Jesús “N” fue detenido en su casa en Las Lomas de Chapultepec; el tiempo le dio la razón a los padres de los 43 jóvenes normalistas asesinados en Guerrero.

El sexenio del tele presidente priísta Enrique Peña Nieto fue tiempo perdido. Inepto en todos los sentidos, Peña no sólo intentó regalar los bienes comunes de la nación mexicana, sino que continuó con la vena autoritaria y asesina de su predecesor, el espurio genocida y feminicida Felipe Calderón.

Fue a fines del 2014 cuando el sexenio de Peña Nieto, para todos los propósitos, se acabó. Una vez aprobada la privatización de facto de Pemex, explotó la bomba de la desaparición y -ahora sabemos- posterior tortura y asesinato de los 43 estudiantes de la normal rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, crimen de estado de la rapaz administración priísta encabezada por ese ente vacío, de pelo engominado, el producto perfecto y final del grupo Atlacomulco, EPN.

Ni con carretadas de dinero en medios, ni con el apoyo de pseudo periodistas vendidos cómo Carlos Marín -un miserable que exigió a los adoloridos padres de los jóvenes estudiantes “pedir disculpas” al ahora preso Murillo Karam-. Sergio Sarmiento y muchos otros paleros del gobierno, la mayoría de los mexicanos nos tragamos las versiones oficiales y oficialistas que remataron en una vergonzosa conferencia de Jesús “M”, en donde intentó decretar, cómo por arte de magia, una “verdad histórica” soportada con carretadas de dinero que beneficiaron a dueños de medios tradicionales y corifeos paleros disfrazados de “columnistas”.

El colmo que desató nuestra indignación colectiva, fue la desfachatez de Murillo Karam, qué dio por terminada una conferencia de prensa con un “Ya me cansé”, mismo que terminó de convencer a cientos de miles de marchar a lo largo y ancho de la República Mexicana y otras partes del mundo para exigir saber con el paradero de los estudiantes.

Este fin de semana los fascistoides festejarán e intentarán cambiar la narrativa con la “liberación” de la corrupta Rosario Robles, pero están condenados al fracaso. No tienen credibilidad y ya están, de cuerpo entero, en el basurero de la historia.