Los seres humanos solemos resistirnos a los cambios, porque no nos gustan; por decirlo de alguna manera somos animales de costumbres, por eso el reciente anuncio y decreto que disminuye los slots (intervalo de tiempo del que dispone una aeronave para efectuar su turno o derecho de despegar o aterrizar) en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México han puesto a girar en un tacón a todo el mundo.
El tema tiene varias aristas. La gran mayoría de los medios de comunicación solo ven una parte, y utilizan la información dependiendo de sus intereses políticos. Lo he dicho en distintas columnas, si de verdad tuvieran preocupación por la seguridad aérea, voltearían a ver, por ejemplo, las condiciones laborales de los trabajadores.
No les voy a mentir, por supuesto que es un gran “trauma” bajar de 52 a 43 slots por hora; claro que habrá repercusiones, no podemos decir que es “inocuo”. Debemos tener claro que ya se había tenido un recorte previo de 9 slots, y ahora de nueva cuenta se recortan 9 slots más. Para mayor claridad: se eliminan 9 despegues y aterrizajes por hora.
La postura que la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) ha dejado ver en diferentes medios y entrevistas es que hacer este recorte no es correcto, ya que el espacio aéreo no se encuentra saturado, sino que el problema es más bien en la propia infraestructura aeroportuaria.
Y ponen de ejemplo al avión modelo Embraer 190 (un avión “pequeño”), que tiene una capacidad de transportar a 99 pasajeros. Si recortamos los 9 slots, se traduce en una reducción de 891 pasajeros en una hora, pero ese número de pasajeros podrían ser más, si hablamos de modelos más grandes como los A320, A321 o B737 y B787. Estamos hablando de una pérdida de 14,256 pasajeros en 24 horas, una cifra bastante considerable y nada despreciable.
Además de la pérdida del pasaje, ASPA considera que habrá graves repercusiones con los locatarios del AICM. De igual forma toman un ejemplo de cuánto gasta en promedio un pasajero en el aeropuerto, y por día las pérdidas rondarían los $7,128,000.00 pesos, sin contar con los despidos de personal e incluso cierre de locales comerciales.
En ese hipotético panorama, las aerolíneas podrían verse obligadas a frenar (o desacelerar) su crecimiento, con todo lo que ello conlleve, como recortes y reajustes de personal, o una vez más “morder” a las prestaciones laborales, so pretexto de la pérdida de pasajeros que tendrán que afrontar. Sin duda tendrían que cancelar los pedidos de aviones previamente hechos con las arrendadoras, y la posibilidad de regresar equipos para reducir la flota aérea.
Otro temor que tienen es la “reciprocidad”, esto es, México firma convenios bilaterales con otros países, y reducir el número de operaciones en el AICM puede traer como consecuencia que a las aerolíneas nacionales les recorten los slots en los aeropuertos extranjeros.
Además, prevén los pilotos, derivaría en la disminución de la oferta de vuelos para los pasajeros y las demoras continuarían, porque lo que realmente hace falta es la infraestructura. Y lamentablemente ninguno de esos feos escenarios se los están inventando; esto es real y puede pasar.
Sin embargo, esa es solo una arista de esta historia, pero tiene aún más. El gobierno por su parte considera que los slots cancelados en el AICM se pueden “trasladar” al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). En una muy interesante entrevista realizada por Milenio Tv, el vicealmirante Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño dijo:
“Nosotros somos los primeros beneficiados y los primeros que les aplaudimos, porque ayudará a cumplir el objetivo de esta reducción para mitigar saturación de personas en la terminal […] El año pasado hubo más tiempo y la estrategia fue diferente. Ahora hubo muchas mesas de trabajo, demasiada negociación, y se llevó buen resultado de la reducción, de 61 a 52, aunque el objetivo esperado no se consiguió por las terminales saturadas […] Todas las medidas adoptadas desde que la Secretaría de Marina (SEMAR) tomó la administración aquí, buscan no afectar -en lo más mínimo- al usuario”.
Vicealmirante Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño
En esa misma entrevista aprovechó para informar que ya se les había autorizado un presupuesto de mil 500 millones de pesos para ejercer este próximo 2024 en la rehabilitación tanto de las calles de rodajes, pistas y las plataformas.
Siempre sostuvo que existió un diálogo con las aerolíneas y con los distintos involucrados, y que a diferencia de la ocasión pasada en que se redujeron los slots de 61 a 52, no se logró el desahogo de las operaciones aeronáuticas que permitieran de manera óptima y continúa descongestionar la saturación que desde hace más de 30 años tiene el AICM. Se tiene previsto que esta medida comience el último domingo del mes de octubre, que es cuando comienza la temporada de invierno.
Me atrevo a señalar que todo indica que fue un “diálogo de sordos” entre el gobierno y las distintas empresas de aviación y los involucrados. Ya vimos que la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) también se posicionó sobre este tema, y que no está de acuerdo con el recorte de los slots.
