Como es bien sabido, Delfina Gómez ha sido abiertamente acusada de haber “descontado” el diez por ciento del sueldo de los funcionarios del municipio de Texcoco como “diezmo” para el financiamiento de las campañas de los candidatos de Morena. Esto no es únicamente un acto de corrupción y un signo de ausencia de honestidad e integridad, sino también un delito electoral que debe ser castigado a la luz del derecho vigente.

En suma… ¿qué podemos esperar de un gobierno de Delfina en el Estado de México? Si bien es verdad que los mexiquenses exigen un cambio que ponga un alto a la corrupción priista que ha dañado históricamente a los habitantes de la entidad, la “maestra” resulta un peor remedio.

Por un lado, su cercanía con el sindicato y sus acusaciones la descalifican como funcionaria pública, y por el otro, su falta de experiencia la posiciona como una candidata inviable para la solución de las enormes problemáticas que aquejan a los mexiquenses. Y aun más… la pérdida de su credibilidad como funcionaria honesta aseguran que un hipotético gobierno bajo su liderazgo no conduciría a la erradicación de la corrupción priista, sino a la reproducción de las más reprobables mañas de antaño.

En suma, Delfina no cuenta ni remotamente con las credenciales profesionales o académicas para encabezar el gobierno del Estado de México. Aunado a ello, las acusaciones en su contra como delincuente electoral la inhabilitan para encabezar el Ejecutivo en el estado. Por el contrario, su presencia en Toluca amenaza con la exacerbación de la corrupción y la réplica de los actos delincuenciales presenciados de Texcoco. Delfina no es una opción para el Estado de México.