Desde el 2013, cada 30 de julio se conmemora el Día Mundial Contra la Trata de Personas, con el propósito de concientizar sobre el terror que viven los afectados por el tráfico humano y proteger sus derechos.

Actualmente hay 2.5 millones de personas que son víctimas de este delito a nivel mundial, pero la cifra puede ser mucho mayor, considerando los países que tienen un número escalofriante de habitantes que viven en pobreza extrema, factor determinante para que prolifere este fenómeno.

Según el cuarto reporte anual 2023-2024, “Un Modelo Único contra la Trata” realizado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, las niñas y mujeres representan el 65% de las personas que han sido víctimas de trata. En nuestro país la Ciudad de México tiene el nada honroso primer lugar en casos documentados, con 722 víctimas, seguido del Estado de México con 339 casos, Jalisco con 146, Veracruz con 138 casos y Puebla con 96.

Hablar de trata de personas pareciera algo irreal o lejano a nuestro entorno, peor aún, algo que jamás nos podría afectar ni mucho menos ocurrir, pero cualquiera estamos expuestos.

La proliferación de las redes digitales, por citar solo un ejemplo, nos hace presa fáciles de delincuentes que obtienen ganancias millonarias por este ilícito, pues lamentablemente cada vez son más las personas que desaparecen tras acudir a un encuentro personal o laboral. Nadie vuelve a saber de ellas o ellos y muchas veces son sustraídos en forma forzada para ser explotados sexual o laboralmente, o para someterlos a la mendicidad.

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Esta forma de esclavitud moderna no excluye a profesionales de la salud, ya que el crimen organizado los recluta en forma ilegal obligándolos a atender a los heridos entre grupos delincuenciales sin permitirles jamás el contacto con miembros de su familia. Estos médicos a veces son reclutados para obligarlos a delinquir, extrayendo los órganos o tejidos de otras víctimas para comercializarlos.

El matrimonio forzado, las adopciones ilícitas, practicadas en contubernio con abogados cómplices del robo de infantes, además de la maternidad forzada, en la que una joven o incluso una niña es obligada a concebir para después quitarle a la criatura y venderla a precios exorbitantes, son algunas muestras de trata de personas que proliferan en el mundo.

Los niños y niñas que son robados del seno familiar es una de las formas más ruines del comercio humano y en la mayoría de los casos terminan en redes de pornografía infantil. Recordemos al pederasta Jean Succar Kuri, fallecido el mes pasado en Cancún, Quintana Roo, cuyos testimonios de algunas de sus víctimas han estremecido al mundo.

No podemos omitir el fenómeno migratorio, donde personas que deciden dejar sus lugares de origen en busca de un mejor porvenir terminan siendo vendidas y esclavizadas, trasladadas en forma inhumana, expuestas a múltiples peligros y muchas veces asesinadas.

Actualmente existen protocolos internacionales como el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente Mujeres y Niños, que forma parte de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, todas encaminadas a detener este delito, pero aún es insuficiente.

Además de los gobiernos y organismos internacionales cada uno de nosotros dentro del núcleo familiar debemos protegernos y aprovechar los beneficios de la tecnología, como las aplicaciones que se instalan en nuestros celulares para saber con precisión dónde se encuentran nuestros seres queridos. La mayoría de éstas cuentan con alarmas que se activan en caso de peligro.

Por desgracia estas herramientas no son accesibles para quienes viven en marginación y extrema pobreza y es precisamente en esos sectores donde los distintos órdenes de gobierno deben actuar para detener este delito, que nos lacera y nos duele a todos.

Se debe proteger por todos los medios a nuestra infancia y ofrecer mejores oportunidades de vida a las mujeres y los hombres para evitar que siga proliferando la trata de personas.

Que hoy, 30 de julio, no sea una fecha más en el calendario y sea un llamado de alerta para frenar esta atrocidad.