Una realidad es que las aerolíneas no pueden decirse “sorprendidas”, pues la razón de construir una terminal aérea en la base militar de Santa Lucía siempre fue el desahogar las operaciones del “Benito Juárez”. Razón por la que, de varias formas, se les ha pedido a las aerolíneas que manden algunas de sus operaciones al AIFA, pero por “x” o “y” razones lo han hecho a cuentagotas.
Quiero decirles lo siguiente, la saturación del AICM se agravó con la bajada de vuelo de Mexicana de Aviación (2010), en el entonces gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, permitió que los espacios que dejaba la línea aérea más antigua del país fueran ocupados por Interjet, Volaris y VivaAerobus.
Cuando Mexicana de Aviación salió del mercado aéreo, dejó un hueco enorme en la Terminal 1; muchos locatarios quebraron tras nuestra salida, se afectó a 8,500 trabajadores directos de la aerolínea y más de 13 mil indirectos solo en el AICM, y cerca de 130 mil en toda la República Mexicana.
Después, durante el peñato, de plano todas las operaciones de las bajo costeras terminaron en el AICM, dejando totalmente muerto y sin operaciones al Aeropuerto Internacional de Toluca (AIT). Tendrán que disculparme, pero nunca vi ni a la CANAERO, y mucho menos a la IATA, reprochándole al gobierno de Peña Nieto por la suerte del AIT. Ahí quebraron muchos locatarios, y no les importó un comino la pérdida de empleos. Finalmente, se trató de la saturación “artificial y a propósito” para justificar la construcción del NAIM.
Hace unos meses se habló “del caos y la destrucción” que iba a significar el traslado de todas las operaciones de carga, y que ninguna aerolínea quería irse al AIFA. Pero en los hechos, cada día se suman más líneas aéreas de carga. Por ejemplo, la carguera UPS ha señalado que el AIFA es un excelente HUB de carga, gracias a que tiene conexiones rápidas, así como una buena logística.
En realidad, lo que hay detrás del “grito en el cielo” de las líneas aéreas es la nula intención de invertir, porque pregúntense ¿cómo es posible que ya estén solicitando afanosamente slots en el Aeropuerto de Tulum que ni siquiera se termina de construir todavía? ¡Ah!, porque ahí si les interesa que nadie les coma el mercado, sobre todo cuando Cancún va en pleno “declive” y Tulum va “a la alza” como destino de playa.
Alguien debe decirlo, y se dice: en el AIFA el problema no es la conectividad, hay muchísimas formas diferentes de llegar a dicha terminal aérea, solo debemos dejar a un lado la visión “auto centrista” de querer llegar en coche a todos lados.
Todo cambio tiene un costo, por supuesto, pero no es un callejón sin salida. No es que las aerolíneas no tengan ninguna opción para trasladar sus operaciones, y que lo único que les queda en el obscuro horizonte son cumbres borrascosas que los obligarán a realizar drásticos recortes, que nadie quiere.
No es solo una, sino varias opciones las que tienen; lo que falta es disposición a reactivar -por ejemplo- al pobre y abandonado AIT, de donde no debieron haber salido las aerolíneas de bajo costo. Lo digo en serio, otro gallo nos estaría cantando hoy. Dejen la exaltación a un lado, y utilicen el AIFA, que para eso se construyó.
No es una cuestión de “buenos vs malos”, ese argumento es reduccionista y falaz; mejor veamos que todas las partes involucradas tienen la capacidad de negociar, y si la fecha de octubre es “muy pronto”, entonces estudiemos la posibilidad de dar una prórroga, para que de manera ordenada y con la menor afectación posible se haga la mudanza de las operaciones a los otros aeropuertos, el AIFA y el AIT.
El asunto está en no entablar un diálogo entre dos paredes, que no se escuchan. Tampoco se trata de que nos pinten el apocalipsis; ya vimos que no sucedió con el transporte de carga; de hecho, hasta más cargueras se están animando. Todo se puede solucionar dialogando y hablando como gente civilizada.
Tengo claro que este gobierno sí recula, no le da miedo dar pasos atrás si es necesario para enmendar errores; no se les olvide que el cabotaje “iba porque iba” y al final se sacó de la mesa.
Otros gobiernos ni siquiera dialogan. Imponen y sin decir “¡agua va!” Todos sabemos que el AICM está saturado, y que el primer paso para ayudarlo se dio con un decreto (1994) todavía con Carlos Salinas como presidente, que sacó a la aviación privada del AICM.
Insisto, no es que unos tengan la razón y los otros no, al contrario, todos los actores tienen razón, según sea planteada su particular problemática. El gran logro será establecer acuerdos, que de manera armoniosa nos brinden seguridad a todos y cada uno de los usuarios. No nos perdamos entre “dimes y diretes” con tufo electoral. No perdamos de vista que los más apremiante es encontrar la mejor manera de llevar a cabo lo más urgente: rehabilitar la T1.