El 31 de mayo se conmemora el “Día Internacional del Tripulante de Cabina”, también conocido en nuestro país como Sobrecargo, y en otras latitudes como Auxiliar de vuelo.
Nada debe extrañarnos que México, al ser un país pionero en la materia aeronáutica, fue también el primer país del continente en tener a bordo un sobrecargo. Salvador Hernández “Farina”, comenzó a prestar sus servicios como tripulante de cabina en la entonces también naciente Mexicana de Aviación; fue en el año de 1929, cuando se vio la importancia de contar con personal a bordo que calmara o tranquilizara a los pasajeros durante el vuelo.
Es por eso que la enfermería se considera como “la madre” de la profesión de sobrecargo de aviación. Ellen Church fue la primera sobrecargo mujer en 1930; era enfermera de profesión, razón por la cual las compañías aéreas comenzaron a contratar a colegas suyas en sus filas. En aquellos tiempos en que la aviación comercial era incipiente, las enfermeras tenían la función de asistir crisis nerviosas de pasajeros o cualquier otro malestar como náuseas y mareos.
Conforme la aviación se fue consolidando, las compañías aéreas prefirieron contratar mujeres, en lugar de varones, pues a ojos de los dueños de las empresas de transportación aérea, el toque femenino era mejor recibido por el pasaje, que el de los hombres.
Fue así como grandes aerolíneas llenaron sus filas de chicas, jóvenes, solteras y dispuestas a viajar por todo el mundo. Por supuesto, de la mano de la innovación en materia de aviones, los servicios brindados a bordo dejaron de ser únicamente para auxiliar a los pasajeros con alguna molestia durante el vuelo.
Comenzó la era del jet y fue momento de aprender a operar puertas, comandos de evacuación en caso de accidente de una aeronave; además, había una gran competencia por ver qué aerolínea brindaba el mejor servicio a bordo.
Muchas personas se sorprenden cuando les develo la verdadera razón que existe detrás de la comida que se ofrece en los aviones. Y es que sobre todo en las aerolíneas tradicionales, la única finalidad de los alimentos es mantener tranquilos a los pasajeros; el acto de masticar opaca el ruido de los motores y disminuye la ansiedad.
Pero con la llegada de las aerolíneas de bajo costo, se canceló el servicio “gratis” de alimentos, bebidas y botanas, y se sustituyó por la venta de estos mismos. Ahora, los sobrecargos de muchas líneas aéreas han tenido que irse adaptando a los nuevos tiempos, por eso actualmente además de ser personal de seguridad a bordo del avión, son vendedores y en algunos casos hasta “entretenedores” del pasaje.
La profesión de sobrecargo es poco entendida y respetada; muchas veces incluso es ninguneada con la frase: “pero si no hacen nada, solo sirven café y galletitas”. No es así, estimado lector. Detrás del sobrecargo que ustedes ven, hay muchas horas de estudio, capacitación y entrenamiento.
Razón por la cual hace muchos años el gremio hizo el intento de profesionalizar, y elevar a nivel licenciatura la carrera de sobrecargo de aviación. Pero como suele suceder, hubo algunos intereses, tanto de empresas como de gobiernos que se opusieron. Sólo se logró en el caso de los pilotos aviadores, pero esa es otra historia que después les contaré.
Que la profesión de tripulante de cabina (Sobrecargo) se mantenga en el nivel técnico, se convierte en el salvoconducto para que las empresas puedan pagar salarios castigados, y eso es justamente lo que está pasando en nuestro país.
El Auxiliar de vuelo debe contar con una licencia, expedida por el Gobierno Federal, que lo acredite como “Sobrecargo de Aviación”; cada año debe revalidar dicha licencia, y para poder hacerlo toma un adiestramiento que cubre diversas materias como: meteorología; ditching (amaraje); manejo de mercancías peligrosas; pasajeros disruptivos; interferencia ilícita; bomba a bordo; tres tipos de emergencias (de más de 10 minutos, menos de 10 minutos y súbita); los nueve pasos para la correcta evacuación de la aeronave; comandos de evacuación; CRM (crew resource management) que dependiendo de la aerolínea, es la óptima utilización por parte de los miembros de una tripulación de los recursos disponibles; conciencia situacional (y esto es un curso que debería tomar todo el país); conocimiento y manejo de manuales; manejo de las distintas leyes aeronáuticas; primeros auxilios; manejo de anuncios en español e inglés… ah sí, y diferentes servicios a bordo, como el café y galletitas.
