“Para tener democracia necesitamos ciudadanos que crean en la democracia, no seguidores de culto fanáticos retrogradas”

Ernesto Zedillo Ponce de León, presidente de México de 1994 al 2000

Apenas supo de la visita del expresidente Ernesto Zedillo, uno de los más destacados mandatarios que ha tenido México, López Obrador se lanzó en su contra, con la retórica y la agresión que lo distinguen pretendiendo generar un debate para victimizarse.

El presidente preguntó desde su tribuna mañanera: ¿por qué convirtió las deudas privadas de unos cuantos, en deuda pública, el Fobaproa? ¿Por qué lo traen de expositor como a José María Aznar, de España? todo este bloque conservador. ¿Por qué envió al Congreso una reforma de pensiones donde el trabajador al jubilarse no va a recibir, si no se hubiera modificado, porque ya se hizo un cambio y se va a hacer otro, ni 50 por ciento de su salario?” “¿Por qué durante su gobierno no aumentó el salario mínimo, sino, al contrario, se redujo el poder de compra del salario?”

Zedillo no compró el pleito ni entró al debate estéril de justificar o defender sus acciones como presidente, de las que, por cierto, la historia se encarga. Al presentar su ponencia como invitado de Actinver y en sus declaraciones posteriores, Zedillo nunca se refirió a AMLO, ni lo mencionó por su nombre, pero, como hombre de visión y estadista, al dar su punto de vista, expuso la grave crisis política que aqueja, no solo a México, sino a parte de Latinoamérica e inclusive a Estados Unidos, consecuencia de mandatarios populistas y demagogos, incluido Trump.

Historias y destinos diferentes

Bien dice AMLO, él y Zedillo no son iguales. De niño, para salir adelante, Zedillo trabajó como bolero, estudió economía en el IPN, participó en el movimiento estudiantil del 68 y, gracias a ser un extraordinario estudiante, obtuvo una beca para el programa de doctorado en economía en la universidad de Yale. Como profesional se destacó en el Banco de México, fue secretario de Programación y Presupuesto y de Educación; como presidente realizó importantes reformas en materia económica al igual que en lo político. Al terminar su gestión dejó al país con un crecimiento acumulado del PIB del 18.7% y con la reforma político-electoral más importante del siglo XX, la que permitió la alternancia en la presidencia de la república y un Congreso plural y, como expresidente, ha logrado una ejemplar carrera en la Universidad de Yale.

En cambio, AMLO tuvo una niñez muy distinta con familia de clase media, padre comerciante y sin carencias. Siempre fue un mal estudiante, no participó en el movimiento del 68 ni en otros movimientos estudiantiles, porque en su juventud ya hacía carrera en el PRI. Tardó 13 años en terminar su carrera profesional y, de sus hechos como presidente, la historia se encargará.

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Resulta curioso que los mayores críticos de Zedillo sean Andrés y Carlos Salinas, quien nunca soportó que Zedillo fuera mejor economista y superara la crisis económica que le heredó, tampoco que actuara legalmente por la corrupción de su hermano Raúl y en contra de los banqueros amigos, Carlos Cabal Peniche, Ángel Isidoro Rodríguez, el Divino, José Madariaga y Jorge Lankenau.

Andrés “se puso el saco”

El expresidente habló sobre la democracia en el país y en la región y el saco le quedó a la medida a AMLO: “En el pasado, algunos lograban apoderarse del poder con los militares. Lo que ha sucedido es que, han aprendido cómo funciona el sistema, y les gusta la democracia hasta que acceden al poder, y una vez que ya han accedido, buscan erosionar la democracia. Es un problema muy serio, porque la forma de acceder vía democrática es vía el engaño, la demagogia y el populismo”.

Dijo que se trata de un efecto de políticas instrumentadas con anterioridad: “Las fallas de algunas políticas del pasado han provocado la apertura de espacios para que el populismo haya renacido en algunos de nuestros países”.

Habló de la erosión a la democracia: “Vemos países en los que el liderazgo político llegó al poder con la democracia, que todos los días dice que el país vive en democracia, pero todos los días trabaja para erosionar las bases de la democracia. Lo hace buscando eliminar los pesos y contrapesos del poder público, los organismos autónomos, debilitarlos con muchos procedimientos”.

Lo que Zedillo expresó, realmente no tiene desperdicio y bien vale la pena reflexionar, ya que de ahí depende nuestro futuro: “Procuran tener un Congreso sumiso, mayoritario hasta donde se puede, y cuando alguno de los otros poderes del Estado trata de cumplir su trabajo constitucional, se dedican a buscar la manera de que ese poder esté integrado por individuos que se van a apegar, no a lo que dice la Constitución, sino a lo que quiere y desea el soberano”.

Y fue contundente al señalar lo que se necesita para el fortalecimiento de la democracia: “Para tener democracia necesitamos ciudadanos que crean en la democracia, no seguidores de culto fanáticos retrógradas”.

El mensaje de Zedillo no fue para AMLO -aunque bien encaja en la descripción de un mandatario populista- sino para la sociedad mexicana y queda para reflexionar si queremos y aspiramos a un país verdaderamente democrático y próspero.

X: @diaz_manuel