El día que naciste, mis sentidos, todos despertaron… cada fibra de mi cuerpo que en algún momento creía muerta cobró vida. Infinidad de veces te tuve entre mis brazos para ver. sin prisa, tu dulce rostro que solo irradiaba paz. Mi corazón se estremecía con cada sonrisa tierna. Pasaba horas enteras mirándote; todo desaparecía ante mis ojos, nada ni nadie existía, solo tú y yo; hija mía, solo tú y yo…
Recuerdo tus primeros pasos, tengo grabado en mi alma aquel día que por primera vez me llamaste mamá. Lágrimas dulces corrieron por mis mejillas aún jóvenes... aún tersas.
Trabajé incansable para darte lo mejor; horas injustas me separaban de ti, me robaban de forma cruel tu compañía. Ansiaba que mi larga jornada terminara pronto para ir presurosa por ti a la guardería. Los primeros años, te traían a la puerta en brazos, después corrías hacia mí con los tuyos abiertos, para regalarme con gran emoción el dibujo que habías hecho para mí; esos abrazos, hija, nutrían mi alma, daban energía a mi cansado cuerpo.
Al llegar a casa te daba un baño caliente. Mientras cepillaba con paciencia tu cabello negro, te contaba historias. Relatos alegres, ajenos a la vida triste que tuve. El suave y fresco olor de tu piel, tu inocente risa hacían que olvidara por completo la tristeza, el cansancio. Estaba segura que tu vida sería diferente, porque estaba yo para cuidarte.
El tiempo, hija, hizo que te convirtieras en una hermosa jovencita, llena de vida e ilusiones. Cada vez que me platicabas tus planes de convertirte en estilista, mi corazón y mi alma estallaban de emoción.
Llegó el momento de soltarte para que vivieras tus sueños. Lo lograste hija, regresabas feliz después de haber dejado las manos de tus clientas tersas y llenas de colores, después de haberles iluminado sus rostros y sombreado de manera perfecta sus ojos, sus labios delineados te despedían con una sonrisa.
Así te despediste de mí ese día, ese sábado. Dejaste impregnado tu ser en mí. Nos dimos un largo abrazo…
Llevo casi cuatro años buscándote. Nadie escucha mis súplicas, nadie enjuga mis lágrimas que ahora corren sin cesar por mi marchito rostro. Sigo sintiéndote, aún percibo tu aroma. ¿En dónde estás hija mía? ¿En dónde estás? Aunque esté muerta en vida, Selene, jamás dejaré de buscarte.
Blanca Selene Santiago Álvarez, de 21 años, desapareció el 13 de septiembre de 2019, en Nuevo Laredo Tamaulipas.
Blanca Selene visitaba a su mamá cada sábado. El último día que la vio fue el 7 de septiembre de 2019. Salió de su casa, durante toda la semana no supo de ella. No ha vuelto desde entonces a escuchar su voz…
Hay varias versiones: que subió a una camioneta, con maletas; que no, que no llevaba nada. No se hicieron las investigaciones pertinentes, solo carpetas mal elaboradas; inconclusas.
Selene, la madre de Blanca Selene interpone la denuncia al Ministerio Público de Nuevo Laredo. En diciembre, dos meses después de desaparecer, le permiten a la madre de Blanca Selene entrar a la casa que habitaba para revisar sus cosas. Ahí pudo constatar que todo estaba ahí, que su hija no se había llevado nada, ni siquiera los cosméticos que siempre llevaba consigo a todos lados.
Cada vez que su madre iba al Ministerio Público no había avances, no le informaban nada. Siempre con la misma excusa: “no hay noticias nuevas”, “falta de personal”. La dejaron sola… como a muchas madres que buscan incansables a sus hijas o a sus hijos sin al apoyo de las indiferentes autoridades. Mientras no sea de nuestra familia, ¡qué más da una más!
La carpeta casi vacía de la investigación pasó por diferentes manos: por las de José Luis Paz que no hizo nada. Se lo asignaron a otro Guillermo Bocanegra que tampoco hizo nada. La Fiscalía no tenía personal. Bocanegra ni siquiera quiso decirle a la madre de Blanca quién seguía al frente de su caso. Selene salía de la Fiscalía con la certeza de que nadie estaba haciendo nada para buscar a su hija, que se realizaran las investigaciones correspondientes.
Sin recibir ningún tipo de apoyo, después de percatarse que la investigación estaba inconclusa se dirigió a Derechos Humanos. El licenciado Raymundo Ramos la ayudó. Gracias al él, se comenzó a armar la carpeta. Vueltas, y más vueltas… visitas a la Fiscalía de la Ciudad de México andares llenos de angustia para llegar el mismo punto: el de la nada.
En noviembre pasado, la mamá de Blanca fue a la Fiscalía y su carpeta ya no está. Desapareció… si el nombre de algún responsable aparecía en ella ha quedado en plena libertad para seguir atentando contra las jóvenes, cortando de tajo sus ilusiones…
Para la Fiscalías, la vida de Blanca Selene no tiene importancia; el dolor y la desesperación de su madre mucho menos. La negligencia, la falta de interés, de empatía y en muchos casos de complicidad de todas las autoridades hace que la suma de jóvenes desaparecidas siga en aumento; que sus vidas se conviertan en una cifra, en una fría carpeta; la de Blanca Selene, nadie sabe quién la tiene, también se ha perdido…
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) en el país hay un reporte de 109, 516 personas bajo esta condición.
La impunidad ha desatado la violencia, siguen desapareciendo mujeres…
¿Seguiremos siendo fríos e indiferentes? ¿Nos hemos hecho inmunes al dolor de estas madres que incansables buscan solas a sus hijas? ¿En qué nos estamos convirtiendo?