No solo se requiere la licencia específica que emite la autoridad aeronáutica del país, también se debe de tener el “ICAO” que otorga la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Además, cada año, o dos, dependiendo de la edad del sobrecargo, debe acudir a Medicina de Aviación para que le apliquen un examen médico completo que certifique que está apto para volar.
¿Hablamos de sus jornadas de trabajo? Pongo de ejemplo el caso de los sobrecargos de VivaAerobus; por supuesto que celebro el crecimiento de una empresa nacional, que además brinda trabajo a la gente, pero no estoy de acuerdo que sea a costa de los trabajadores, específicamente de sus sobrecargos.
Ellos carecen de pernoctas; esto es, todos los vuelos que realizan son “de ida y vuelta”, pudiendo tener hasta seis aterrizajes en un solo día, reduciendo terriblemente su descanso “en base”. Además, son trabajadores que viven en ciudades que se catalogan como de “alto costo”, (Monterrey, Tijuana) por lo que su salario mensual, de poco más de 7 mil pesos, se les va en “pasaje” para ir y venir del aeropuerto. No sé Ustedes, pero yo considero injusto que se le pague tan poco al personal que va al cuidado de la seguridad de los pasajeros.
En el caso de los sobrecargos de VivaAerobus no hay pago de viáticos, en la lógica de que no los necesitan, ya que no pernoctan fuera de su “base”. Pero esto es una interpretación errónea del texto de la ley. La razón de ser de los viáticos es cubrir las comidas de los tripulantes: desayunos, comidas y cenas, ya que un tripulante de cabina no tiene “hora de comida”. En sustitución, la ley la obligación del empleador de pagar viáticos.
Los sobrecargos están sujetos a horarios diversos, pudiendo volar en la mañana, a mediodía o de madrugada; por eso la Ley Federal del Trabajo fija una compensación a través de los viáticos. Pero en VivaAerobús, como ya dije, son inexistentes, pues el mecanismo que tiene establecido es darles una “comisión” por las ventas que realicen durante sus vuelos. Con mucha imaginación eso sería tomado como una especie de “viáticos”, pero siendo sinceros, no lo es.
El resumen es pavoroso: tenemos sobrecargos con un sueldo base de poco más de siete mil pesos, que se convierten en casi tres mil pesos netos a la quincena, que viven en ciudades de alto costo, pagando su traslado al aeropuerto todos los días (pues en Viva no hay pernoctas), entre otros gastos que como seres humanos tenemos.
En México está muy arraigada la frase “está bien, para empezar”. Yo sostengo que es una verdadera tristeza que las empresas se aprovechen de los sueños de miles de jóvenes que quieren ejercer la profesión de sobrecargo, que se les mal pague de esa manera y que se les explote. Por eso estas empresas bajo costeras tienen una rotación muy alta de personal, pues los tratan y utilizan como pañuelos desechables.
En empresas de aviación tradicional y no bajo costera, como Aeroméxico, no cantan mal las rancheras. El Caballero Águila pretende imponer a sus sobrecargos, antes de que inicie la temporada alta de Verano, las 100 horas de vuelo, cuando por ley sólo se permite volar 90 horas al mes. Hablo de horas efectivas de vuelo, de calzo a calzo.
En este día que se celebra el Día Internacional de los Tripulantes de Cabina o mejor conocidos en nuestro país como sobrecargos, quiero pedirles dos favores muy especiales:
- Tenga en cuenta que “además de sonreírles, podemos salvarles la vida”. Mucho nos ayudará que nos llame por nuestro nombre (siempre a la vista), o sobrecargo. Los términos “azafata” y “aeromoza” los consideramos despectivos.
- Reflexionemos un poco sobre lo mal pagado de la profesión. Sé que es una constante a nivel nacional, pero la de sobrecargo está reconocida como una profesión de alto riesgo, y nuestra labor está íntimamente relacionada con la seguridad de los pasajeros. Si logramos que esta idea permee en la sociedad, por encima de la idea banal del café y las galletitas, estaremos haciendo un cambio.
Un abrazo fraterno a todos mis compañeros sobrecargos.