El resultado electoral del domingo 2 de junio, es la lamentable consecuencia de la podredumbre que prive en las dirigencias partidistas, todas, oposición y aliados de Andrés Manuel López Obrador, se cubren las espaldas y cometen un sinfín de abusos.

Mientras el oficialismo festeja su triunfo, sabiendo que usaron el aparato de gobierno para obtenerlo, Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano dan pena, durante sus gestiones abandonaron a la militancia y a los ciudadanos, se justifican todo el tiempo en lugar de reconocer sus múltiples errores, incluso planean imponer a sus sucesores para mantener el control de sus partidos y negociar prebendas e impunidad.

Mantener la objetividad

En momentos de incertidumbre política, donde la discusión pública debate la posible sobrerrepresentación del oficialismo y el reparto de las diputaciones y senadurías de representación proporcional, bien vale la pena poner atención a voces objetivas y auténticas como la de Adriana Dávila, quien ha señalado, con fundamentos, algunos de los motivos de la incertidumbre y desorden que priva entre la oposición, a los cuáles me sumo:

Sobre los tres impresentables dirigentes del PAN, PRI y PRD, Dávila aseguró: “Es hora de que los dirigentes partidistas de oposición reconozcan que no estuvieron a la altura de sus militancias y de los mexicanos”.

Y efectivamente les faltó estatura política, si tuvieran un poquito de vergüenza, deberían ya haber renunciado; porque lo único que se les pidió fue cumplir con sus obligaciones:

Las columnas más leídas de hoy

1.- Apoyar a la candidata presidencial y a los candidatos de la coalición

2.- Promover y cuidar el voto de los mexicanos en cada casilla que se instaló, en cada consejo electoral municipal, distrital y estatal.

3.- No postularse a ningún cargo público

Nada de esto hicieron, tan les valió, que el PAN registró representantes de casillas en solo en el 39.13%, el PRI en el 40% y el PRD solo en el 13% y todos ellos están en las listas plurinominales.

¿Qué esperaban, que la ciudadanía que los rebasó en la estrategia, marchas y acción de apoyo a la candidata, también hiciera el trabajo partidista, por el que se les paga y para lo que reciben prerrogativas?

Al fijar su posición Adriana Dávila, líder panista, fue muy clara haciendo pública la denuncia por la ilegal intervención de los gobiernos morenistas, empezando por el presidente.

Pero no sólo eso, igualmente fue pública la intervención del crimen organizado y la violencia política durante todo el proceso electoral en el que se registraron más de 300 asesinatos de aspirantes y candidatos a cargos de elección popular.

Sin hipocresías y sin matizar lo que realmente pasó, agregó en su mensaje que el trabajo del INE fue intencionalmente deficiente y que, a pesar de la defensa ciudadana, sí se tocó. Punto.

Ante estas circunstancias no se entiende, como pudo haber menos participación en la jornada electoral y que Morena arrasara como lo anunciaron. Algo no checa, algo no cuadra, se reconoce la derrota, pero se tiene que limpiar el proceso y concluirlo. Pero es patético que ahora los dirigentes partidistas, justifiquen su entreguismo y ataquen al INE, para evadir la responsabilidad de lo que no hicieron en sus encargos.

¡No más pretextos!

Como lo anunció AMLO, junto con su Plan C, estamos en un “golpe de Estado blando” que significa el uso de técnicas no frontales y principalmente no violentas, con el objetivo de desestabilizar a la sociedad para imponer un nuevo régimen.

A diferencia de los golpes militares clásicos, que implican la intervención directa de las fuerzas armadas, el golpe de Estado blando se ejecuta de manera más sutil y aparentemente legal. Sus características principales, según el politólogo Gene Sharp se dan en etapas jerarquizadas: la promoción del descontento (la polarización de AMLO), la denuncia de corrupción (el discurso mañanero), manipulación mediática (usar la tribuna máxima del país y control de medios) y el apoyo de sectores judicial (Arturo Záldivar) y de inteligencia, ¿les suena?.

AMLO está urgido de sacar las reformas constitucionales, minimizando a su sucesora, para evitar que haga un análisis serio, informado sobre las 18 reformas constitucionales. Esperemos que no se consume el golpe blando. Permitir al nuevo gobierno mejorar estas reformas, fortalecería a la virtual presidenta y ganaría México mientras que la oposición depura a sus dirigencias que parecieran cómplices del sistema.

X: @diaz_manuel