El discurso del compañero y camarada presidente Andrés Manuel López Obrador siempre ha hecho alusión a la austeridad. Ha cuestionado el dispendio del gobierno y a quienes aprovechaban para vivir con lujos y excentricidades a costa del dinero del pueblo.
AMLO dijo que como presidente viviría en una residencia modesta y por eso canceló la residencia oficial de Los Pinos y afirmó que no se transportaría en camionetas blindadas, helicópteros y, mucho menos, en el famosísimo avión presidencial.
Llevó su política de austeridad a todos los rincones del gobierno, principalmente a programas y políticas públicas, recortando presupuestos, programas y acciones, sin importarle si funcionaban o no, por eso algunas de las cancelaciones han representado un costo altísimo para la sociedad.
La austeridad, puro discurso
Pero, al transcurrir su mandato, la llamada “austeridad republicana” ha quedado como otra de sus quimeras para manipular, engañar y empoderarse frente al “pueblo bueno”.
Al inicio de su administración aseguró que en la CDMX utilizaría su auto de siempre, el Jetta y que en los estados utilizaría una camioneta “más resistente”. En enero de 2019, en conferencia de prensa, aseguró que su camioneta no contaría con blindaje porque “las blindadas van al tianguis”.
De hecho, en sus primeros días en Palacio Nacional, AMLO presumía dos automóviles sencillos, dos Jetta sin protección ni blindaje con los que se había sustituido una flota de 280 unidades, entre ellas 80 camionetas blindadas del Estado Mayor Presidencial, que en administraciones pasadas estaban a disposición del presidente de la República y de los funcionarios del Gabinete.
Sin embargo, parece que solo fue un montaje, porque el presidente se transporta en camionetas Suburban blindadas. En 2019, AMLO se justificaba: “Me dicen mis adversarios, ‘bueno, ¿y dónde quedó el Jetta?’. ‘Por qué viene en camioneta?’, me lo planteó la gente ahora que fui a Puebla. Porque es más fuerte para carretera”.
En sus giras, para trasladarse a las bases militares o cuarteles de la Guardia Nacional donde ofrece su conferencia mañanera, o eventos e inauguraciones, usa convoyes o aeronaves militares.
Como ningún otro presidente, cuando existen desastres naturales nunca baja a solidarizarse con los damnificados, en esos casos visita las zonas en helicóptero, muy lejos de la gente, de los problemas y de las afectaciones.
De Los Pinos a Palacio
Con todo este “choro mareador” de la austeridad y para entender mejor al AMLO “aspiracionista”, vale la pena hacer un poco de historia acerca de las residencias presidenciales en México. El compañero Andrés pretendió emular al General Lázaro Cárdenas del Río, quien al asumir la presidencia dijo que haría actos de austeridad y en lugar de vivir, como sus antecesores lo habían hecho, en el “Castillo de Chapultepec”, lo convertiría en el Museo Nacional de Historia. Efectivamente, era un lujo no propio para una nación que quería consolidar la democracia.
Entonces Cárdenas eligió un sitio en el Bosque de Chapultepec, en la zona de Molino del Rey, a la que denominó Los Pinos, donde, por cierto, vivió sus primeros años su hijo, el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
AMLO hizo exactamente lo contrario, dejó Los Pinos, un lugar propio y digno para el mandatario de una de las 20 naciones más importantes del mundo y prefirió ir, no a la austeridad que presume, sino a un Palacio Virreinal. En otras palabras, en el mundo de la monarquía un Palacio es donde habitan los reyes y es mucho más que un Castillo, que solamente es para nobles.
Palacio Nacional fue construido por el conquistador Hernán Cortés, quien lo utilizó como su segunda residencia privada, más tarde fue adquirido por la Corona Española para destinarla como sede de los Virreyes de la Nueva España y de la mayoría de las instituciones coloniales y durante la mayor parte del siglo XIX incluso, entre 1822 y 1884 fue residencia personal de todos los gobernantes.
La austeridad en la administración
En cuanto a los estragos de la política de austeridad, lamentablemente el mejor ejemplo es el que tocó a la parte más sensible de la población, al dejar sin medicamentos a los niños con cáncer.
También la falta de mantenimiento de las plantas de CFE provocó un apagón masivo que afectó a más 10.5 millones de personas y en otro sufrieron cortes de luz en 26 estados, con más de 4.7 millones de conexiones afectadas.
Las inundaciones por la falta de mantenimiento de la Presa Peñitas en Tabasco dejaron muertes y pérdidas multimillonarias e incluso, el entonces gobernador Adán Augusto López, inició acciones legales contra la CFE por presunta negligencia.
Los recortes presupuestales en Pemex han afectado las áreas de operación y mantenimiento en refinerías y plantas procesadoras, generando accidentes como la explosión en el Complejo Petroquímico Pajaritos y en la refinería Lázaro Cárdenas en Minatitlán, con un saldo de al menos 14 lesionados. Otro incidente, un elevador de la Torre de Pemex se soltó cuando estaba en funcionamiento lo que dejó cuatro heridos.
Un extremo ridículo de la política de austeridad fue cuando trabajadores de la Secretaría de Economía, denunciaron que al 75% de los empleados se les retirarían los equipos de cómputo y que para cumplir sus funciones tenían dos opciones: usar su computadora personal o pagar cuatro mil pesos para mantener su equipo y poder trabajar.
Otro ejemplo es la tragedia en la Línea 12 del Metro, ocurrida por falta de atención, por ahorrarse unos pesos y por no invertir en su mantenimiento.
Pero, eso sí, AMLO no ha negado recursos a los parques de beisbol, como el que administra su hermano Pio en Palenque.
Dicen que lo barato sale caro, la honestidad valiente no fue más que manipulación y la “austeridad” sin sustento, ha salido carísima, o ¿todavía le sigues creyendo?