Sonora Power

Es un debate de blanco y negro, de buenos contra malos y difícilmente las cosas pueden ponerse así.

Ni son villanos, pero tampoco héroes, cada cual atiende un enfoque, una realidad o la inquietud generalizada de la mayoría de sus pueblos.

Donald Trump es un fenómeno que corresponde a la visión del Estados Unidos profundo, y se le debe interpretar en su realidad y en su circunstancia.

No se espera que sea intelectual ni sofisticado, es la fuerza de la reacción a una serie de imposiciones de gobiernos llamados progresistas, que no necesariamente correspondían a la visión de la Norteamérica rural o a la visión de los habitantes de los grandes centros industriales hoy en decadencia, precisamente por las malas decisiones que tomó el neoliberalismo y que condenó en buena medida a su orgulloso corazón industrial y rural de ese país al desempleo y la pobreza.

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Ese es el origen de su furia, de su rechazo a los migrantes, es el pueblo de Estados Unidos, que no sabe de economía global y que compró la idea de “hacer a América grande otra vez”.

La llegada de Donald Trump y su mensaje absurdamente belicoso, intervencionistas e imperialista parece darle gasolina a cada posición ideológica, sin que muchos lleguen al fondo.

Donald Trump es un populista de derecha, enfocado a darle gusto a un amplio grupo de ciudadanos estadounidenses que siguen pensando que la inmigración a su país ha resultado un problema, en lugar de una solución a las carencias de capital humano que tiene el vecino país del norte.

Trump les dice a sus electores lo que quieren oír, algo muy similar a la 4T y su origen en el México profundo; hay diferencias de fondo, claro que sí, pero en el fondo son orígenes parecidos. Ya de la sinceridad de cada gobierno hablamos después.

Los Estados Unidos de América son un gran país, una economía industrial que emergió de la segunda guerra mundial como la mayor potencia del mundo, en el aspecto económico, pero también en el aspecto bélico.

Últimamente la supremacía de Estados Unidos se ha visto amenazada por un país con más reserva poblacional, con más recursos, pero con menos capacidad de consumo, en este caso el rival económico es China.

Los chinos ni han superado a Estados Unidos en innovación tecnológica, ni tampoco en el tamaño de su economía. Las condiciones que ofrece Estados Unidos para los que aspiran a vivir el “sueño americano”, son atractivas, mejores ingresos, mejor calidad de vida, pero el costo que se debe pagar para vivir ese sueño, se pueden convertir con facilidad en pesadilla.

Cada vez menos mexicanos toman el riesgo, pero cada vez más ciudadanos de otros lugares del mundo lo asumen. Es común ahora ver a ciudadanos de la India, de Afganistán, de China, de Singapur, en las rutas que antes recorrían los mexicanos. Hay muchos argentinos, venezolanos, y hermanos de naciones latinoamericanas en esa búsqueda.

Estados Unidos necesita de sus socios comerciales para mantenerse fuerte, el impacto de las agresivas políticas antimigrantes del nuevo ocupante de la Casa Blanca pueden afectar a México, pero al final el nuestro no será el país más afectado.

En cambio la necesidad de “hacer América fuerte otra vez” le dará a México más gasolina para seguir con la consolidación de su crecimiento económico y lo pone en la puerta de ser la economía 10 del mundo en el corto plazo.

Estados Unidos es adicto a las importaciones de insumos, alimentos, autopartes y otros productos desde México que está consolidado como su mayor socio comercial por mucho.

Las estadísticas más recientes hablan de un intercambio comercial entre México y Estados Unidos de 776 mil millones de dólares en 11 meses, muy por encima de los 699 mil de Canadá y esa es una tendencia que va en alza. En 4 años por más políticas restrictivas que imponga, Donald Trump no logrará revertir esa tendencia y México se mantendrá al final de su mandato como el mayor socio de su país, por más que a él no le guste.

Hoy México tiene la opción de poner buena cara al mal tiempo, dejar de hacer gestos ante la retórica nacionalista de Trump. Al final eso es lo que votaron los estadounidenses y ellos han decidido el camino, de la misma manera que hoy México pone su marca.

Trump amenaza con imponer aranceles a México y Canadá a partir del 1 de febrero próximo y a México no le quedará otra opción que hacer lo mismo.

Sin embargo Donald Trump no pierde claridad respecto a que el verdadero rival de Estados Unidos no es México, es en realidad China.

Ayer que dialogué con la presidenta Claudia Sheinbaum, hablamos de la perspectiva que tiene la industria de semiconductores, México no pierde paso en este tema, y créame nuestro país seguirá firme en este tema cuando Donald Trump se vaya en el 2029, mientras la actual presidenta de México llegará a su quinto año de gobierno en ese momento.

México se ha preparado para el embate, para el momento de Donald Trump, pero habrá que entender que se trata de un instante en la relacional bilateral, ni Donald Trump con toda su retórica trasnochada, incluidos los saludos neonazis de sus colaboradores, ni los ahora abiertos (muy abiertos) adversarios vendepatrias que se manifestaron contra México, podrán cambiar la realidad.

Sigo pensando que lo mejor de la llegada de Donald Trump como presidente número 47 a Estados Unidos es que todos los traidores a la patria se quitaron la máscara.

Ese es un gran logro para gobierno de Claudia Sheinbaum, pues ahí están, esos son los que venden la nación.

Correspondencia a demiandu1@me.com | X: @Demiandu

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