Los mexicanos estamos acostumbrados, que cuando necesitamos por ejemplo, saber la localización de Chipre, la buscamos en la letra “Ch” del diccionario o enciclopedia que tenemos en casa, y que si nos interesa obtener información  sobre el fantástico fenómeno meteorológico denominado: lluvia, la buscamos en la letra “Ll” de la misma manera.

Esa es la única razón que hasta el momento he escuchado y leído para desaparecer de la lengua española las letras ch y ll, para que en el diccionario ya no existan; lo que nos hace analizar la falta de ingeniosidad y raciocinio al respecto, ya que para tal efecto deberían existir más razones, y no sólo quitarlas del abecedario español para que no se confundan al buscar palabras que inician con estas dos letras en los diccionarios y enciclopedias, incluyendo a la tradicional Salvat.

En México deberíamos rebelarnos intelectualmente e impedir que las instituciones de España, incluyendo a la Real Academia Española (RAE), nos impongan sus nuevas ocurrencias lingüísticas y gramaticales, tal como intentaron hacerlo hace tiempo al querer desaparecer los acentos y la letra ñ, únicamente para facilitar a los fabricantes de computadoras y equipos de escritura electrónicos, al no las utilizarlas, para venderlos con mayor plusvalía con teclados anglo-sajones, afortunadamente, todavía vivía Steve Jobs y su compañía Apple superó esta propuesta al hacer un teclado políglota en todos sus equipos computacionales, tabletas y teléfonos, incluyendo a la ñ y a los acentos tan importantes en nuestro idioma, que hasta ahora comercializan.

Lo que deberíamos hacer en México es fundar nuestra propia Real Academia Mexicana, y junto con instituciones de gran prestigio ya existentes, como El Colegio Nacional, el Instituto Politécnico Nacional, y la Facultades de Filosofía y Letras y de Filología de la UNAM, lograr que se reconozca el idioma español-mexicano, y llevar nosotros nuestras propias reglas lingüísticas y gramaticales, sin tener que esperar a que la RAE y otras instituciones españolas las acepten y/o las impongan.

De igual manera, fructifique o no el intento de desaparecer la ch y la ll de los diccionarios y de las enciclopedias, incluyendo al incomparable Larousse, la gran mayoría de los mexicanos ya tendremos la oportunidad de buscar nuestras dudas de palabras en cualquier computadora, tablet, o teléfono celular, gracias a las iniciativas del gobierno actual de tener internet gratuito en todo el territorio nacional; Chihuahua seguirá nombrándose así, y seguirá siendo uno de los estados más impresionantes de México y del mundo entero, cuando lleguemos tarde por idiosincrasia trascendental mexicana, seguiremos diciéndolo así: “Llegamos tarde, discúlpenos” y las inolvidables por siempre ocurrencias de don Roberto Gómez Bolaños al utilizar tan inteligentemente la ch, seguirán nombrándose así, incluyendo su sobrenombre: Chespirito (el pequeño Shakesperae).